Borrar
Acto de la Federación de Asociaciones Extremeñas en Cataluña. :: hoy
El 'procés' da aire al censo extremeño

El 'procés' da aire al censo extremeño

Por primera vez en cuatro años, Cataluña aporta a la región más nuevos residentes que a la inversa

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 26 de diciembre 2018, 07:41

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Algo se mueve en las relaciones entre Extremadura y Cataluña. Al menos en las migratorias, las que tienen que ver con el ir y venir de ciudadanos de una comunidad autónoma a otra. El primer semestre de 2018 deja un dato que ilustra el cambio: por primera vez en cuatro años se instalaron en la región más ciudadanos procedentes de Cataluña que al revés.

Entre enero y junio del presente ejercicio, abandonaron Cáceres o Badajoz y cruzaron el país para instalarse en Barcelona, Tarragona, Lérida o Gerona 462 personas. E hicieron el viaje inverso 487, lo que deja un saldo positivo para Extremadura en 25 empadronados. La cifra es pequeña, pero el hecho de que sea positiva ya supone un cambio de tendencia. Porque en los ocho semestres anteriores, la comunidad presentó números rojos en este intercambio. Hay que retroceder hasta la segunda mitad del año 2013 para encontrar un saldo positivo, según la base de datos del INE (Instituto Nacional de Estadística).

«Yo no me he planteado volver a mi tierra definitivamente, pero es cierto que hay mucha gente que te hace el comentario de que le gustaría retornar». Lo dice Manuel Guerrero, presidente de la Federación de asociaciones extremeñas en Cataluña. Ese cargo le mantiene en contacto con responsables y afiliados de las casas regionales, por lo que conoce de primera mano el pulso social. El de Cataluña en general, y en particular el de los cacereños y pacenses que viven allí.

«La situación política afecta al ánimo de la gente, hay muchos que te dicen que les gustaría volver»

Manuel Guerrero Pte. Federación de asociaciones extremeñas en Cataluña

«Hace siete años eran un 2% o un 3% los que hablaban de volver a su tierra, hoy son el 30% o el 40%»

Prudencio Exojo Presidente del Hogar Extremeño de Barcelona

En total, son 117.755 los extremeños empadronados en la comunidad autónoma que preside Quim Torra, una cifra un 16 por ciento inferior a la que había en el año 2008, cuando residían allí más de 141.000, según el INE. En el trasvase migratorio entre Extremadura y el resto de autonomías, no hay ninguna otra en la que haya caído tanto. Aunque en una cantidad irrelevante, esto afecta a la pirámide de población catalana, ya que Extremadura es la tercera región que más le aporta, muy cerca de la segunda. Al inicio de este año había allí 570.182 andaluces, 118.989 castellano-leoneses y los citados 117.755 extremeños, dos de cada tres nacidos en Badajoz.

Jubilados con familia y casa

A Prudencio Exojo, presidente del Hogar Extremeño de Barcelona, los datos le sorprenden. «No creo que haya veinteañeros y treintañeros yéndose de Cataluña para montar sus negocios en Extremadura o para trabajar en ella, supongo que la mayor parte de los que se van son jubilados», reflexiona Exojo, a quien los datos del INE dan la razón. A la hora de intentar explicar las posibles causas, él, que lleva más de medio siglo en la capital condal, menciona «el hartazgo». «Es la sensación que tenemos muchos de los que vivimos aquí y no nos ha dado por convertirnos en independentistas».

¿Es casual que el cambio en la estadística se produzca ahora, en el primer semestre de este año, cuando el conflicto político y social se ha agravado? «Está claro que la situación política repercute en el ánimo de la gente», plantea Manuel Guerrero. «El hartazgo está muy extendido», abunda Prudencio Exojo.

«Hasta hace seis o siete años, cuando Artur Mas trató de impulsar el proceso separatista, era anecdótico encontrarse con extremeños que estuvieran pensando en volverse, algo que ahora ya no es tan anecdótico». Eso sí, él cree que esa voluntad de retornar se da fundamentalmente entre jubilados y prejubilados que mantienen familia y casa en su localidad de origen. «Hemos pasado de un dos o tres por ciento de gente que te comentaba su deseo de volver a su tierra a un treinta o cuarenta por ciento», calcula Exojo, que añade a la radiografía otro factor a considerar: para retornar al lugar de la infancia hay que poder. «Cuando los hijos viven aquí, o cuando te tienes que ocupar de los nietos, pues te tienes que pensar mucho el regreso», expone él, que no elude la parte de crítica que pueda haber hacia sus paisanos. «Yo me encuentro aquí con perfiles variados, y aunque soy muy crítico con el independentismo, también me parece importante que quien emigra haga un esfuerzo por integrarse en la sociedad que le acoge, y eso puede incluir, por ejemplo, intentar aprender un idioma».

Se marchan menos

Un entorno nuevo es lo que espera tanto a los que se van como a los que regresan. Lo mismo en un caso que en otro son menos en la primera mitad de este año que en el semestre anterior. Y ahí está en gran parte la clave que explica la novedad en la estadística migratoria. Si Extremadura presenta un saldo con Cataluña positivo no es porque esté habiendo un retorno masivo, sino porque ha caído de forma importante el número de los que se van. Los 487 que se instalaron en la región de enero a junio de este año son un tres por ciento menos que los que lo hicieron en el semestre precedente. Pero los 462 que hicieron las maletas en el mismo periodo son un 18 por ciento menos que entre julio y diciembre de 2017, según el INE.

Casi la mitad de los que llegan tienen más de 50 años y los que se marchan, menos de 35

El 46% de quienes se empadronaron durante el primer semestre de este año en alguna localidad extremeña procedentes de Cataluña tienen más de cincuenta años. Y el 51% de los que hicieron el viaje inverso tienen menos de 35, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, unas cifras que dejan claro que en términos generales, la edad es más baja entre los que se van que entre los que vienen.

En el grupo de los que se instalaron en la comunidad autónoma, los más numerosos son los que están en la franja de los sesenta años. En concreto, fueron 92 personas, sobre un total de 487, lo que equivale a casi el 20%.

Tomando como referencia la edad más habitual de jubilación, que son los 65 años, el número de los que vinieron llega a 126, o lo que es lo mismo, una cuarta parte del total.

Estas cifras abonan la tesis de que una mayoría de quienes llegan a Extremadura desde Barcelona, Tarragona, Lérida o Gerona no lo hacen por motivos laborales, sino por otros, previsiblemente para quedarse a vivir en su municipio de ascendencia, pacense o cacereño, una vez que se han jubilado.

Por el contrario, las cifras dejan claro también que el flujo en dirección contraria, es decir, de Extremadura hacia Cataluña, lo protagonizan personas en edad laboral. De las 467 personas que entre enero y junio de este año han salido de la comunidad autónoma y han cruzado el país para empadronarse en Cataluña, casi la mitad tenían entre 20 y 39 años.

De hecho, el colectivo más grande es el de los veinteañeros. Se fueron 126, o lo que es lo mismo, el 27%. Y se marcharon 86 treintañeros, lo que equivale al 19% del total de emigrantes.

En cuanto a los menores de 19 años, llegaron sesenta y se marcharon 56, según el INE.

Es una realidad distinta a la de hace una década, cuando el flujo migratorio entre las dos comunidades autónomas era aún más positivo para Extremadura. En el año 2008 se fueron 1.056 y llegaron 1.877, lo que equivale a un saldo positivo de 821 personas. Estos números reflejaban ya los efectos de la crisis económica. Ese terremoto económico marcó los años siguientes y aún hoy deja notar sus efectos, a los que en el caso de Cataluña hay que sumar una situación política convulsa, que en la primera mitad de este año le ha dado aire al menguante censo extremeño.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios