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La propagación de un problema falso puede resultar más efectiva que la de uno verdadero

felipe benítez reyes

Sábado, 30 de marzo 2019, 09:50

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Comoquiera que el mundo es un lugar tan variado como pintoresco, no tiene nada de raro que aparezcan formaciones políticas que se dediquen no a proponer soluciones para problemas reales, sino a poner en circulación problemas imaginarios. En política se puede vivir, en fin, casi de todo, incluida la insensatez.

La propagación de un problema falso puede resultar más efectiva que la de uno verdadero, pues el problema falso tiene la ventaja de jugar no sólo con la desinformación de su receptor, sino también con la tendencia natural del receptor a dar crédito a toda aquella información –preferiblemente simplificada por el amarillismo– que coincida con sus prejuicios. Si a alguien le dicen, qué sé yo, que, a este paso, acabará obligado a rezar en una mezquita a causa de esa invasión islámica que se extiende silenciosamente por Europa, tiene dos opciones básicas: reírse o sonreír, aunque no podemos olvidarnos de esa tercera opción en la que coincide la información disparatada con el prejuicio disparatado, pues ahí el asunto asciende al rango de problema ficticio: reclamar indignadamente el derecho a rezar en la parroquia de su barrio y no verse obligado a rezar por decreto, y sin zapatos además, en una mezquita que es posible que no dude en suponer construida con el dinero de sus impuestos.

Si nos dicen que los españoles de bien deberían tener derecho a armarse para de ese modo poder proteger a tiro limpio sus hogares, todos –salvo tal vez los psicópatas y los sociópatas– nos identificamos con esa calificación de paisanos «de bien», de modo que caemos en la cuenta de que vivimos sin una pistola en la mesilla de noche, irresponsablemente, exponiendo así a nuestra familia y nuestro patrimonio a la malicia de posibles asaltantes, y nos decimos: «¿Cómo no he caído antes en la cuenta de mi desprotección?», y ya hemos creado el problema, hasta entonces inexistente, del armamento como elemento de defensa personal, que tantas vidas salva por ejemplo en EEUU, donde en 2018 apenas hubo unos 40.000 muertos por armas de fuego, cabe suponer que todos ellos asaltantes de hogares, pues imagina uno que la gente de bien de allí será la única con acceso a las armas.

Con sus ocurrencias asombrosas, la derechona valiente desafía ahora a la que considera la derechita cobarde, que, ante la afrenta, ha decidido envalentonarse para ponerse a la par en cuanto a derechización, hasta el punto de que Ciudadanos ha optado por quitarse la máscara del progresismo moderado para ofrecerse como pez rémora al PP en la posible formación de un futuro Gobierno potencialmente acogido al modelo del pacto andaluz.

Y así, entre bandazos y chuscadas, se nos pasa la vida, que a veces se nos hace muy corta y a veces demasiado larga, según el día.

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