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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Ignacio Sánchez Amor en un momento de la entrevista. Brígido
«Un 155 precipitado puede crear más secesionistas en Cataluña»

«Un 155 precipitado puede crear más secesionistas en Cataluña»

Ignacio Sánchez Amor | Secretario de Estado de Política Territorial ·

El dirigente extremeño insiste en que la crisis catalana requiere «abrir un hueco para la política» y evitar la polarización

Pablo Calvo

Cáceres

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Martes, 18 de diciembre 2018, 07:40

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Político de largo recorrido en Extremadura, donde fue vicepresidente de la Junta, le gusta recordar su infancia de pueblo (Jaraíz de la Vera, 1960) y dejar patente su pasión por el ajedrez. Ignacio Sánchez Amor ocupa desde hace medio año la Secretaría de Estado de Política Territorial en el gobierno de Pedro Sánchez, una partida complicada.

–Vaya momento para ser secretario de Estado de Política Territorial precisamente.

–Nunca ha sido pacífico, pero es verdad que ahora por la crisis catalana es un puesto de enorme responsabilidad, requiere prudencia, conocer los temas y es bueno que en ese tipo de puestos haya políticos con un cierto bagaje anterior.

–El hecho de que sea político extremeño, ¿aporta una visión distinta al problema territorial?

–Bueno, no solo por ser extremeño, sino por haber sido parte de un gobierno regional, eso da una visión del Estado autonómico distinta a la que puede tener un abogado del Estado o una persona que haya pertenecido siempre al Gobierno central. Da una plusvalía porque uno de los problemas de la política española es que el formato de pensamiento es muy madrileño. La gente dice: es una buena pareja, una ministra catalana (Meritxell Batet) y un secretario de estado extremeño.

–¿Qué le pide la ministra?

–No era una legislatura completa y las pretensiones tienen que estar limitadas al tiempo que queda y a una coyuntura que no permite poner sobre la mesa una reforma constitucional. Nosotros decimos que la reforma constitucional no está en la agenda pero está en el horizonte, de tal manera que tenemos que trabajar de una forma que no impida una ventana de oportunidad en el futuro para cuando haya un consenso mayoritario.

–¿Para cambiar qué?

–Zapatero ya le pidió al Consejo de Estado un informe sobre varios aspectos que tenían que ver por ejemplo con la prevalencia del hombre en el ascenso al trono, pero siguen apareciendo temas periódicamente, los aforamientos, etcétera. Hay que clarificar el sistema de competencias que es confuso o que incita mucho a acudir al Tribunal Constitucional, y está el tema de los derechos sociales que en el año 78 aún tenían una débil capacidad para ser defendidos ante los tribunales. Hay materia más que suficiente.

–¿Celebrar un Consejo de Ministros en Barcelona vista la evolución de los acontecimientos ha sido un error?

–La idea surgió en la entrevista entre Pedro Sánchez y el presidente Torra. Se ha hecho uno en Sevilla, también se hizo en Mérida (2005), se hará el de Barcelona, entra dentro de la normalidad. Lo excepcional es que alguien haya podido decir que es una provocación. Afortunadamente esas declaraciones han sido corregidas, pero decirle a un Gobierno que reunirse en cualquier ciudad española es una provocación es en sí mismo una provocación.

–¿Qué podemos esperar de él?

–Responde a lo que nosotros llamamos la agenda de la normalidad. En la crisis catalana, con el anterior Gobierno solo había un plan, que era acción-reacción, reacción judicial. Nosotros siempre dijimos que sin dejar de hacer lo que legalmente corresponda, había que abrir un hueco para la política, y eso es lo que estamos estrictamente haciendo, con una diferencia esencial: tenemos una oposición que ha pasado de la toga a la lata de gasolina. Eso es gravísimo porque uno esperaría lo mismo que ellos esperaron de nosotros cuando estábamos en la oposición, que es responsabilidad y apoyo al Gobierno.

–¿Cuando dice oposición se refiere al PP, a PP y Ciudadanos…?

–A PP y Ciudadanos, los dos están jugando con gasolina en un asunto inflamable. Especialmente el PP, que ha sido partido de gobierno y también ha tenido que lidiar con esto, tendría que ser mucho más prudente y tener una actitud más responsable como la que tuvo el PSOE cuando se le pidió apoyo para el 155. Hemos pasado de una situación en la que el 155 era un elemento que estaba en la Constitución pero nunca iba a ponerse en práctica a un 155 por la mañana, otro 155 por la tarde y otro preventivo por si acaso para mañana, eso es banalizar un instrumento constitucional. Lo que cansa un poco con la oposición conservadora es que picotean cada semana para poner el foco en un artículo; el PSOE defiende la Constitución completa, que también habla de nacionalidades o de la monarquía, pero PP y Ciudadanos parecen ir eligiendo qué parte de ella le parece más rentable electoralmente.

Espacios a la política

–¿A crear esta situación inflamable que menciona habrán contribuido también los partidos independentistas, no solo la oposición?

–Absolutamente, la crisis catalana no la han creado ni el PP, ni el PSOE ni Ciudadanos, la ha creado una huida hacia adelante del nacionalismo que en una coyuntura demoscópica complicada decidió saltarse todas las prudencias que habían sido las habituales en el mundo nacionalista y emprender un camino cuyo efecto más palpable es una fractura social en Cataluña. Eso es responsabilidad de los dirigentes secesionistas y no de ningún partido nacional. Ellos intentan dibujar a España como un país autoritario, franquista, casi una no democracia. Cuando gobernaba Rajoy, la reacción única a eso era siempre la legal. Nosotros respondemos abriendo espacios a la política y no es fácil porque ellos siguen instalados en esa agenda verbal agresiva, aunque luego se sientan en todos los foros.

«Tenemos una oposición, PP y Ciudadanos, que ha pasado de la toga a la lata de gasolina»

–¿Las vías de diálogo están abiertas?

–La gran sorpresa para muchos nacionalistas catalanes ha sido conocer la enorme cantidad de reuniones que estaba habiendo, y eso enfadó a algunos de sus sectores, pero es la agenda de la normalidad que nosotros queremos que crezca. No creemos que volver a la normalidad institucional vaya a hacer bajar de la higuera a los inflamados secesionistas, pero haciéndolo visible será mucho más difícil que los catalanes se crean que este es un Estado franquista y autoritario, esa es la clave.

–¿No existe decepción con los partidos que componen el Gobierno catalán? Mantienen la escalada de tensión pese a ese tipo de acercamiento distinto que menciona.

–No hay ninguna decepción. Nosotros estamos convencidos de que esto es lo que necesita el país y lo que necesitan los catalanes, alguien tiene que ocuparse de esas personas que quieren que las cercanías funcionen bien. Hay una falta de reciprocidad, que nosotros señalamos, pero lo que genera una extraña sensación en la opinión pública catalana es que sus dirigentes digan que la autonomía es una pantalla pasada y saber luego que ha habido 22 reuniones entre el Gobierno y sus consejeros. Esa contradicción la tienen que explicar ellos, nosotros queremos seguir trabajando para los ciudadanos catalanes, que muchas veces desaparecen del debate político.

–¿No hay razones para la aplicación del 155?

–No. El 155 es una fórmula extraordinaria que no está pensada para aplicarse cada día. Por tanto, debe estar muy bien justificado y muy bien gestionado. No se puede frivolizar como esta haciendo la oposición, el 155 es un mecanismo excepcional, que está ahí, que ya ha sido utilizado, pero amenazar con el 155 por todo y por nada lo frivoliza. Necesita una extensa justificación porque un 155 precipitado y mal aplicado podría crear más secesionistas, se corre el riesgo de generar una reacción contraria y provocar un rearme del discurso victimista del que se han servido siempre las élites secesionistas.

«La crisis catalana es responsabilidad de los secesionistas, no de ningún partido nacional»

–¿Cree que habrá Presupuestos?

–Que haya políticos catalanes presos objetivamente es un problema, pero el Gobierno no puede hacer nada, y por tanto no se le puede pedir que juegue en un tablero en el que no tiene capacidad. El Gobierno se ha encontrado con las piezas ya colocadas, con un procedimiento judicial y unas personas sometidas a él. Como ahí no podemos hacer nada, meterlo en la coctelera con los presupuestos es un error. El Gobierno no ha cerrado todavía esa puerta, pero si no cambian de postura parece difícil que hallemos un punto de encuentro.

–¿Qué valoración hace del resultado de Andalucía?

–Lo primero que hay que decir, y creo que se ha dicho poco, es que el PSOE ha ganado las elecciones con una enorme diferencia respecto al segundo. Esto es una cosa que duró 20 minutos y no tiene sentido. Se ha pasado inmediatamente al análisis de quién gobernará y eso ha sepultado esta realidad. En los resultados puede haber un poco de todo, factores que tienen que ver con Andalucía y la salida de la crisis, con la inmigración, con la política nacional, también con el hecho de que se lleva gobernando allí mucho tiempo, pero creo que poner el foco solo en un factor puede llevar a un análisis equivocado. Ahora, los segundo, tercero y quinto deberán explicar lo que siempre han llamado coalición de perdedores, porque entonces no se entiende eso que ellos dicen de que Pedro Sánchez es un presidente ilegítimo, no se puede jugar con una baraja en Madrid y con otra en Andalucía.

–A ese diagnóstico de que se olvidó demasiado pronto la victoria de Susana Díaz contribuyeron las palabras de José Luis Ábalos sobre que el PSOE en Andalucía necesitaba una regeneración?

–Bueno, desde la misma noche electoral cuando se vio que la oposición sumaba ya se orientó así… La Federaciones andaluza tiene que hacer su reflexión y el partido también para tomar las medidas que se consideren oportunas de cara a las próximas campañas. Yo creo que es bueno que todo el mundo examine los resultados sin prejuicios, y el primero ha sido no subrayar que el PSOE ha ganado las elecciones.

«El resultado de Andalucía hay que examinarlo sin prejuicios, y el primero ha sido no subrayar que el PSOE ha ganado»

–¿El fenómeno Vox han llegado para quedarse?

–En los últimos años he estado centrado en política exterior y no veía ningún motivo para que España escapara de esa ola, aquí llegaría antes o después lo que estaba pasando en toda Europa, y efectivamente ha llegado. Esa idea de que España estaba vacunada contra la ultraderecha nunca nadie supo explicarme por qué. Ha llegado con esa ola de populismo reaccionario y también por el blanqueamiento que han hecho de su discurso por parte del PP y Ciudadanos. Ese ha sido su gran error, y ahora necesitan a Vox porque no lo han tratado antes con la frontalidad que se aplica en Francia con el partido de Le Pen, donde no se adorna su discurso, no se acoge sus formas y es un absoluto tabú pactar con la ultraderecha.

–¿El problema catalán no ha dado alas a Vox?

–Sí, esta agenda de los secesionistas ha podido crear anticuerpos en el resto de España porque obviamente ese discurso que han hecho durante los tres últimos años es irritante para todo el mundo. Hay que entender que la gente se enfade, y entonces puede haber reacciones extremas. Precisamente por eso el Gobierno tiene la obligación de mantener la cabeza fría, porque lo que le interesa al país no es más polarización, sino encontrar un espacio de moderación. Si todos nos apuntamos a la lata de gasolina, al final el asunto puede arder.

Preocupación de los barones

–¿Los barones socialistas presionan para un cambio de política con Cataluña para que no les suceda a ellos lo mismo que en Andalucía, transmiten esa preocupación?

–La preocupación llega porque esos líderes representan unos territorios que tienen una sensibilidad. Siempre ha sido así en el PSOE. Hoy hay otras personas que no digo que pueden representar lo que fue Rodríguez Ibarra porque cada uno tiene su estilo y desde luego el de Guillermo (Fernández Vara) es otro, pero esa sensibilidad del PSOE del sur o del centro siempre está ahí y es bueno que el partido refleje esa pluralidad. Pero todos apoyamos el programa del PSOE y Vara lo ha reflejado muy bien, que no hay alternativas a que se abran espacios a la política y espacios al diálogo, porque solo si los catalanes ven que el Gobierno de España y el PSOE se preocupan de sus problemas, podrán convencerse de que esta aventura ha conducido a la frustración y se planteen votar de otra manera. ¿A alguien se le ocurre una solución diferente a que la mayoría de catalanes apoyen soluciones constitucionales? ¿Puede haber un 155 eterno? Todo el PSOE es perfectamente consciente de que el 155 mal aplicado puede conducir a una mayor fractura social y a un aumento de personas que defienden la ruptura con España.

«Vox ha llegado por la ola del populismo reaccionario y por el blanqueamiento de su discurso que han hecho PP y Ciudadanos»

–¿Puede llegarse a la desaparición de las autonomías, como defiende Vox?

–Defender eso es una visión muy madrileña de la política, hay que vivir aquí, en Castilla y León o en Andalucía para darse cuenta lo que ha significado la autonomía. Es una consecuencia perversa de lo que pasa en Cataluña. Lo que no podemos hacer es pagar justos por pecadores. Por qué los extremeños no van a tener derecho a una sanidad propia y a unos servicios que nos han permitido que no cierre un pueblo en 30 años; el sistema autonómico ha hecho emerger una España que no existía hasta los años 80 y que a algunos les molesta que exista. Igual que les molesta que existan otras lenguas diferentes al castellano o que existan parlamentos autonómicos decidiendo cosas. Esto es algo propio de la ultraderecha, puro franquismo cuando decían aquello de 'España antes roja que rota'. Ese germen franquista está claramente en Vox porque no entienden que el sistema autonómico es una forma de organización del poder que no tiene ideología. Hay quien dice que el federalismo tiene que ver con la izquierda. No, la señora Merkel es federalista, el señor Trump también lo es, es decir, el federalismo no es una ideología sino una forma de organizar el Estado. Me puedo imaginar lo que sería, no ya el tren, sino la sanidad extremeña si hubiéramos seguido siendo un país centralista.

–¿El PP ha endurecido su discurso también de puertas para adentro? Porque pese a los enfrentamientos, se presentó un acuerdo para renovar el CGPJ.

–Sí, yo creo que el elemento esencial de Pablo Casado es su querencia aznarista, y por eso el darse la mano con Vox no le da tanto pudor como le está dando a Rivera. Aznar es el jefe de los que van con la lata de gasolina, lo cual es algo irresponsable si recordamos cómo fue su salida del gobierno.

–¿Pedro Sánchez sabe a dónde va?

–Absolutamente, lo ha demostrado. Yo en los procesos internos no lo apoyé como se sabe, lo cual tenerme en el Gobierno también significa una cierta apertura y altura de miras que yo le agradezco. Él ha dado muestras de una resiliencia y de una capacidad para superar coyunturas aparentemente fatales que revelan la fibra que debe tener un líder político y que le sitúan en una buena disposición psicológica para hacer una legislatura con un apoyo parlamentario débil, pero que nos ha permitido no perder ni una votación en el Congreso, lo cual también se dice poco.

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