La Pousada inquietante
Un hotel en el Alentejo ·
En el castillo de Estremoz vivió y murió la reina Santa IsabelJ. R. ALONSO DE LA TORRE
ESTREMOZ
Martes, 14 de febrero 2023, 07:16
Fin de semana en la Pousada de la reina Santa Isabel en Estremoz. Se encuentra en lo alto de esta ciudad de 14.000 habitantes ... que se ha convertido en la capital alentejana del vino con 21 productores en su término municipal. La Pousada está en el castillo donde vivió y murió esta reina santa y pasear por sus dependencias y recorrer sus pasillos es una experiencia inquietante. En las paredes se suceden cuadros de clérigos cerbatana, enjutos, oscuros y con una tez blanquecina de aires draculianos que te dejan una extraña sensación cuando te vas a acostar y te saludan con su mirada desconfiada al despertar, como si te estuvieran avisando de que el pecado se esconde en cualquier esquina de esta ciudad marmórea que atrae al turismo inglés y tiene los restaurantes más caros del Alentejo, también los más modernos y distintos, los de diseño más atrevido y concepción más vanguardista, siempre con el vino como pretexto hasta el punto de que en los museos de arte y costumbres de la comarca, la entrada incluye una cata comentada.
Pero estábamos en lo alto del castillo, durmiendo en esta Pousada en la que, en las noches de viento, un ulular perpetuo te recuerda que este castillo convertido en hotel fue morada medieval de Isabel de Portugal (1282-1325) y también encontró en ella su lecho de muerte. Un lecho parecido a las camas con dosel y cabecero historiado que nos trasladan a aquel tiempo en que la reina santa se dedicaba a obras de caridad mientras su marido, el rey Dom Dinís, el gran referente del poderío portugués en el medievo, engendraba bastardos y guerreaba contra Castilla, contra Al Andalus y contra su propio hijo. Santa Isabel, que era hija de los reyes de Aragón, construyó hospitales, escuelas, conventos y orfanatos. Su marido la admiraba, aunque pasara con ella muy poco tiempo, y le daba libertad para gastar el dinero real en empresas caritativas. En su época, empezó a celebrarse el mercadillo sabatino de Estremoz, una experiencia indispensable e inolvidable para cualquier rayano amante de las tradiciones portuguesas. Este mercado es uno de los pocos sitios donde aún proliferan las famosas capas alentejanas y atrae cada sábado a ojeadores y compradores de la comarca y de Extremadura en busca de antigüedades, pero también de quesos artesanos, embutidos caseros, setas y productos silvestres de temporada y artesanía tradicional: cerámica, sólidas cestas de mimbre para recoger leña o pantuflas de borreguillo.
Desde este castillo de mármol, se trasladaba la reina Santa Isabel en sus cruzadas pacifistas a los campos de batalla, donde guerreaban su esposo contra su hijo y su hijo contra su nieto, unas peleas familiares a las que ponía fin la reina de manera expeditiva: se colocaba en medio de los contendientes, en pleno campo de batalla, oraba y a ver quién era el guapo que se ponía a dar mandobles con Santa Isabel rezando entre los dos ejércitos.
Tras enviudar, la reina fue peregrina a Compostela y se hizo clarisa sin votos para poder manejar su dinero y dedicarlo a obras de caridad, entrando en un convento de Coimbra fundado por ella. Al regresar de una de sus salidas pacifistas para evitar la guerra entre su hijo Alfonso IV de Portugal y su nieto Alfonso XI de Castilla, murió en Estremoz, esta ciudad situada en un estratégico cruce de los caminos que unen Lisboa con Badajoz y Évora con Portalegre, una de las tres ciudades del mármol junto con Borba y Vila Viçosa, destino turístico de extranjeros y lisboetas que llegan en busca de vino, gastronomía, tranquilidad y magnificencia, la que regala esta inquietante Pousada que fue última morada de Isabel, reina y santa.
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