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«Se pierden oportunidades si todos nos vamos»

«Se pierden oportunidades si todos nos vamos»

Marta Lozano Molano | Compositora ·

Trabajaba en Londres con agrupaciones corales y hacía giras con la Filarmónica de Berlín, pero decidió volver a Extremadura

Antonio Gilgado

Badajoz

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Domingo, 8 de septiembre 2019

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Marta Lozano Molano. De la quinta del 85. De Cáceres. Compositora, activista por la igualdad de género y emprendedora social.

Ahora reside en Almendralejo. O más bien, en muchas ciudades a la vez porque sus encargos profesionales le llevan a estancias temporales en Atenas, Siracusa o Londres.

«No tengo ninguna pereza. Me encanta moverme por sitios muy distintos y hacerlo continuamente. Enriquecerme descubriendo». Estos días, por ejemplo, recorre la punta de la bota de la península italiana.

Perfil

  • Marta Lozano Molano nació en Cáceres en el año 1985. Mientras estudiaba primaria entra en el Conservatorio Hermanos Berzosa de Cáceres. En el 2004 pasa las pruebas de ingreso de Musikene, el centro superior de música del País Vasco para especializarse en composición. Tras completar sus estudios en San Sebastián cursa un máster en Londres. En la capital inglesa consigue sus primeros contratos profesionales. Dirige varios coros y se va de gira con la orquesta de Londres y la Filarmónica de Berlín. En el año 2013 vuelve a Extremadura. Sigue componiendo y pone en marcha junto a dos compañeros Wazo Cooperativa para promocionar iniciativas sociales y culturales en Extremadura. Se autodefine como compositora, activista por la igualdad de género y emprendedora social. El 18 de septiembre estrena en Londres 'Sakura', un encargo de la comunidad asiática en Inglaterra. También tiene en cartera una pieza para la Banda Sinfónica de Valdepeñas. Siempre con la maleta a punto, ahora investiga sobre 'el espíritu wanderlust', quiere poner música a la continua necesidad de viajar que comparte con gente de su generación.

En cualquier sitio saca su libreta de pentagramas y escribe. Pero no es de las que necesite irse hasta la otra punta de Europa para hacerlo. Le inspira una banda sonora el atardecer de la costa italiana o el castillo de Feria. «Recorro mucho el patrimonio de Extremadura».

Reconoce que podría trabajar más en casa, pero prefiere empaparse de los lugares de donde le piden una partitura.

Si le llaman de Londres, hasta allí se va para integrarse con los músicos. «Resulta muy ilustrativo hablar con la otra parte, saber lo que esperan de ti para luego plasmarlo a tu forma». Aunque por muchos kilómetros en las maletas, siempre vuelve a Extremadura.

Inicio en Cáceres

De niña se apunta al Conservatorio Hermanos Berzosa de Cáceres. Allí completa los diez cursos de piano y en el 2004 debe elegir entre seguir como pianista o encaminarse hacia otra especialidad.

«La música fue creciendo conmigo, pero llegó el momento de decidir qué quería hacer dentro de este mundo. Partimos de la base de que se trata de algo muy sacrificado y de echarle muchas horas, pero quería continuar en algo que me apasionara».

En la decisión final pesó una preferencia: tocar piezas propias resulta más emocionante que interpretar a los demás.

«Falta profesionalizar, pero el sustrato cultural de Extremadura tiene mucha fuerza»

Apuesta por la creación y pasa las pruebas de ingreso del Musikene, el centro superior de música del País Vasco. En San Sebastián hace la triple especialidad. Composición para orquesta, para medios audiovisuales y para medios electrocústicos. «Buscas siempre lo más completo y aquí abordaba todos los ámbitos».

Tras San Sebastián salta al máster en el Guilbhall School of Music and Drama de Londres y allí le llegan las primeras ofertas profesionales. Dirige varios coros de la capital inglesa y canta para la Orquesta de Londres.

Al poco tiempo consigue unirse en las giras internacionales con la Filarmónica de Berlín. «Fue una época preciosa, muy intenso todo porque vives algo con lo que sueñas». Pero en el 2013 emprende el camino de regreso a Extremadura y fija su residencia en Almendralejo. «A pesar de que allí hacía cosas muy chulas y me gustaban mucho, me parecía que debía volver. Pensé que si todos los jóvenes de Extremadura nos íbamos, pues también se perdían oportunidades. Decidí que quería trabajar desde Extremadura». Con su centro de operaciones en Almendralejo y siempre con la maleta preparada porque en su trabajo se presentan a menudo salidas imprevistas para varios días o semanas.

En este entrar y salir constante, más de una vez le han asaltado las dudas de mudarse de nuevo. «Tardas mucho en llegar a los sitios, eso es cierto, pero creo que la casa no se puede construir por el tejado y lo de tardar mucho solo lo entiendo como la punta del iceberg. Si creamos sinergias en la región cada vez tardaremos menos y habrá mejores conexiones».

Wazo Cooperativa

Y con esa filosofía fundó Wazo Cooperativa junto con sus compañeros Andrea Vincenti y José Luis Díaz.

Detectaron que la industria cultural extremeña estaba huérfana de herramientas de apoyo para los que se inician. «Tenemos muchos jóvenes titulados, preparados y muy motivados, pero a veces no encuentran el camino por el que empezar. Lo ideal sería que el que se tenga que ir lo haga porque quiere probar y conocer, pero que pueda volver si le apetece. Hay profesionales que apuestan por hacer cultura en Extremadura».

En Wazo promueven iniciativas sociales y culturales con ese propósito. Abordan el desempleo juvenil, la desigualdad de género o la movilidad a través de la música, el diseño o la literatura. Entienden la creación como una herramienta de innovación social y ponen en contacto a artistas con colectivos sociales.

Un proyecto de Wazo fue finalista europeo entre las iniciativas de cooperativistas menores de 35 años de la Unión Europea.

También han entrado en el Desafío Mujer Rural del Instituto Nacional de la Mujer y han ganado un premio del Banco Santander en el fomento de la igualdad de género.

Especialmente orgullosa se siente de Wazogate.com, una revista bimestral editada en español y en inglés sobre emprendimiento en cultura e innovación social en la que participan más de doscientos colaboradores de todo el mundo.

En cartera varias ideas para capacitar a la mujer rural a través de la música, campañas de arte callejero contra la violencia sexual o asesoramiento a jóvenes creadores de Extremadura para que mejoren su comunicación y desarrollen su marca personal.

«Cuando te paras a recapitular, te das cuenta de que hacemos muchas cosas y que todo eso al final siempre salen resultados».

En su vuelta a la región ha comprobado el interés que despierta el arte en colectivos que se mueven por los pueblos como en las agendas que se programan en las principales ciudades.

Colabora con aficionados al canto coral, con grupos de música y se relaciona con escritores o defensores del patrimonio. «Falta profesionalizar, pero el sustrato cultural lo percibes y tiene mucha fuerza. No debe pasar desapercibido».

«Viajar, conocer, experimentar me da más facilidad para luego plasmar una idea en música»

Pero vivir en casa implica también no perder de vista lo que ocurre fuera. El 18 de septiembre estrena en Londres 'Sakura', un encargo de una asociación coral de japoneses en la capital inglesa.

En febrero, la banda sinfónica de Valdepeñas, en Ciudad Real, interpretará otra pieza suya para un concierto solidario. «Me dijeron que escribiera por alguna causa solidaria y yo me decidí por sensibilizar en la prevención del cáncer de mama».

Ahora en Italia práctica lo que llama visitas creativas. Se mueve buscando monumentos inspiradores y no muy conocidos. Una vez elegido, se documenta sobre la zona, investiga los elementos más originales y a toda esa información trata de darle forma con notas para que suene en un piano, en un instrumento de cuerda o en una orquesta sinfónica.

Inspiración

Partir de la naturaleza o del patrimonio es su particular forma de cerrar el círculo creativo. «Creo que tenemos mucho en común con los escritores. Cuanto más vivencias acumulas, más posibilidades tienes después de plasmarlo en novelas o poemarios. Viajar, conocer, investigar me da más facilidad para convertir en música una idea concreta».

Si recibe un encargo directo de una agrupación o una orquesta que le pide una pieza, la documentación incluye también conocer con detalle a los promotores de la idea. Rechaza de plano a los autores que se encierran en su mundo y se basan en su interior para escribir.

La compositora, activista por la igualdad de género y emprendedora social Marta Lozano Molano.
La compositora, activista por la igualdad de género y emprendedora social Marta Lozano Molano. HOY

Su método en estos casos se asemeja al de una modista que trata de sacar adelante un traje a medida para que los instrumentistas que interpretan se identifiquen con el resultado final. «No me limito a un trabajo técnico de componer y enlazar notas musicales, también busco ideas poéticas o de puesta en escena para que cualquier persona que la escuche se acerque a la música contemporánea».

Marta concibe la partitura final como un libro de instrucciones para los solistas. Antes de los conciertos suele intercambiar ideas con ellos para resolver las dudas de última hora que puedan surgir durante los ensayos. El momento decisivo llega cuando todo ese trabajo previo en el que ha dejado atrás interrogantes y experimentos se escucha. «Es muy bonito el silencio que se crea en la sala cuando van a empezar a tocar. Después transcurre como a cámara lenta. Vas buscando los matices y parece que el tiempo se detiene. Y al final, esos segundos que pasan entre la última nota y los aplausos de la gente se hacen larguísimos».

Mundo de hombres

Sus referentes se mueven entre Sofia Gubaidulina y Missy Mazzoli. Le atrae la trayectoria de la autora rusa y los innumerables reconocimientos internacionales. Con Mazzoli comparte la visión de lo que debe ser la música contemporánea actual. «Ni elitista, ni ajena a la sociedad».

Aunque pertenecen a dos épocas distintas, tanto Mazzoli como Gubaidulina han conseguido brillar en un mundo creativo en el que hasta hace poco solo firmaban hombres.

Desde que empezó en el oficio, combate igualmente la imagen generalizada del compositor con peluca que escribe con pluma de ganso sobre los pentagramas. «Somos gente muy de nuestro tiempo, nada de señores medievales. Utilizamos el ordenador, las tablets y muchos 'gadtches' tecnológicos en nuestro trabajo».

El uso que hace de las redes sociales ilustra ese apego a la vanguardia. «A nosotros no nos ven, no nos ponen la cara, los aplausos se lo llevan siempre las orquestas y ahora tenemos una forma de darnos a conocer ante el público».

Utiliza sus cuentas de Facebook e Instagram para interpretar en directo, explicar las pautas de un tema o para resolver dudas que le preguntan los espectadores. «Hay un intercambio con los receptores que en los conciertos habituales te pierdes. Eso es fantástico».

En esa interacción permanente, muchos estudiantes de conservatorio le preguntan sobre cómo encaminar su futuro. A todos les responde lo mismo. Para llegar a una misma meta hay varios caminos y el más cómodo pasa por imaginarse haciendo algo durante muchas horas con pasión. «Hay días que no paro de escribir y de componer. Desde por la mañana hasta por la noche sin parar».

«Los compositores somos gente de nuestro tiempo, nada de señores que escriben con pluma»

Y también viajando. Aunque Marta prefiere hablar del 'espíritu wanderlust', una importación lingüística alemana que podría traducirse como 'pasión por vagar'.

El término se ha puesto de moda en los últimos años a través de páginas y blogs de viajes para crear comunidades virtuales entre los que reconocen una continua necesidad nómada.

Y a esta fascinación le dedica su nueva obra. «Quiero cerrar pronto una pieza para piano que se estrenará el 20 de octubre en Internet en la que trato de plasmar precisamente la riqueza de los viajes y el hambre permanente por conocer otros lugares».

De este espíritu nacen las visitas creativas. «Necesito conocer cómo viven en otras culturas y me fascina el intercambio de experiencias. Llegas a la conclusión de que hay ciudades o pueblos muy lejanos pero con mucho en común entre sí». La pieza al mar de Salento es el último ejemplo. «Si algo cala en mí, trato de transmitirlo con mi lenguaje para que llegue a todos. Igual que un novelista en sus libros o en poeta con sus versos».

A sus 35 años, Marta carga la agenda de proyectos y contactos para seguir componiendo. Espera que algún día la Orquesta de Extremadura le llame para encargarle una obra. «Ya compuse para su orquesta joven hace algunos años, cerraría un círculo».

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