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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Tamara es de Cáceres y llegó a Punta Umbría hace doce años con un hijo y embarazada de otra. Se hizo pescadera y ahora tiene dos hijos más. :: JLG

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Tamara es de Cáceres y llegó a Punta Umbría hace doce años con un hijo y embarazada de otra. Se hizo pescadera y ahora tiene dos hijos más. :: JLG
TÚ AL PUEBLO, YO A LA PLAYA

Una pescadera cacereña con chispa

Tamara, 34 años y cuatro hijos, es cada mañana la alegría del mercado de Punta Umbría | Se fue de Extremadura hace doce años, aprendió a limpiar pescado y la contrataron «por mi simpatía y porque soy espabilada»

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Domingo, 5 de agosto 2018, 08:55

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«Tiene usted el bajío de Badajoz», le dice la pescadera más resuelta del mercado de Punta Umbría a los clientes extremeños. Los detecta por ese característico dejarse caer al entonar la pregunta habitual para saber qué tal es el género que acaba de llegar del mar. «¿Duda de que son de hoy?, ¡pero si tienen tan buena cara como usted!», responde zalamera cogiendo un boquerón y encarándolo hacia su comprador.

«¿Son chicos?, ¿se ha puesto usted hoy las lentillas?». Así es Tamara, un revoltijo detrás del mostrador que se hace el moño, se enfunda los guantes, se anuda el delantal y cada mañana se pone a envolver pescado y a despacharlo con una frase ocurrente de regalo a unos y otras. «¿Este es su marido señora? Pues a ver si lo educa un poco mejor», se defiende con arte en cuanto algún varón se viene arriba con los piropos.

De su chispa sabe medio pueblo. Lo que pocos conocen es que la sonrisa que destaca en primera línea del concurrido mercado de Punta Umbría procede de Cáceres. Allí estudió primero en el colegio Giner de los Ríos y luego en el Moctezuma.

«Por la tarde limpio casas, soy lo que se dice una curranta, por si quieres resumirlo»

Hasta ahí su vida parece normal, y que trabaje en una pescadería podría ser un desenlace previsible de alguien que emigró hacia la costa. Pero su peripecia encierra sorpresas variadas. Tamara Castro Martínez es merchera. «Sí, merchera oiga -le espeta a un cliente que está cotilleando la charla-, mi sangre es mitad paya y mitad gitana, ¿quiere unos chocos como siempre?»

Cuenta que en realidad nació en Bilbao, pero sus padres la abandonaron y fue adoptada por una pareja de cacereños que en la actualidad están divorciados. «Mi padre es de La Mejostilla y mi madre de Nuevo Cáceres», aclara para demostrar que su relato es verídico.

Tamara tiene ahora 34 años y en Punta Umbría lleva doce. «Dejamos Cáceres porque mi marido, que ahora es mi exmarido, no encontraba trabajo, así que aquí vinimos a la aventura. Cuando llegamos mi hijo Oliver tenía un año y yo estaba embarazada de seis meses de mi hija Zayra. Ahora el mayor tiene catorce, ¿le interesa la historia? -se dirige a un cliente- pues sepa que luego aquí tuve dos hijos más, Izan y Nadia, de seis y tres años, sí de seis y tres, preciosos», relata.

El primer trabajo de Tamara fue limpiando casas, una tarea que aún realiza por las tardes para completar su sueldo de pescadera, profesión a la que se dedica en Pescados y Mariscos Felipe S. L. «Soy lo que se dice una curranta, por si quieres resumir mi vida en una palabra».

«Ahora conozco todos los pescados, pero tengo que reconocer que me costó saber cuál era cada uno y luego aprender a limpiarlos, el que más el rape por los dientes que tiene. Todo eso me lo enseñó Lourdes, que es mi jefa. Me cogieron por mi simpatía y porque me vieron muy espabilada, ¿usted que cree, le pongo así o quiere más?, aproveche que hoy la doraíta viene buenísima».

Tamara vive en Punta Umbría todo el año y visita Cáceres regularmente, sobre todo cuando la pescadería baja el ritmo en los meses de febrero y marzo, aunque también es frecuente que reciba visitas de su hermana y su madre.

«A mí de Punta Umbría ya no me mueven. Me gusta todo, el pescaíto y la playa. El que más la anchova a la plancha, y en cuanto a la playa voy todos los domingos con mis hijos. Soy una curranta, sí, pero ese día es sagrado».

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