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A la espera del repunte que se está produciendo en otras comunidades autónomas. Esa es la sensación que transmiten los portavoces del sector de la construcción en Extremadura, que son poco optimistas respecto al futuro debido a la escasez de obra pública y al elevado número de trabajadores autónomos que hay actualmente en relación a los empleados por cuenta ajena, pero también por la poca inversión en la formación de los profesionales y por el estancamiento en la compra de suelo.
En los últimos tres años, desde 2014, el número de personas dadas de alta en la seguridad social se mantiene estable, aunque sigue ligeramente a la baja: 13.380 al cierre del ejercicio pasado. Una cifra que no llega al 30% de los 45.061 que había hace una década, en 2007. «A estos habría que sumar los 8.600 autónomos que tenemos en el sector», expone Pedro Pérez, gerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Extremadura.
La alta presencia de autónomos, que sin embargo ha descendido de los más de 9.000 registrados el año pasado, es una muestra de la situación real de la construcción en la región y se ha producido por la unión de varios factores. Uno es el descenso de empresas -4.012 al finalizar 2016 frente a las más de 6.800 de antes de la manida crisis- que llevó a muchos trabajadores a engrosar las listas del paro y el descenso en la cuotas para los empleados por cuenta propia son los principales. «Las empresas están obligando a los trabajadores de las obras a hacerse autónomos, lo que se llama falso autónomo», detalla Miguel Talavera, secretario general de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT. «El porcentaje de estos falsos autónomos es bastante alto», apostilla Pérez.
A este problema se une el de los trabajadores ilegales, que no están dados de alta en ningún régimen y que los sindicatos cifran en 5.000 en la región. «Existen y nosotros los detectamos cuando visitamos obras y la gente huye pensando que somos inspectores de trabajo», confirma José Antonio Calvo, presidente de Apdecoba, la Asociación Provincial de Empresarios de la Construcción de Badajoz.
La coyuntura del sector, con la licitación pública bajo mínimos y la promoción inmobiliaria estancada, también favorece la aparición de trabajadores ilegales. Es la rehabilitación la que está sosteniendo a la construcción y en las pequeñas obras de reforma es más difícil que la administración detecte irregularidades. «Vas por las ciudades y las puertas de las obras están cerradas, eso pasa porque son ilegales», sostiene Calvo, que considera que el número de trabajadores «se mantiene porque hay muchos empleados de los ayuntamientos en el IAE (Impuesto de Actividades Económicas) de la construcción».
José Antonio Calvo Apdecoba
Miguel Talavera UGT
Joaquín Sánchez Fecons
José Luis Iglesias Pymecon
Que la rehabilitación sea el motor del sector -los representantes de los empresarios cifran estos trabajos entre el 45 y el 50% de la totalidad de obras- se explica en la necesidad de adaptar el parque de viviendas que existe en la región, ya que el gasto energético es cada vez mayor para las familias y la envolvente energética de los edificios es muy mejorable. «Se ha estado construyendo en calidades medias y bajas durante muchos años, sobre todo en los del 'boom' inmobiliario», entiende Cristóbal Maza, director general de Aspremetal. A esto se suma el envejecimiento de la población, lo que provoca un aumento de las exigencias en materia de accesibilidad.
De esta forma, hay un importante nicho de empleo en este tipo de actuaciones, pero que no ayuda a la creación de puestos de trabajo porque las obras que se acometen son de pequeño tamaño y no se realizan reformas integrales. «A nivel de generación de empleo poco tiene que ver el ámbito de la reforma con la promoción inmobiliaria», expone José Luis Iglesias, gerente de Pymecon, que añade que el apoyo a la rehabilitación por parte de la administración regional también ha influido en su mayor desarrollo. «En los últimos planes de vivienda las ayudas a la compra han sido prácticamente nulas y se ha fomentado la rehabilitación», insiste Iglesias.
Uno de los indicadores de la situación del sector de la construcción es la presencia de grúas en el perfil urbano de las ciudades. La comprobación es sencilla, basta con observar una localidad desde un edificio alto o desde las afueras y en el caso de Extremadura tampoco es complicado llegar a una conclusión.
La promoción inmobiliaria continúa en cifras muy bajas. Los visados de obra nueva en 2016 se situaron en 1.307, el mejor dato desde 2012 y manteniendo la tendencia al alza del año pasado, pero muy lejos de los más de 18.000 de 2007. Por el contrario, en lo que llevamos de 2017 se está viviendo el fenómeno inverso. «Este año ha habido 124 visados, frente a los 132 de los mismos meses de 2016», dice el máximo responsable de Apdecoba. En este sentido, hay que tener en cuenta que un mismo visado puede servir para una o varias viviendas y que no todos los visados que se conceden suponen que se comience a construir de manera inmediata.
«En promoción de vivienda hay un tímido repunte», admite Joaquín Sánchez, secretario general de Fecons, que sigue detectando un problema en el acceso a la financiación por parte de los promotores, pero que vislumbra señales positivas en el conjunto del sector.
La leve recuperación se manifiesta en la escasez del stock de vivienda nueva en las principales ciudades de Extremadura, según apuntan tanto los sindicatos como las asociaciones de empresarios. «Además, el precio se ha estabilizado y la tendencia es al alza, como ya pasa en las grandes ciudades», remarca el gerente de la federación radicada en Plasencia.
En cuanto a la relación del sector con las entidades bancarias, los empresarios lamentan las dificultades con las que se encuentran a la hora de obtener financiación. «Si se quiere hacer una promoción en suelo que es del banco no suele haber problemas, pero si el suelo es propio las condiciones son muy duras. En este caso solo financian entre el 70 y el 80% y requieren datos cercanos al 50% de viviendas vendidas antes de empezar a construir», expone Sánchez.
Los compradores también recurren a las entidades de crédito en el momento de adquirir una vivienda y su sensación es similar a la de los promotores. «He ido a pedir una hipoteca y me han ofrecido muchas facilidades si optaba por comprar una casa que era propiedad del banco, pero no para la que yo quería», admite un joven cacereño.
A pesar de todo, los bancos están cada vez más abiertos a la posibilidad de prestar dinero, aunque las exigencias que imponen para hacerlo poco se parecen a las que planteaban hace pocos años. «Ya empiezan a abrir sus puertas al sector, su negocio es el préstamo y estamos condenados a entendernos», remarca Iglesias.
Esta visión general de la promoción inmobiliaria la resume Calvo: «En Extremadura no se están haciendo ni mil viviendas en estos momentos y en ciudades como Badajoz, Zafra, Cáceres, Almendralejo o Mérida hay mercado para esas construcciones». Esta afirmación indica que hay demanda, pero no una verdadera oferta de vivienda nueva y que lo que se esté moviendo es el mercado de la segunda mano, en el que se venden muchos inmuebles sin estrenar. «La gente compraba para especular, porque en caso contrario, con todo lo que se construía, habríamos vivido un crecimiento de la población y no ha sido así», señala el presidente de Apdecoba.
Con la vista puesta en el futuro, los agentes del sector divisan un nuevo problema: la falta de suelo para construir en los próximos años. El precio de los terrenos se encareció mucho, con lo que el parón de la construcción motivó que se dejara de comprar. Actualmente, con las empresas poco boyantes, tampoco se está vendiendo y las pocas promociones que hay se están haciendo en suelo finalista. «Cuando éste se acabe habrá que estar entre cuatro y cinco años para la reconversión del suelo, lo que supondrá que no se pueda construir y que aumente mucho el precio de la vivienda», prevé Calvo.
Por último, la obra civil ha alcanzado en Extremadura los peores datos, en cuanto a inversión, de la última década. «En los cuatro primeros meses se han licitado un poco más 28 millones de euros. Es una cifra bajísima», informa el gerente de Fecons. Normalmente, en los meses finales del año se produce un repunte pero mucho debe de mejorar para alcanzar los 144 millones de euros del año pasado, que ya fue el segundo peor desde la crisis.
Por ver el lado positivo, las expectativas de cara a los ejercicios venideros son altas en esta línea. «Cuando haya fondos públicos habrá que ponerse al día y hacer depuradoras de agua, mejorar los colegios, adaptar los edificios para que sean sostenibles o arreglar carreteras», comentan desde la Fundación Laboral.
Mientras tanto, los empresarios locales reclaman un mejor trato en los pliegos y que no se valore tanto la oferta económica a la hora de las adjudicaciones. Las grandes obras de la región están yendo a manos de potentes empresas nacionales, que hacen bajas de más del 40%. «Como aquí no tienen estructura, acaban componiendo un puzzle a base de subcontratistas extremeños, que son los que realizan el trabajo a precios muy reducidos», puntualiza el gerente de Pymecon.
Por el momento, es una forma de sobrevivir, como lo hacen las empresas que buscan negocio fuera de Extremadura y las cuadrillas de trabajadores que, con la recuperación del sector en las grandes urbes españolas, están volviendo a encontrar empleo en otras ciudades, sobre todo en Madrid.
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