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Busto de Francisco de Orellana en Trujillo. HOY
Orellana

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VIENTO DEL ESTE ·

JOSÉ LUIS GIL SOTO

Martes, 12 de febrero 2019, 09:09

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En medio de una pujante corriente contra el colonialismo español ocurrido tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, conviene hacerse eco de los acontecimientos que no solo cambiaron la historia sino que, además, supusieron un tremendo desconcierto para quienes lo protagonizaron. Estos hechos son todavía hoy estudiados antropológicamente desde la perspectiva de la perplejidad que supuso para quienes se vieron envueltos en ellos sin un modelo de referencia que les sirviera para comparar y comprender lo que tenían ante sus ojos.

Así fue con todo o casi todo lo que sucedió a partir de 1492, y así debió de ser para Francisco de Orellana cuando se convirtió en el primer europeo en ver y recorrer, junto a sus hombres, el río Amazonas.

Orellana había nacido en Trujillo treinta años antes y para entonces había participado en la conquista del Imperio Inca, había fundado la ciudad de Guayaquil (hoy en Ecuador) y había sido nombrado, entre otras cosas, teniente gobernador de la ciudad fundada por él mismo.

El destino lo llevó a Quito poco después, donde se reunió con su pariente Gonzalo Pizarro, quien por entonces decidió aventurarse en una expedición que pretendía adentrarse en una zona supuestamente muy rica conocida como 'País de la Canela'. Orellana se sumó a la expedición a las órdenes de su deudo. Avanzaron hasta el río Coca y allí hicieron amistad con un cacique indígena que no tenía gran cosa que ofrecerles. Junto al río decidieron construir un bergantín con el fin de ir río abajo en busca de comida, pues el hambre los azotaba a todos y los soldados amenazaban con amotinarse.

Orellana pidió a Gonzalo Pizarro que le confiara la misión, y se embarcó en el bergantín a finales de diciembre de 1541. Pero no regresó nunca junto a Pizarro. Por el contrario, descendió el río Coca, entró en el río Napo y tal día como hoy, el 12 de febrero, entró en el Amazonas y lo navegó durante meses hasta llegar al Atlántico, sin dar crédito a lo que veía.

Aquellos soldados no habían visto nada igual. El Amazonas es el río más largo y caudaloso del mundo, contiene más agua que el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos, de tal forma que supone la quinta parte del agua dulce del planeta. Tiene más de siete mil kilómetros de longitud y una anchura que llega a ser de hasta diez kilómetros, expandiéndose hasta cuarenta y ocho en la temporada húmeda. Su desembocadura acaba siendo un estuario de más de doscientos cuarenta kilómetros de ancho.

Ni que decir tiene que Orellana fue acusado de traición por Pizarro y tuvo que enfrentarse en España a los cargos presentados contra él. Era la historia repetida mil veces entre los españoles afianzados en el Nuevo Mundo: motines, traiciones, revueltas, enfrentamientos y guerras civiles que, con frecuencia, acabaron mandando a mejor vida a más soldados que los propios indígenas. Salió absuelto, regresó y poco después entregó su alma en la Amazonía a manos de los indios.

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