La titularidad compartida supone el pago de dos cuotas de autónomo. HOY

La mujeres son cotitulares en solo 93 explotaciones agrarias de Extremadura

Un informe de EAE Business School certifica que el 60% de las mujeres rurales españolas no cotizan por su trabajo

Lunes, 21 de noviembre 2022, 07:02

Se encarga de todo el papeleo de su explotación agraria desde que hace tres años la puso en marcha junto a su pareja. «El ... campo no solo consiste en el trabajo en las fincas; la burocracia cada vez lleva más tiempo, a veces más que el propio campo», dice Mari Ángeles Ponce (42 años, Guareña).

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Ella es una de las pocas, poquísimas, mujeres extremeñas que están dadas de alta en la figura de titularidad compartida de una explotación agraria. «Creo que soy la única de Guareña», añade. El total regional asciende a 93 y en toda España hay 1.038, según el registro (Reticom) que maneja el Ministerio de Agricultura.

Desde Fademur se aboga por incentivar la figura de la titularidad compartida mediante beneficios económicos

Son números muy reducidos, pese a que se han movido al alza en los últimos años. En 2021 se produjeron más de una treintena de altas en Extremadura. «Se debe incentivar económicamente la titularidad compartida –expone Catalina García, presidenta de Fademur (la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales)– porque un gasto de 300 euros más al mes supone mucho para algunos agricultores».

Con la figura de la titularidad compartida, las dos personas que están al frente de la explotación deben hacer frente a sendas cuotas de la Seguridad Social. Así, Mari Ángeles paga 199 euros todos los meses y Lorenzo, su marido, 332. Ella tiene una bonificación, porque se dio de alta como joven agricultora cuando iniciaron su aventura empresarial. Ampliar esas facilidades a los mayores de 40 años es una de las posibilidades que plantean desde Fademur para hacer más atractiva la figura de la titularidad compartida. «Si pueden tener ayudas para comprar maquinaria, construir una nave o hacer una charca probablemente tendríamos más éxito», señala García.

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El fomento de esta figura serviría para que muchas mujeres del ámbito rural comiencen a cotizar. Según un estudio de EAE Business School, el 60% de las mujeres rurales no cotizan por su trabajo. «Eso repercute negativamente en su independencia», aporta la presidenta de Fademur.

Ese porcentaje puede ser algo más reducido en Extremadura, ya que –al igual que en Andalucía– existe la figura de la cuenta ajena del campo. «Gracias al Plan de Fomento del Empleo Agrario, lo que era el antiguo PER, ocupar los puestos de trabajo temporales ha permitido el acceso de numerosas jornaleras del campo al subsidio por desempleo. Esta posibilidad de acceder al mundo laboral ha contribuido a que muchas extremeñas puedan sentirse útiles, ya que su trabajo es por fin reconocido y remunerado», señala Marta González-Peláez, una de las investigadoras que han realizado el informe 'Mujeres Rurales', que añade que esto ha supuesto que las mujeres ganen en independencia económica, ya que les ha permitido cotizar como cualquier mujer del área urbana.

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Aun así, todavía hay un gran número mujeres que no cotizan pese a que colaboran en las tareas agrarias de las explotaciones familiares. «Claro que hay mujeres en Guareña que acuden al campo en las campañas y que no están dadas de alta», confirma Ponce sobre su entorno más cercano.

Pero en el mundo rural las mujeres no solo se dedican al campo. Hay otras actividades, como el comercio, en las que se encuentran salidas laborales. «Su mercado es muy limitado, por mucho que intentamos que vendan por internet, y no pueden acceder a pagar una cuota de la Seguridad Social», detalla García.

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Estereotipos

Los estereotipos de género y los roles asignados socioculturalmente a las mujeres es, según el estudio de EAE Business School, otro de los aspectos que influye en que la ratio de mujeres del mundo rural que cotizan sea más reducido. «Suponen un impedimento en la lucha por la igualdad; en Extremadura se puede observar mayor falta de formación en las mujeres rurales mayores de 45 años, lo que provoca que sean más dependientes económicamente teniendo que tomar el eterno papel de cuidadoras y amas de casa, perpetuando así los roles de género», afirma González-Peláez.

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