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María Teresa Rodríguez, directora del MUBA, en el edificio principal de la pinacoteca. Casimiro Moreno
La mujer que custodia dos mil obras de arte

La mujer que custodia dos mil obras de arte

Extremadura en femenino ·

María Teresa Rodríguez Prieto. Directora del MUBA

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Lunes, 21 de junio 2021, 07:20

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María Teresa Rodríguez (Almería, 1973) es la primera mujer al frente del Museo de Bellas Artes de Badajoz (MUBA), una institución centenaria que ha tenido en la nómina de sus directores a Adelardo Covarsí o a Francisco Pedraja. Desde hace siete años ella es la encargada de custodiar y conservar las dos mil obras de arte que atesora un museo que, de su mano, ha logrado tener un espacio propio para las exposiciones temporales, colgar en sus paredes un Morales o afianzar un programa educativo para niños y adolescentes.

De familia salmantina, tanto Mayte como su hermano –cuatro años menor–, nacieron en Almería, a donde su padre pidió traslado buscando un clima cálido para su mujer, que tiene problemas de corazón. A los siete años se mudaron a Mérida y desde entonces, la directora del MUBA ya no ha salido de Extremadura. «Si a mí me preguntan de dónde soy, digo que extremeña».

En la capital autonómica estudió en el colegio de las Josefinas y después en el IES Santa Eulalia. Fue –dice– una estudiante media, a la que las Matemáticas y la Física y Química se le atragantaban. El profesor que le dio historia en 6º de EGB y el de la asignatura de Mérida arqueológica del instituto le marcaron el camino de la que después ha sido su trayectoria profesional. «Con ellos descubrí que mi vida tenía que ir encaminada a la arqueología o a los museos».

En el 1991 entró en la Universidad, donde estudió Filosofía y Letras en la Facultad de Cáceres, haciendo la especialidad de Arte. Poco antes había sido madre de su primer hijo, al que tuvo con 17 años. Su familia hizo posible que la maternidad no truncase su vida. «El apoyo familiar fue fundamental, mi familia decidió que yo tenía que seguir estudiando y yo no me planteé ponerme a trabajar. Mi hijo estaba en casa y se crió como si fuera un hermano».

Durante su etapa universitaria iba y venía todos los días desde Mérida a Cáceres precisamente para no alejarse de su hijo. Nada más terminar sus estudios, comenzó a hacer el doctorado, aunque la tesis la presentó muchos años después, en 2012, y dedicada al Monasterio de Yuste.

Su primer contacto laboral fue ni más ni menos que en el Museo Nacional de Arte Romano, una institución a la que ella ya estaba vinculada porque pertenecía a la asociación de Amigos del Museo y recibía clases de latín de una de sus conservadoras.

«Fui la primera persona que hizo prácticas en el Museo de Arte Romano porque entré recién firmado el convenio con el Ministerio de Cultura», recuerda. Después llegó su primer contrato, que lo firmó con Caja Duero, como guía en ese mismo museo de una exposición dedicada a Trajano. Tras eso, encadenó tres becas del Ministerio de Cultura que le permitieron seguir trabajando en el museo emeritense. En total, cuatro años que para su mochila profesional fueron –califica– «un lujo».

Es la primera mujer al frente de un museo que ha tenido entre sus directores a Adelardo Covarsí o Francisco Pedraja

No se planteó sin embargo opositar para intentar quedarse allí. Al ser una convocatoria nacional corría el riesgo de que su puesto estuviera fuera de Extremadura y le obligara a separarse de su hijo. Por eso decidió optar a un plaza en el Museo de Bellas Artes de Badajoz. Se enteró de la fecha del examen de la oposición en plena luna de miel. En septiembre de 2002 se casó con su marido, que por entonces era portavoz de los socialistas de Cáceres, en una ceremonia oficiada por el exalcalde, José María Saponi. Con su marido tuvo a su segundo hijo, que ahora tiene 15 años.

En abril de 2003 cogió su plaza como conservadora del MUBA, de eso han pasado 18 años que son los que lleva vinculada a la pinacoteca que reúne el patrimonio artístico, fundamentalmente plástico, de la provincia de Badajoz desde el siglo XVI. Habitualmente su trabajo se confunde con el del restaurador, pero no es el caso. Antes de asumir la dirección, Mayte Rodríguez se dedicaba a organizar exposiciones, hacer inventarios y elaborar los catálogos del museo.

Recuerda especialmente la primera exposición que organizó en el MUBA, que estaba dedicada al pintor Julián Pérez Muñoz, o la monográfica sobre Nicolás Megía, que confiesa que es uno de sus pintores favoritos, en la que logró reconstruir su estudio.

Desde diciembre de 2014 dirige el museo, pocos meses antes de la inauguración de la última ampliación de la pinacoteca. No oculta que rondaba en su cabeza la posibilidad de que algún día pudiera ponerse al frente. «Ver que se convertía en realidad fue una alegría».

No le dio miedo asumir el cargo, porque se sentía preparada para afrontar el desafío de gestionar con criterio un museo que, recuerda, no es un almacén. Con ella, el MUBA ha conseguido tener un espacio propio para exposiciones temporales, en las que ha logrado traer a Badajoz un Rubens; ha enriquecido la colección del museo con la adquisición de su primer Morales, con la compra de dos cuadros que Timoteo Pérez Rubio expuso en Ginebra antes exiliarse a Brasil, o con el depósito del primer lienzo de Eduardo Naranjo; ha consolidado un programa educativo para niños y adolescentes que está deseando que la pandemia le permite retomar; y ha comenzado a darle su sitio a las mujeres artistas.

ALGUNOS DATOS

  • Biográficos. Tiene 48 años, está casada y tiene dos hijos, uno de 30 y otro de 15 años. Nació en Almería pero desde los 7 años vive en Extremadura.

  • Formativos. Estudió en el colegio de las Josefinas y en el IES Santa Eulalia de Mérida y cursó Filosofía y Letras en Cáceres. En 2012 leyó su tesis doctoral sobre el Monasterio de Yuste.

  • Profesionales. Fue la primera trabajadora en prácticas del Museo Nacional de Arte Romano, donde trabajó cuatro años encadenando varios proyectos. Después se sacó una plaza en la Diputación de Badajoz como conservadora del Museo de Bellas Artes. Hace siete años fue nombrada directora del MUBA.

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