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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Atardecer en la solitaria dehesa de Ceclavín. :: E. R.
La moda de la España vacía

La moda de la España vacía

Hace nada, pagaban en miel y patatera por hablar de la despoblación

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Sábado, 7 de septiembre 2019, 08:54

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En Ceclavín, bajo el porche, en una tarde agradable de verano. Leo dos libros a la vez, los voy alternando y las sensaciones son diferentes. Leo 'Los asquerosos', la popular novela de Santiago Lorenzo, una de las preferidas por los famosos en esas encuestas sobre el libro que te llevarías de veraneo a tu isla favorita. Ni soy famoso ni veraneo en islas exóticas, pero me he traído 'Los asquerosos' a Ceclavín. Leo la novela y me dice poco, la sigo leyendo y no me dice nada, persisto y acabo leyéndola verticalmente, deprisa, a tres páginas por minuto, por si me empieza a decir algo, pero no hay manera.

Acabo el libro de moda y reparo en algo importante: en ningún momento lo he dejado sobre la mesa y he mirado pensativo hacia el melocotonero del jardín. Pero bueno, ya lo he acabado. Ahora cojo el otro libro. Se titula 'Capricho extremeño', lo publicó hace años la Editora Regional y son fragmentos de los diarios de Andrés Trapiello referidos a Extremadura. Empiezo a leerlo y todo cambia. En cinco páginas, Trapiello consigue que deje tres veces el libro sobre la mesa, piense y me entren ganas de escribir.

En ambos libros, se habla del campo, del mundo rural, de los pueblos, de paseos y vivencias. En el de Trapiello, no pasa nada; en el otro, hay intriga, crimen, lucha por la supervivencia, sorpresas... Pero es el libro en el que no pasa nada el que me inspira y me provoca.

Antes de venirme a Ceclavín, he pasado diez días recorriendo las sierras celtibéricas de Segovia, Soria y La Rioja, es decir, la España más vacía. En agosto, esos pueblos estaban tan llenos de turistas paisanos como los pueblos extremeños. Reinaba mucha animación, pero en septiembre, retornará la soledad a Catalañazor (Soria), a Anguiano (La Rioja), a Pedraza (Segovia)...

Escribir sobre la España sin gente me da reparo porque está de moda y no me fío. Es una historia que he contado desde 1986, cuando empecé a escribir en los periódicos y hacía reportajes sobre las campañas electorales gallegas de Manuel Fraga en Os Ancares y O Courel. Ya en Extremadura, comparaba Gata con El Rebollar salmantino o escribía sobre la tierra de Naciados, entre el Tiétar y Toledo. Nadie hacía ni caso porque la despoblación era una curiosidad menor. Ahora es Moda, Tendencia, el Tema, el Problema, lo Trending Topic. Y hasta pagan por ello.

Últimamente, me invitan a hablar de la despoblación y me ruegan que comunique mis honorarios. Es la primera vez que me sucede. Les digo que, hasta ahora, solían pagarme las charlas con miel y patatera, un trueque muy medieval, muy rural, muy de España vacía: yo hablo y ustedes alegran mi alacena.

Cuando ganas dinero con un tema de moda debes preocuparte. Por ejemplo, la Raya. Escribo sobre la Raya y su circunstancia desde hace 30 años. Nadie me ha hecho nunca caso ni a mí ni a los cuatro frikis que tratábamos el tema salvo apuntar los restaurantes y algunos destinos.

Escribí un libro sobre la Raya luso-extremeña, 'La frontera que nunca existió', del que no pagaban ni derechos de autor. Pero ha sido descubrirse que la Raya y la sierra Celtibérica son las zonas más vacías de España, con índices demográficos lapones, y todo ha cambiado: una importante editorial andaluza me publicará en otoño un libro sobre la cuestión pagando derechos y todo y he dado varios cursos sobre la Raya a tanto la hora.

Todo esto me llena de temor y de preguntas: ¿la despoblación importa de verdad o solo es tendencia, moda, trending topic pasajero? Me temo que lo segundo así que me relajo, olvido el otro libro, me sumerjo en Trapiello y retorno a lo que importa, lo que trasciende, lo fundamental, aquello que sigue su curso inasequible a la excitación pasajera de yutubers, influencers e instagramers. Literatura, solo literatura. Eso es lo que queda, lo que influye, lo que, a la larga, transforma la España vacía y también la llena.

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