Manual de supervivencia
Irene Sánchez Carrón
Domingo, 24 de febrero 2019, 08:47
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Irene Sánchez Carrón
Domingo, 24 de febrero 2019, 08:47
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Si el presidente Sánchez ha considerado oportuno escribir un 'manual de resistencia', los votantes vamos a necesitar uno de supervivencia para enfrentarnos a los próximos comicios. No sorprende la mala valoración de los líderes de las formaciones políticas en todas las encuestas, desde la más cruda a la más churrascada, ni la noticia de que entre un tercio y un cuarto de los votantes no tiene decidido su voto y solo lo hará en el último momento. Es precisamente ese porcentaje el que finalmente inclina la balanza de las mayorías de gobierno. Las dudas surgen por tener votar no la opción que más seduce sino la que menos disgusta.
Sin mencionar a los partidos extremistas, a los que no se va a hacer publicidad en este artículo, nada más comenzar este largo periodo preelectoral, tras el esperado anuncio de Sánchez, parece que los políticos empiezan a no coordinar, pese a que rápidamente casi todas las formaciones se han apresurado a convocar reuniones de coordinación y estrategia. El propio Presidente, tras una entrevista en televisión con algún acierto y mucha falta de autocrítica, como es costumbre en él, ha presentado su libro, 'Manual de resistencia'. Más allá de alguna cita equivocada de nuestros clásicos del Renacimiento (todo el mundo puede equivocarse alguna vez en esto de las citas), hay que plantearse la idoneidad u oportunidad de que un presidente en activo publique un libro de memorias. Ningún otro presidente lo había hecho antes. Por algo será.
Entre las perlas que se desgranan en el libro, han sido muy comentadas dos de ellas. La primera se refiere a la falta de discreción que supone el hecho de dar importancia y airear la decisión, nada más llegar, de pintar la habitación de matrimonio del Palacio de la Moncloa y cambiar el colchón, todo ello apoyándose en el pedestre argumento de que «dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición». Según otras informaciones, parece ser que hubo más gastos, además del titanlux y el flex, habida cuenta del montante invertido. Somos conscientes de que cada vez que cambia el inquilino de la residencia presidencial se producen cambios, pero contarlo como lo ha hecho Sánchez demuestra una falta de elegancia absoluta.
La otra cuestión comentada tiene que ver de nuevo con la indiscreción de los comentarios del presidente cuando narra las conversaciones con el Jefe del Estado. Los votantes sabemos que el juramento o la promesa de presidentes y ministros al tomar su cargo incorpora generalmente una mención al secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros. No sabemos si las conversaciones con el Jefe del Estado son de rango inferior, pero no creo que airearlas le haga mucha gracia al monarca, mucho menos cuando estas no se refieren a si gusta más o menos el picante en el menú de palacio o si juega mejor Nadal o Federer, sino cuando se habla de una situación tan delicada como la formación de gobierno.
Donde quiera que miremos parece como si, con el comienzo de este largo periodo preelectoral, los líderes políticos hubieran perdido el juicio. De Ciudadanos, además de algunas noticias sobre usos éticamente reprobables de fundaciones para evitar impuestos, preocupa que sus dirigentes se hayan apresurado a anunciar vetos y cordones sanitarios con formaciones de centro, cuando se sabe que es mejor estar abiertos a distintas posibilidades por el bien de la gobernabilidad del país, habida cuenta de la fragmentación del espectro político. Puestos a amenazar con vetos, quizá sería más apropiado dirigirlos a lugares más extremos.
Si miramos al PP, en su ansia por recuperar votos perdidos, el discurso de su líder resulta extremadamente duro y, por ejemplo, vuelve a poner sobre la mesa asuntos delicados como el del aborto, cuyos avances han sido consensuados y creemos que asumidos ya por la mayoría de la sociedad española. El PP de Casado, en este y otros aspectos, parece querer volver a tiempos prehistóricos, y no duda en lanzar discursos llenos de tics ultraconservadores que solo pueden servir para distanciarle del electorado que se sitúa más hacia el centro.
Solo el Tribunal Supremo, nuestra única tabla de salvación en los días que corren, parece no haber perdido el juicio. Con mucho acierto ha permitido entrar las cámaras en la sala para retransmitir el proceso a los líderes independentistas. Con buen juicio ha permitido exhibir símbolos políticos a quienes así lo quisieran y ha autorizado la traducción. Y con buen criterio no ha permitido otras peticiones que atentaban contra el sentido común y buscaban ventajas o victimismos. Con buen juicio ha adelantado las declaraciones más políticas, entre ellas las del expresidente Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría o Ada Colau, con el fin de alejarlas del ruido de las elecciones generales. Ojalá los jueces del Tribunal Supremo, en quienes confiamos plenamente, acierten en su difícil tarea de juzgar a los políticos catalanes, y que el fallo sea idéntico al que se produzca cuando la causa se eleve a Estrasburgo y a otras instituciones jurídicas supranacionales. Confío en que así será y deseo toda la suerte al buen hacer de la justicia española, nuestra única tabla de salvación en este tiempo de ruido y furia.
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