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¿Y mañana?

¿Y mañana?

La calma del encinar ·

tomás martín tamayo

Sábado, 25 de mayo 2019, 09:27

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La Unión Europea sigue siendo una asignatura pendiente y después de 33 años en ella, no dejamos de verla como algo lejano, difícil y que nos afecta poco. De un programa televisivo salieron a la calle, otra vez, para dejar en evidencia al transeúnte, por su incultura o su desinformación, preguntándole si conocía las diferencias que hay entre la OTAN, UNESCO, ONU y la UE. Es posible que el resultado estuviera maquillado, porque preguntaron a siete y ninguno supo establecer una diferencia mínima entre las siglas. La respuesta de una señora encopetada, collar de perlas y broche en solapa, en plena Gran Vía madrileña, resumía todas las demás: «Eso son cosas de Europa que a mí ni fu ni fa». Poco o nada hemos avanzado porque todo lo referido a Europa sigue siendo «ni fu ni fa» ¡Ni campaña electoral hemos tenido!

Durante la movilización política que se montó, previa al referendo de la OTAN, a Federico Mayor Zaragoza le tocó desplazarse a Extremadura para explicar las consecuencias de la entrada de España en la organización. Yo lo acompañé a muchos pueblos y en uno de ellos, Herrera del Duque, comprobamos la dificultad de la empresa. La postura del CDS era ambigua porque queríamos dejar en evidencia a Felipe González por su anterior «OTAN, de entrada NO», pero sin oponernos a una pertenencia efectiva desde cuatro años antes. Es decir, queríamos que España permaneciera en la OTAN, pero sin una abrumadora mayoría, que fortalecería al PSOE y, sobre todo, a Felipe González.

Federico Mayor Zaragoza, que años después fue director general de la UNESCO, uno de los políticos más inteligentes que he conocido, tenía un gran repertorio de ventajas pero, siguiendo el guion, durante su intervención se explayó en los inconvenientes, subrayando el coste económico que suponía la adhesión y la posibilidad de que nuestros soldados estuvieran desplegados por toda Europa, lejos de la familia, expuestos a guerras diversas… Después de dos horas de explicaciones y ejemplos, abrimos un turno de preguntas y un señor que había estado muy atento se levantó y sentenció: «¡Bueno, yo creo que no debemos preocuparnos, porque por lo que ha dicho usted, eso de la OTAN cae más bien al sur!». Cuando volvíamos a Badajoz, después de un largo silencio, Mayor Zaragoza me preguntó: «¿Yo he dicho que la OTAN cae más bien al sur?». Entre el señor de Herrera del Duque y la señora de la Gran Vía madrileña media la friolera de 33 años, pero el desconocimiento es muy similar porque UE, OTAN, ONU… siguen siendo «cosas de Europa, que ni fu ni fa».

Siempre hemos votado en las elecciones europeas con evidente desgano, hasta el punto de que en el Parlamento Europeo tuvimos representándonos a Ruiz Mateos por su «que te pego leches» a Boyer. Esas cuatro palabras, su programa electoral completo, le dieron dos escaños al de Rumasa…

¿Y mañana? Bueno, ya puestos votaremos también para el parlamento de la UE, como podíamos hacerlo para la OTAN o la ONU, porque lo que creemos que nos afecta de verdad es nuestro municipio y la Junta que, con las gafas de cerca, es donde se decide lo inmediato. Somos dueños de nuestro voto y podemos aprovechar la ocasión para deshacernos de proyectos caducados o para ratificarlos si consideramos que son buenos. Lo razonable es no jugársela y votar por conductores seguros que, aunque no den espectáculo ni pongan música estridente, tampoco despeñen el autobús. Mañana es nuestro día y después a callar cuatro o cinco años.

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