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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Valle asturiano de Proaza y Peña Ubiña, limítrofe con la comarca leonesa de Babia. :: E.R.
Su Majestad está en Babia

Su Majestad está en Babia

El móvil ha acabado con babia, con las musarañas y con el ni siento ni padezco

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Viernes, 8 de febrero 2019, 08:13

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Babia está al noroeste de la provincia de León. Es una comarca limítrofe con Asturias, en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica y muy agradable en verano por su vegetación, su fauna y su tranquilidad. Hoy, veranear en Babia es normal. Los asturianos, que a ir de veraneo lo llaman ir a secarse, suelen coger el coche los domingos lluviosos de agosto, lo cargan con la familia y la nevera campestre llena de comida y de sidra y se aventuran por las curvas de Proaza y de Teverga para salir por el puerto de Ventana a la comarca de Babia, donde luce el sol. Así, viajar a Babia significa vacación, descanso y olvidarse de los problemas y preocupaciones de la semana.

Conozco la comarca de Babia porque mi padre nació en Proaza, el valle asturiano del otro lado de Peña Ubiña, el pico más alto de la zona, y el lugar es ideal para relajarse y abandonarse al «dolce far niente».

Esto de veranear en Babia es muy antiguo. Tanto que los reyes de León pasaban en esta comarca el verano y cuando algún emisario o alguna embajada acudía a la Corte para despachar con el rey durante las semanas calurosas del estío, recibían el aviso de que el rey estaba en Babia y no había audiencia real. De esta manera, estar en Babia significaba que el rey estaba ausente, perdido, alejado... Hoy diríamos que a su bola.

La expresión se hizo popular y se extendió por los reinos peninsulares, pero no para referirse solo a los reyes, sino a cualquier hijo de vecino, que cuando se le veía ausente, perdido, alejado y a su bola se decía de él que estaba en babia, pero ya con minúscula y con la comarca leonesa convertida en un espacio intangible al que viajamos cada vez que nuestros pensamientos se pierden, nuestra mente se queda en blanco, el despiste nos puede y realizamos ese ejercicio tan relajante y reconfortante que recibe el nombre de mirar las musarañas, animalitos semejantes a los ratones o nubecillas invisibles que se ponen ante los ojos, pero que en realidad no existen, simplemente son una mezcla de babia y la nada, o sea, perder el tiempo de manera tan boba como relajante, una práctica antigua que de niños se conseguía fácilmente y tranquilizaba mucho, pero que ahora parece un objetivo de alta dificultad que solo se consigue tras varias sesiones de prácticas, ejercicios y talleres de relax, confort y armonía.

Ya no miramos a las musarañas ni estamos en babia. El maldito teléfono móvil ha acabado con esos momentos de ataraxia maravillosa en los que no deseabas, no te frustrabas, no ambicionabas, no padecías... Solo te dejabas ir hasta que tu madre te daba un pescozón y te conminaba a dejar las musarañas y ponerte a estudiar o hasta que tu pareja se asustaba y te decía: «¿Te pasa algo?» Y tú respondías con mucha propiedad que no te pasaba nada. Y nunca habías sido tan sincero como en esa respuesta porque era la nada lo que pasaba por ti, era la nada el lugar inaccesible al que habías conseguido llegar en una especie de mística para principiantes tan española que tenía diferentes grados castizos: tumbarse a la bartola, echarse la siesta del burro o ni siento ni padezco.

Pero todo eso se ha acabado. Los niños ya no miran las musarañas, los niños solo miran el móvil. Los mayores no pierden la noción del tiempo, los mayores miran el móvil. Ya no existen babia, la mente en blanco ni la mirada perdida, solo existe el móvil. Los niños no juegan, los mayores no se relacionan y nunca les fue tan difícil a los jóvenes estudiar como ahora: las musarañas eran una tentación que exigía un esfuerzo pues tenías que inventarte historias para llenar el tiempo de ausencia, ese esfuerzo cansaba y regresabas al libro; el móvil es la musaraña perfecta porque no exige esfuerzo alguno, te lo da todo, no tienes que pensar, basta con que te ausentes. ¿Podemos ver al rey? Imposible, su majestad está en Babia y se ha llevado el móvil.

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