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GLORIA CASARES
ALMENDRALEJO.
Jueves, 1 de enero 1970
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El jueves por la tarde, una fuerte tormenta de agua sorprendió a Almendralejo. Una vez pasada la cuerda de lluvia y ya medio clareando la tarde, Alfonso Chivo y Alberto González, dos policías nacionales, estaban patrullando cuando recibieron la llamada del 091 alertando de que había una persona pidiendo auxilio en la calle Primero de Mayo. Cuando llegaron al número 21, se encontraron con una casa baja cuyo techo del comedor se había derrumbado por la lluvia, como averiguarían poco después.
«Llegamos los primeros y nos encontramos a un señor con la cabeza ensangrentada en la calle pidiendo auxilio. Nos dijo que su mujer estaba entre los escombros», cuenta Alfonso. Cuando aún no habían llegado los bomberos, ni los servicios de emergencias sanitarias, el hijo del matrimonio, un joven muy afectado por lo ocurrido, indicó a estos dos policías nacionales cómo acceder por una puerta trasera al comedor donde se había caído la techumbre y donde lamentablemente se encontraba aún su madre.
«Cuando entramos vimos que entre los escombros estaba la salita de una vivienda. Se había derrumbado todo el salón. Estaba todo lleno de polvo, los enseres partidos y escuchamos una mujer mayor pidiendo auxilio», recuerda Alfonso.
Entre palos, tejas rotas, tablas y toda la estancia llena de polvo, el policía nacional empezó a excavar. «Me puse de rodillas y empecé a meterme por abajo y a sacar escombros».
No se veía nada y Alfonso recuerda que tuvo que utilizar la pequeña linterna que llevaba para moverse entre los escombros. «La mujer, por las voces, me iba indicando hasta que la toqué y la agarré. La cogí y empezó a chillar mucho».
Todavía emocionado, Alfonso, un joven pero veterano policía nacional destinado desde hace años en la Comisaría de Almendralejo, recordaba a HOY cómo la señora le decía «'por favor, no me dejes', era lo único que pedía».
La mujer estaba en la esquina de la salita. Se había quedado entre una mesa partida y un sofá, tumbada en el suelo. Alfonso poco a poco pudo ir acercando a la mujer hacia él para conseguir abrazarla y sacarla en brazos con ayuda de su compañero Alberto. La montaron en la ambulancia donde fue trasladada al hospital Tierra de Barros.
Ayer el matrimonio ya había sido dado de alta médica y el hijo también estaba mejor después de haber sido atendido por un ataque de ansiedad. Pero no pudieron volver a su casa, en estado de derrumbe.
El policía nacional Alfonso fue el cuarto herido por este accidente. En el servicio sufrió una contusión del trapecio izquierdo, aunque ayer seguía trabajando con una inflamación. «En esos momentos no se piensa, lo que intentas es ayudar al ciudadano y más cuando escuchas a una señora pidiendo auxilio. No ves el peligro tuyo y sí el de otra persona»,. «Me gusta mi trabajo, doy el 200 por cien con tal de ayudar», añadía ayer tras rememorar el suceso
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