Borrar
La cantante Karina fue lo más en los 70. :: HOY
A mí, Karina, a ti, Chojín

A mí, Karina, a ti, Chojín

Los jóvenes de 2050 se reirán del abuelo por ser fan de Rapsusklei

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 18 de octubre 2019, 08:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En un programa de Canal Extremadura sobre el barrio de la parte antigua de Cáceres, apareció un rapero que dijo llamarse Niñato Cabrón. Era su nombre artístico pues el verdadero es Dani. Es un tipo simpático e inquieto al que conozco desde hace años y que, además de rapero, es actor y lo que se tercie. El caso es que viéndolo en la tele rapeando con estilo me pregunté: «¿Y qué dirán los nietos de este muchacho cuando dentro de unos años se enteren de que su abuelo, de joven, era conocido artísticamente como Niñato Cabrón?».

Hoy, llamarse así mola. Es un nombre actual, muy propio del mundo del rap, de la música que triunfa, pero cuando pasen los años, sucederá lo de siempre: las nuevas generaciones abjurarán del rap y se partirán de risa cuando se enteren de que a su abuelo, o sea, a Niñato Cabrón, le gustaba escuchar a La Puta Opepé, a La Mala Rodríguez, a Foyone, a Nikone e incluso a Rapsusklei.

El tiempo fluye y todo cambia, pero las nuevas generaciones siguen abjurando de las viejas generaciones en un proceso infinito de aprecio de lo actual y desprecio de lo anterior. Quienes hoy adoran a Sindicato del Crimen y a Cloaka Company se parten de risa cuando les decimos que a nosotros nos gustaban Micky y Los Tonys o Mochi.

Aunque entre Los Mitos y Niñato Cabrón hayan pasado 50 años, la verdad es que hay una constante que une a los jóvenes músicos cuando buscan un nombre para sus grupos. Todos procuran escandalizar, romper, resumir en su marca artística la esencia de la heterodoxia y la diferencia. Hoy se lleva la iconoclastia brutal que asusta y de ahí nacen los Violadores del Verso o los Sindicato del Crimen. Son nombres demasiado fuertes para los años 60 y 70 del siglo pasado.

Hace medio siglo, bastaba moverse más de la cuenta para convertirse en un moderno que lo flipas. De ahí tanto nombre enérgico asociado al movimiento y el ruido, que para mis padres eran ya sinónimos de revolución, anarquía y contracorriente. En esos años, los grupos que llenaban las casetas de ferias tenían nombres que hoy dan risa, pero entonces eran lo más.

¿Se acuerdan de Los Bravos, Los Brincos, Los Saltos, Los Relámpagos, Los Gritos? Había conjuntos (entonces se llamaban así, conjuntos, y los cantantes eran vocalistas) con nombres de caballos indios: Los Mustangs, otros eran la tentación infernal: Los Diablos. No faltaban nombres cursis como Los Ángeles ni extraños: Los Mismos. Incluso había nombres chispeantes que funcionaban muy bien como Los Pekenikes y Fórmula V. Pero todos ellos provocan hoy una sonrisa displicente de superioridad en los seguidores impenitentes de C Tangana, Sucios Socios o Mucho Muchacho.

Sin embargo, cuando pasen 40 años, se repetirá la historia y los jóvenes rompedores y gamberros de entonces alucinarán cuando sus padres les digan que ellos escuchaban a Solo los Solo y a Los Chikos del Maíz. «¿Abuelo, cómo te podía molar (no se dirá molar, se dirá otro verbo igual de tonto) un grupo llamado Solo los Solo?», se extrañarán los nietos tanto como ahora se mofan de nosotros por ser fans de Karina, Adamo y Massiel. Hombre, si nos ponemos así, me parece más presentable enloquecer con un tipo llamado Pablo Abraira que con otro llamado El Chojín.

Repasando raperos de 2019 y conjuntos de los 60, me han llamado la atención dos que parecen inspirados en Azorín, Machado y Unamuno. Son Pacto entre Castellanos y Los 3 de Castilla. Lo que no sé es si dará más risa tener un abuelo rapero en Pacto entre Castellanos o tener un abuelo que se hacía llamar Niñato Cabrón.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios