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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Soledad García prueba una pistola de juguete en el laboratorio. :: Lorenzo Cordero

Los juguetes se prueban en Extremadura

Un laboratorio de Cáceres confirma que dos de cada diez productos recogidos en establecimientos de la región tienen riesgo para la salud

Álvaro Rubio

Badajoz

Domingo, 31 de diciembre 2017, 00:28

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Ositos de peluche, monopatines, sillitas de bebé, disfraces, coches teledirigidos o muñecas. Ellos ocupan los rincones de una sala en la que cada día trabaja Soledad García Díaz, una técnico de la Junta de Extremadura que se encarga de poner a prueba cientos de juguetes. Por sus manos pasan muchos de los regalos que durante estas fechas acabarán bajo el árbol de Navidad. Otros no podrán ser comercializados porque no han superado el exhaustivo examen al que les somete la responsable del Laboratorio del Juguete Extremeño, una entidad que depende del Instituto de Consumo y que vela por la seguridad de estos productos.

Lleva en funcionamiento desde 2010 y en siete años ha analizado un millar de objetos dirigidos a los más pequeños de la casa. Sólo en 2017 han desfilado un total de 200 por su mesa de trabajo. Tras mirarlos, tocarlos, deshacerlos e, incluso romperlos, la conclusión es que hay que estar muy atentos ante la compra de este tipo de productos, sobre todo durante las fechas navideñas.

Dos de cada diez juguetes recogidos en establecimientos comerciales extremeños para su posterior análisis en este laboratorio tienen un riesgo para la salud, una cifra que, aunque sigue siendo preocupante, se sitúa por debajo de la registrada el año anterior, cuando casi un 40 por ciento de los productos examinados en Extremadura no superaron el examen.

Pero, ¿cómo se trabaja en este laboratorio para obtener esos datos? Los responsables de este centro especializado programan una serie de campañas aleatorias de carácter regional, nacional y europeo para analizar juguetes por grupos de artículos. Lo que hacen es controlar el mercado.

¿En qué debemos fijarnos?

Marcado ‘C E’. Las letras ‘C E’ aseguran que cumple la normativa europea y eso tiene que aparecer de manera clara en el etiquetado. Algunos fabricantes chinos comercializan sus productos con las letras ‘C E’. Sin embargo, aluden a ‘China Export’ y la diferencia está en la distancia que existe entre la ‘C’ y la ‘E’. En este caso ese espacio es menor.

Advertencia de edad. Debe aparecer o el símbolo de advertencia de edad que indica que el juguete está destinado a niños mayores de 36 meses o la indicación: «No recomendado para menores de 36 meses, precedida por el término ‘Advertencia’», o el pictograma de advertencia de edad más la indicación de advertencia de edad, junto al motivo que origina dicha restricción. Por ejemplo: ‘piezas pequeñas’. El pictograma siempre debe ser de color rojo, con la restricción de edad en negro y con la inscripción 0-3. En ocasiones, como etiquetado no obligatorio, en el envase suelen aparecer pictogramas de recomendaciones de edad. Estos orientan al consumidor para saber si el objeto que van a comprar es el adecuado para el pequeño.

Etiquetado. Tiene que figurar el nombre y dirección completa del fabricante, importador o distribuidor, de manera visible, así como un número de tipo, lote, serie o modelo que permita su identificación. Si el juguete necesita instrucciones para el montaje o cambio de pilas, se deben incluir señalando que tienen que realizarse por un adulto.

Instrucciones. Deben estar escritas, al menos, en castellano.

Recomendación. Hay que tener especial cuidado con los juguetes que contengan piezas pequeñas e imanes, así como bordes y puntas que pueden ser cortantes. También con los productos con proyectiles, así como con los mordedores que contienen líquidos.

De eso se encargan los inspectores de consumo. En esta comunidad autónoma hay 13 (seis en Badajoz, cinco en Cáceres y dos en Mérida) que recorren todas las comarcas extremeñas. En concreto, visitan las tiendas donde los consumidores compran habitualmente. Allí seleccionan las muestras y las introducen en bolsas reglamentarias para levantar un acta con los datos del juguete en cuestión.

Luego, Soledad los examina. Lo hace a través de herramientas que simulan las dimensiones de la garganta de un niño para analizar si una pieza es demasiado pequeña; con elementos que comprueban si un objeto punzante puede causar heridas; con un medidor de imanes que detecta su flujo magnético, o con aparatos con células fotoeléctricas capaces de detectar la velocidad de un proyectil. A ello se suman los ensayos de caída e impacto.

Una vez que el laboratorio estudia la calidad y seguridad del producto, emite unas alertas si detecta algún tipo de anomalía para que se controlen estos juguetes en todo el territorio del Estado.

Algunas de esas notificaciones acaban en multas. Para hacerse una idea, sólo por un incumplimiento de etiquetado la sanción puede ascender a 2.600 euros. «Si tienen un riesgo para la salud del consumidor, el castigo económico es mayor», asevera García, que ahora está en plena campaña de Navidad. En ella se incluye cualquier tipo de elemento que se compre en jugueterías especializadas y superficies comerciales.

Pero a esta campaña se unen otras muchas durante el año que también dependen del Instituto de Consumo de Extremadura (Incoex). Por poner un ejemplo, la de juguetes acuáticos y flotadores en verano o la de disfraces en la época de Carnaval y Halloween.

De este modo se evita que sucedan hechos como los acontecidos en 2012, cuando una menor en la localidad de Almendralejo sufrió quemaduras en el 60 por ciento de su cuerpo durante una fiesta infantil porque llevaba puesto un disfraz inflamable.

El etiquetado es uno de los aspectos en los que hay que fijarse. :: l. c
El etiquetado es uno de los aspectos en los que hay que fijarse. :: l. c

Ese es sólo un ejemplo de los que cada año aparecen en la noticias. Riegos de ahogo, asfixia, estrangulamiento y un largo etcétera que en ocasiones pueden provocar la muerte.

‘Spinner’

Uno de los últimos casos que se hizo público fue el accidente que sufrió una niña, de diez años, en Texas. La información se conoció el pasado mes de mayo y en ella la madre de la pequeña relataba cómo su hija casi se ahoga al tragarse uno de los discos del ‘Spinner’, un juguete que ha conquistado a millones de niños en el mundo. Éste cabe en la palma de la mano y consiste en tres aros unidos entre sí. En el centro hay un círculo que hace las veces de eje giratorio y permite que los aros den vueltas como las hélices de un helicóptero. Una de esas piezas de metal quedó atrapada en el esófago de la pequeña.

«Los productos que tienen elementos pequeños son los que más riesgos pueden provocar en el consumidor», apuntan desde el laboratorio extremeño, que alude también a datos concretos de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. En lo que se refiere a juguete, entre los riesgos de los productos alertados destaca la asfixia en un 21,19% y la intoxicación en un 16,63%.

La mayoría de esas situaciones suelen llegar a los tribunales. En Extremadura, según el Instituto de Consumo, durante 2017 se interpusieron tres denuncias por la venta de juguetes que presuntamente suponen riesgos para la salud.

Aunque los expertos aseguran que aún queda mucho por hacer, los datos apuntan que existe una mejora si nos centramos en las alertas emitidas. A nivel nacional, en 2017 se registraron un total de 583 notificaciones de juguetes que pueden ser un peligro para la salud. En porcentajes, son el 28,3 de los productos analizados. La región extremeña en este 2017 se sitúa en el 19,56%.

Si echamos la vista atrás cuatro años, el cambio es significativo. En 2013, el 80 por ciento de los juguetes tenían algún tipo de riesgo para la salud de sus usuarios; en 2014 el porcentaje disminuyó al 43%; y en 2016 a un 39%.

El 60,25% de los productos nocivos tienen su origen en países asiáticos

«Este año, los importadores y distribuidores en Extremadura nos están llamando habitualmente para preguntarnos si el producto que van a comercializar en el mercado cumple con la normativa. Eso otros años no se había producido», comenta Soledad García, quien detalla que en los últimos meses ha realizado más de 50 ensayos a partir de llamadas recibidas por extremeños. «Estamos notando que existe una mayor prevención para que no sean multados», añade.

Haciendo una prueba de peso en una sillita de juguete; Examinando las piezas pequeñas de un peluche; El imán es uno de los elementos más peligrosos. LORENZO CORDERO
Imagen principal - Haciendo una prueba de peso en una sillita de juguete; Examinando las piezas pequeñas de un peluche; El imán es uno de los elementos más peligrosos.
Imagen secundaria 1 - Haciendo una prueba de peso en una sillita de juguete; Examinando las piezas pequeñas de un peluche; El imán es uno de los elementos más peligrosos.
Imagen secundaria 2 - Haciendo una prueba de peso en una sillita de juguete; Examinando las piezas pequeñas de un peluche; El imán es uno de los elementos más peligrosos.

Por ese motivo, la Junta de Extremadura está barajando implantar una tasa que grave los ensayos que hacen a productos en el laboratorio del juguete. Es algo que suele estar incluido en casi todos los centros que realizan análisis de este tipo y lo que pretende es cubrir el coste de uso y desgaste de material.

El objetivo es seguir con una labor que está dando sus frutos pero que necesita continuidad. Pese a los controles cada vez más exhaustivos, desde la Consejería de Sanidad apuntan que «los fabricantes siguen introduciendo juguetes nocivos para la salud de los menores» y acusan a los países asiáticos como principales culpables.

Procedencia

En 2017, el 60,25% de las alertas que se han emitido son de productos fabricados en Asia, el 26,20% de la Unión Europea, y el 6,25% de otros países como India. «El 7,30% restante pertenece a los que no podemos saber su lugar de fabricación porque no lo especifican en el etiquetado», detalla Soledad, quien afirma que los países comunitarios han registrado un total de 1.594 notificaciones. Alemania es el que más alertas ha realizado, con 291.

Le sigue España con 210 gracias a los cuatro laboratorios de juguetes que existen en el país. De ellos, tres son públicos (el extremeño, el madrileño y el de La Coruña) y uno privado en Alicante.

En el primer semestre de 2018, está previsto que el laboratorio extremeño consiga una acreditación que le permitirá regular todos los procedimientos para los ensayos físico–mecánicos de los juguetes. La encargada de dar el informe al trabajo realizado en este centro será la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC).

Si es favorable, como se prevé, será el único laboratorio español público con ese certificado. «Eso significa que si en Extremadura se dice que un juguete incumple la normativa, no hay opción a dudas en toda Europa», concluye Soledad García.

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