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Dos visitantes toman un refrigerio en una terraza ante la imponente fachada del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. :: hoy
Guadalupe, menos bodas y más turismo

Guadalupe, menos bodas y más turismo

El Monasterio sigue siendo el gran foco de atracción en un municipio que también sufre el grave problema del despoblamiento

Claudio Mateos

Plasencia

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Sábado, 8 de septiembre 2018, 08:33

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Hace ya casi 90 años que la Virgen de Guadalupe fue coronada canónicamente como Reina de la Hispanidad (12 de octubre de 1928), amplificando aún más si cabe la relevancia del este municipio extremeño como lugar de devoción y peregrinaje. A principios de los ochenta el recién estrenado gobierno extremeño decidió hacer coincidir la festividad de la comunidad autónoma, el 8 de septiembre, con la de la Virgen guadalupense, nombrada patrona de Extremadura en 1907 por el papa Pío X, en la que algunos autores consideran una de las primeras manifestaciones de regionalismo en este territorio.

A lo largo de todo el siglo XX Guadalupe, con su impresionante Monasterio como indudable centro neurálgico, se mantuvo como un destino eminentemente religioso y espiritual, pero hace ya algunas décadas que eso empezó a cambiar. Hoy, según el informe anual de 2017 del Observatorio de Turismo de Extremadura, es el quinto municipio en la lista de prioridades de las personas que visitan Extremadura, tan solo por detrás de Cáceres, Mérida, Plasencia y Trujillo. Los datos recopilados por la Oficina de Turismo de la localidad arrojan una cifra de 72.179 visitantes en 2017 -más del doble que hace cinco años-, encabezados por madrileños (13.454) y andaluces (10.012), y seguidos por viajeros de las dos comunidades donde la devoción a la Virgen de Guadalupe es mayor, como son Extremadura (8.608) y Castilla-La Mancha (7.118).

«La promoción del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara está dando resultados»

Felipe Sánchez Alcalde de Guadalupe

Son datos que admiten diversas interpretaciones. La de Felipe Sánchez Barba, alcalde socialista de Guadalupe desde 2015, es que la promoción que se ha venido realizando en los últimos años de Guadalupe como destino no sólo religioso, sino también cultural y natural, está dando sus frutos. «Las fechas más fuertes siguen siendo las de la festividad de la Virgen y la del Día de la Hispanidad, pero la promoción del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, que es un paraíso natural, está dando resultados tanto porque baja la estacionalidad como porque sube el número de pernoctaciones», señala.

En la misma línea se pronuncia la técnico de la Oficina de Turismo de la localidad, Luisa Muñoz, quien confirma que la presencia de notables cantidades de visitantes en Guadalupe ya se da también en otras fechas del calendario. «Este año hemos estado llenos en navidades, algo que no había pasado nunca», afirma. Menciona entre los factores tanto la promoción que se está llevando a cabo del Geoparque como la reciente designación de Guadalupe como pueblo más bello de España en un certamen organizado por la firma Ferrero Rocher, y su elección como primera maravilla rural.

Siendo cierto que cada vez más potenciales turistas saben que Guadalupe no solo es su Monasterio, resulta evidente que este importantísimo monumento sigue y seguirá siendo el principal foco de atracción y el motivo por el que La Puebla es conocida en el mundo entero. Pocos lugares atesoran una historia tan rica como la que alberga este conjunto de edificios, mantenido hoy en día por una comunidad franciscana. Desde que fue fundado por Alfonso XI en el siglo XIV pasaron por allí casi todos los reyes de Castilla, una relación con la Corona que fue retomada por Alfonso XIII y se mantiene hasta la actualidad.

Un gran aparcamiento para recibir al turismo es la principal dotación que necesita Guadalupe

El pasado 30 de agosto regresó al Monasterio, en calidad de hermano guardián y custodio, fray Guillermo Cerrato Chamizo, quien ya había ocupado ese puesto anteriormente durante nueve años. Cree que la decisión que se tomó en su día de hacer coincidir la festividad de la patrona con la de la comunidad autónoma fue «acertada», ya que «mutuamente se han potenciado y favorecido». «Yo tengo que decir que, aunque soy un buen extremeño de La Siberia, nací antes a la condición de hijo de Guadalupe que de extremeño», afirma para ilustrar el grado de identificación de muchos extremeños con esta virgen, una devoción que no se da por igual en toda la región, y que fray Guillermo Cerrato delimita, mediante referencias geográficas, sobre todo «entre el río Tajo en su vertiente sur y el río Guadalquivir en su vertiente occidental».

«La devoción a la Virgen es mayor del sur del Tajo al oeste del Guadalquivir»

Guillermo Cerrato Guardián del Monasterio

La importancia de Guadalupe como centro espiritual sigue, en opinión del custodio, plenamente vigente, lo cual no impide que el Monasterio y la Basílica se resientan también del proceso de secularización que desde hace tiempo experimenta la sociedad. Un buen ejemplo en ese sentido son las bodas que se celebran en el santuario guadalupense, que «ahora son solo un tercio de las que había hace 10 o 15 años». No lo achaca a que se haya atenuado una cierta moda que hubo en los años ochenta y noventa de ir a casarse a Guadalupe, sino a la disminución del componente religioso en la vida de la gente. La propia comunidad franciscana a cargo del Monasterio lo sufre, pues en la actualidad cuenta tan solo con nueve miembros, frente al cerca de medio centenar que llegó a tener en los años cincuenta, cuando Guadalupe acogía un centro de formación de religiosos de la orden.

Pese a todo, la colaboración con las autoridades civiles en beneficio tanto de Monasterio como de todo el municipio es permanente. «Como religiosos franciscanos, nuestro espíritu es ser creadores de puentes, no de fosos», señala el hermano guardián del santuario.

El pueblo explota su privilegiada situación en un paraíso natural para aumentar el número de visitantes

La economía de Guadalupe se dirige por lo tanto hacía la dependencia absoluta de un único sector: el turismo. Es algo asumido por todos, si bien existen voces críticas al papel que están jugando las administraciones públicas. Entre ellas está la de Pablo Lucas, propietario de los apartamentos turísticos Mirayuste y presidente de la Asociación de Empresarios de Guadalupe. «Tenemos el mejor diamante del mundo y nos los estamos dejando estropear de viejo y de obsoleto», afirma. Su crítica se centra en la falta de preparación del municipio y de infraestructuras para atender a un turismo creciente y con un grado de exigencia dada vez mayor. «Aquí hacen falta como el comer un bulevar y un gran aparcamiento, pero los políticos no hacen nada, sólo hablar de proyectos que nunca llegan a ninguna parte», se queja. «Hace 40 años aquí teníamos fábricas de latón, de madera..., pero ahora lo único que tenemos es el turismo, y como no lo atendemos como es debido estamos desaprovechando todo el potencial».

El pueblo se encuentra en un entorno natural privilegiado
El pueblo se encuentra en un entorno natural privilegiado

Guadalupe ha apostado al turismo todas sus fichas, también con el propósito de, al menos, frenar el despoblamiento que no cesa y que ha dejado el pueblo en 1.960 habitantes (dato de 2017), casi 400 menos que al inicio del siglo XXI y menos de la mitad de los que llegó a tener en los años sesenta. Aquí la tendencia es la misma que se repite en la mayor parte de los municipios extremeños de un tamaño similar.

Hace algunos años varios artículos de prensa se hicieron eco de la picaresca de algunos hosteleros que aprovechaban la privilegiada situación de sus establecimientos frente al Monasterio para inflar precios a los turistas. «Es cierto que eso se daba, pero ahora mismo es residual y se puede decir que casi el cien por cien de los hosteleros actúan con ética», indica la técnico de turismo, consciente de la mala imagen que proyectaban esas prácticas.

El alcalde, por su parte, señala que, efectivamente, Guadalupe necesita un aparcamiento que dé servicio a unos visitantes que en su inmensa mayoría llegan al pueblo en sus vehículos particulares, ya que la única otra manera de hacerlo es en las líneas regulares de autobús, que son pocas y con escasa periodicidad. De hecho, el acceso, aunque ya no tan incómodo como el que había con la antigua carretera, sigue siendo complicado hacia un municipio que se encuentra a 187 kilómetros de Badajoz, 124 de Cáceres, y 127 de Mérida y de Plasencia, así como a más de una hora de la autovía más cercana, la autovía A-5, circulando por carreteras llenas de curvas.

La mejora de las comunicaciones es también una reivindicación de Guadalupe. «La llegada del AVE a Navalmoral de la Mata y la autovía de levante serían un gran avance en ese sentido», señala el hermano custodio del Monasterio.

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