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La garganta en la que se bañan los valientes
Un rincón con encanto... Piscina natural de Casas del Monte ·
Ejemplo de cómo un recurso natural puede atraer a un pueblo a cientos de visitantes, la Garganta Ancha solo tiene una pega: el agua está heladaEn la piscina natural de Casas del Monte (811 habitantes, a unos veinte minutos en coche de Plasencia por la autovía A-66 en dirección ... a Salamanca) siempre hay gente. Pero mucha más fuera del agua que dentro. La explicación es sencilla de entender: el agua está helada. Es, quizás, la única pega que tiene este espacio que ha convertido a la localidad del norte cacereño en un referente veraniego de la zona.
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El municipio ha sacado provecho a su Garganta Ancha, que es de la que se nutre una piscina que demuestra como pocas en Extremadura que un recurso natural tan aparentemente sencillo como un tramo de agua encauzada puede cambiarle la cara a la localidad cada verano, o sea, durante casi tres meses al año. Hay, eso sí, que acertar al intentar rentabilizarlo. Yen esta esquina del valle del Ambroz han dado con la tecla.
Aquí, el visitante encuentra un recinto bien acondicionado y rodeado de restaurantes con apetecibles terrazas, uno de ellos el Aurora boreal, que recientemente recomendaba 'En Salsa', el suplemento gastronómico que HOYpublica los sábados. Decía de él que «su recomendación es el chuletón de ternera o de buey, aunque también disponen de solomillo, secreto, chuletillas de cordero...».
Buen acceso
Para antes o después de ese chuletón, o para los dos momentos, está la piscina, a la que es fácil llegar. Se deja la autovía, y tras algo menos de cuatro kilómetros por una carretera sinuosa pero bien asfaltada, se llega al pueblo. Al poco de entrar en él hay una curva a izquierda, y justo ahí surge a la derecha una señal grande en la que pone 'Garganta Ancha' y también una flecha con el indicativo 'Piscina natural'. Esta misma flecha blanca con los bordes amarillos se repetirá cada vez que hay un cruce que pueda hacer dudar al conductor.
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Desde que se toma el desvío en el pueblo hasta que se llega a la piscina natural pasan 2,1 kilómetros, la mayoría de ellos de subida por una pista hormigonada que ofrece buenas vistas. Solo en el último tramo se deja de subir para bajar hasta la garganta. Hay bastante sitio para aparcar, y un martes a las seis de la tarde sobran plazas, pero si en vez de martes fuera sábado o domingo, la foto sería distinta. Los fines de semana de julio y agosto, o se atina con una hora tempranera o no habrá manera de estacionar.
Ya con el motor del coche apagado, toca buscar un sitio alrededor del agua para tirar la toalla. Hay varias opciones, ninguna de ellas la más cómoda del mundo pero todas válidas. Existe una zona específica para poner mesas y sillas, prohibidas en el resto del lugar, que durante toda la semana reúne perfiles de todo tipo: parejas, grupos de amigos, familias... La mayoría son personas normales. Los extraterrestres están bañándose.
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