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Feria del Libro y 'abuelidad'

Feria del Libro y 'abuelidad'

Tarde de siempre ·

jaime álvarez buiza

Sábado, 11 de mayo 2019, 09:07

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Ayer viernes se inauguró la 38 Feria del Libro de Badajoz, que durará hasta el domingo 19 de los corrientes. Y, a su amparo, mañana domingo, a partir de la 13:15 horas, se entregarán los premios del 23 Concurso de Poesía y Narración Infantil y Juvenil, del que soy jurado desde hace muchos años, quizá durante sus 23 de existencia. Refiriéndome a él, publiqué el año pasado en estas mismas páginas el artículo 'Feria del Libro y escritores novicios'. Entre otras cosas, decía yo, más o menos: «Vivir la posibilidad anual que se me ofrece de poder acercarme a las emociones desbordantes, ingenuas, desinhibidas, de escritores que, salvo algunas excepciones, están entre los 8 y los 13 años de edad, es un lujo con el que disfruto como si fuera uno de ellos. Y lograr lo que logran, digo, que un tipo como yo, cercano a ser ya un carcamal, recupere el olor cercano de una inocencia enterrada por las arrugas de los años, es un milagro que solo los que son abuelos tienen la posibilidad de llegar a disfrutar. Dado que, 'consanguíneamente' hablando, yo no lo soy, cuando me enfrento a los cientos de poemas y narraciones que mandan cada año estos autores, me siento un poco el abuelo de todos y cada uno. Y, sin conocerlos, me los imagino escribiendo, volcando su imaginación y sus sentimientos en historias y poemas que recibo como un «agua límpida milagrosa» y rejuvenecedora. Ya sé que, a primera vista, puede resultar contradictorio que esta experiencia anual me haga sentir, al mismo tiempo, nieto y abuelo, niño/joven y adulto, pero esa es la magia que tiene esta literatura, este concurso, que te contagia de fantasía hasta hacer que lo absurdo resulte normal y lo normal, aburrido e ilógico. Y así, en una pirueta existencial que solo en ese mundo de fábula que construyen se puede realizar, me siento abuelo de mí mismo al tiempo que de ellos».

Pues este año, todavía como jurado y un paso y varias peplas más cerca de ser el carcamal que entonces anunciaba, me he acordado de aquel artículo por la confluencia de dos circunstancias gozosas y emocionantes. La primera es que, si las cuentas y la luna no fallan, el próximo mes de junio seré, 'consanguíneamente' hablando, abuelo. Aún no sé si de Carla, Carlota o Masita pero, en cualquier caso, ya podré sentirme y serlo con todas las prerrogativas y obligaciones reales inherentes al cargo, y no solo con las virtuales del mundo quimérico. Y la segunda, que la ganadora del Concurso de Poesía Infantil 2019 ha sido Claudia Smith Delgado-Valhondo, nieta de Jesús Delgado Valhondo. Cuando, tras la votación del jurado, supe que ella era quien había ganado, pensé en Jesús y le sentí al instante, tierna presencia ausente, sentado junto a mí riendo como un niño, como él reía siempre, como era. Volví entonces mis ojos, ocupados de asombros, «como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada». Pero no conseguí verlo porque, ya se sabe, «lo esencial es invisible para los ojos». Mañana, como digo, se entregarán los premios. Y allí acudiré como jurado. Estoy seguro de que Jesús estará feliz con que yo ejerza de abuelo putativo de su nieta. Y Claudia, quizá, cuando me vea sienta un latido de emoción que le recuerde, aún sin saberlo, al abuelo que la muerte le impidió conocer.

El año que viene, si sigo siendo jurado, volveré pues a renacer en la emoción de sentir historias, decepciones, aventuras y alegrías mientras leo cuentos y poemas escritos por un tropel de nietos que lo son sin serlo, sin saberlo y, sin duda, sin quererlo. Y seguiré sintiéndome privilegiado y agradecido por poder vivir la Feria del Libro de Badajoz desde una posición en la que disfruto doblemente. Desde dentro, ejerciendo de gastrónomo al olor de los pucheros donde se cuecen los sueños, y desde fuera, paseando por ella (colgado de la sombra de mi amigo Angelito) soñando con los sueños que los libros encierran. Y si sigo aquí, escribiendo estos artículos, quizá se encuentren con uno parecido a éste que ojalá hable de una Feria del Libro que siga siendo, sobre todo, un escenario donde la niñez y la juventud tengan un espacio en el que divertirse con la literatura y con los libros. Porque la lectura les hará ser mejores ya que serán «más iconoclastas con los líderes, más comprensivos con los distintos, más empáticos con los sufrientes, más sensibles con los indefensos, más críticos con los poderosos y más escépticos con los vendedores de humo». En definitiva, es la mejor inversión que se puede hacer para que sean ideológicamente autónomos. Y visto el panorama, pues eso: Ya veremos a ver cómo pare la burra, primo.

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