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Trabajos en el yacimiento de Cañaveral en el que se apoya la fábrica de baterías de litio proyectada en Badajoz. HOY
La fábrica como excusa

La fábrica como excusa

ANÁLISIS ·

Un proyecto de 500 empleos nunca debería ser un problema, pero hace resurgir la supuesta discriminación hacia Cáceres

Pablo Calvo

Cáceres

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Domingo, 14 de junio 2020, 08:45

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Una inversión de 400 millones de euros que lleva aparejada la creación de 500 empleos no debería ser nunca un problema. Si, además, como en el caso de la fábrica de baterías de litio cuyos detalles hemos conocido esta semana, no cuenta con reparos medioambientales (como la refinería), ni urbanísticos (como la mina de Valdeflores), por citar ejemplos cercanos que demuestran que los extremeños sabemos cómo echar por tierra la primera frase de este artículo, si no existen, digo, esos obstáculos, la proyectada fábrica nos debería llenar de alegría, más si cabe en estos momentos tan inciertos. Pero no.

Este proyecto inspira campañas de recogida de firmas en contra de su ubicación, la plataforma logística de Badajoz, en la creencia de que podemos decir a una empresa privada dónde debe realizar sus inversiones, y, peor aún, basado en un localismo dispuesto a generar todo el ruido posible hasta el punto de no importarle poner en peligro el proyecto si no cumple sus reclamaciones provincianas. Será en Cáceres o no será, serviría de lema para quienes han puesto el grito en el cielo cuando han conocido que uno de los proyectos industriales más importantes que ha tenido nunca la región, no piensa en la provincia de Cáceres, ay, sino en la Otra.

No todas, pero muchas de esas voces que empiezan a gritar en contra de la fábrica en Badajoz y la utilizan como el último y más grave ejemplo de la supuesta discriminación a la que estaría sometida la provincia cacereña, son las mismas que han despreciado la mina de litio de Valdeflores, en las inmediaciones de la capital cacereña. El desarrollo de este yacimiento, como ahora el de Cañaveral, es el que hace posible que se contemple la planta industrial. Ni comer ni dejar comer, tampoco estaría mal como lema.

El victimismo del que hace gala Cáceres respecto a Badajoz no es nuevo. Ya lo hemos escrito aquí otras veces. El cacereño se siente discriminado y se retroalimenta de ese sentimiento, le da la vida, le da conversación en los bares, ayuda a crear comunidad. Y, aunque no hay datos que corroboren esa supuesta distorsión a favor de la Otra, sí se nutre en el fondo de algo muy cierto: la provincia cacereña empieza a quedarse atrasada respecto a la de Badajoz, por motivos que son diversos y complejos (menor dinamismo económico, mayor envejecimiento poblacional, etc.) y que sí deberían ocupar el tiempo de nuestros gobernantes e inspirar políticas de actuación. En lugar de eso, prefieren colocarse a la mínima a la cabeza de la manifestación contra la imaginaria discriminación pensando en los votos reales que proporciona esta posverdad extremeña, ese relato que se construye a base de emociones más que de razones. Es más rentable y también más cómodo.

La fábrica de baterías, todos lo sabemos, es la última excusa para alimentar este eterno victimismo que, como tal, tampoco contribuye a buscar soluciones que reparen la brecha que empieza a apreciarse entre las dos provincias extremeñas. Cuando la culpa siempre es del otro, no hay por qué pensar qué parte de responsabilidad tiene cada uno en haber llegado hasta esta situación.

Pero puede que todo sea nuevamente por nada. Porque lo que de verdad sería lamentable, y en estos los extremeños también tenemos experiencia, es que la fábrica de baterías para vehículos eléctricos sea un nuevo castillo de naipes, otro proyecto que se queda en los titulares de los periódicos y sonroja cuando se repasan las hemerotecas. En el pasado, hemos sido muy crédulos con quienes nos prometían invertir millones y presentaban unos cuantos documentos en los que el negocio siempre era factible y redondo. Y a sus promotores se les ha entregado tiempo, energías y fondos. No están los tiempos actuales para eso. Ojalá se llegue al titular de la inauguración de la mina de Cañaveral y al de la fábrica de baterías, esté donde esté. Pero para eso hace falta trabajo y, sobre todo, mucho dinero. ¿Lo hay?

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