José María Tardón en el puesto de flores que durante estos días tiene a las puertas del cementerio de Badajoz. C.MORENO

Los extremeños se decantan por enterrar en vez de incinerar

España tiende hacia la equiparación entre la cremación y la inhumación, pero no así la región

Miércoles, 1 de noviembre 2023, 07:43

El sector funerario se jacta de ser uno de los más estables, pero hay una acción durante la despedida del ser querido, la de ... incinerar su cuerpo, que revela una tendencia al alza frente a los enterramientos. Ocurre en toda España, pero en Extremadura menos. Y aunque han ido aumentando desde que abriera en 1998 en Villanueva de la Serena el primer horno crematorio de la región, la realidad hoy es que esta comunidad es donde menos se incinera de España en términos relativos.

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Las cifras parecen conducir a que dentro de unos años haya por primera vez más incineraciones que inhumaciones, pero en Cáceres capital, por ejemplo, el año pasado solo uno de cada cuatro fallecidos fue incinerado.

Primer horno en 2011

El primer horno crematorio de la provincia de Cáceres abrió en Plasencia en 2001 y cuatro años después hubo otro en Cáceres capital, el único de esa ciudad. En total hay ocho hornos crematorios en la región para los 12.300 fallecidos aproximadamente que registra Extremadura cada año. Esto significa que hay 1.540 defunciones por cada horno, la más elevada del país, que tiene 537 hornos en total. En Andalucía, con 120 hornos, esa ratio es de las más bajas, de 661, lo que indica mayor actividad de esta opción, según los datos de la memoria de Panasef (Asociación Nacional de Servicios Funerarios), la patronal del sector en España, a la cual están adheridas siete de cada diez empresas.

No existe información oficial sobre incineraciones, pero entre sus conclusiones Panasef afirma que España se consolida como el país europeo con mayor número de hornos crematorios y establece un porcentaje actual del 45% de incineraciones frente al 55% de entierros. Si bien tienden a equipararse ambas alternativas, lo cierto es que en los últimos tres años apenas han variado esos porcentajes, aunque sí ha ocurrido que han abierto más crematorios.

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Un horno crematorio puede realizar entre tres y seis servicios en una jornada y España disponía el año pasado de 537 hornos, 50 más que un año antes. Éstos permiten 1.833 incineraciones en una jornada, por lo que se atendió sin problemas la demanda de 571 incineraciones diarias que hubo en 2022.

La dispersión geográfica, que solo haya ocho hornos y el arraigo de la tradición explica que haya más inhumaciones

En este panorama, el secretario general de Panasef, Alejandro Quinzán, ha observado que Extremadura presenta los datos de incineración más bajos del país. «Es curioso que esta tradición sea menor cuando en el resto de España está en auge. En Andalucía, una comunidad limítrofe y también rural, hay capitales de provincia donde el porcentaje de incineraciones ronda el 70%, sobre todo en lugares de costa con población extranjera en la tercera edad», decía ayer a este diario.

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La dispersión de la población y que haya pocos hornos, solo ocho, así como una cuestión de creencias y asentamiento de la tradición –la región también presenta un alto índice de ceremonias religiosas, el 85%, frente a las laicas–, son para Quinzán los motivos de que Extremadura entierre más e incinere menos.

Otro negocio, los columbarios

Si los familiares optan por convertir en cenizas a su ser querido, hay que tener en cuenta que dispersarlas en cualquier lugar no es una opción legal, ni siquiera en un río o el mar. Hay que saber que las cenizas pueden contaminar el medio ambiente al llevar elementos nocivos como restos de implantes o de prótesis, compuestos por materiales como titanio o acero, entre otros. Además, estas suelen depositarse en urnas u objetos imperecederos, contaminando así el lugar donde se dejen. La multa por este delito medioambiental grave puede alcanzar los 750 euros, según Seguros Atocha. Por ello, hay opciones como urnas biodegradables, bosques de cenizas y otras alternativas que las aseguradoras suelen ofrecer a sus clientes.

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Este hecho tiene otra derivada, la apertura de columbarios en lugares diferentes a los cementerios. Tras la incineración las cenizas del difunto se las suele llevar la familia, que a menudo quiere tenerlas en un lugar donde pueda acudir para honrar su memoria. Ahí surge un negocio más del sector funerario. Este depósito cuesta dinero –en torno a 2.000 euros por treinta años– y suele incluir alguna misa durante el año en la que se menciona al difunto.

«A más crematorios, más columbarios», razona Alejandro Quinzán. El número de columbarios fuera de los cementerios aumenta poco a poco, aunque se ubican en lugares religiosos. En Badajoz hay cuatro espacios (tres parroquias y en el cementerio nuevo) que tienen columbario; mientras que Cáceres inauguró el primero en 2021 en el Santuario de la Virgen de la Montaña.

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Hoy día, el coste medio de un servicio funerario completo oscila entre los 3.500 y los 3.700 euros, según Panasef, que estima que el 70% de este proceso se afronta bajo la cobertura de un seguro de deceso.

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