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El estrecho sillón de la Academia

Viento del este ·

José Luis Gil SOto

Martes, 17 de septiembre 2019, 10:32

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En la segunda mitad del siglo XIX hubo una corriente literaria muy extendida y exitosa que denominamos Realismo o Naturalismo (el segundo sería una evolución del primero) en la que se incluyen autores de fama mundial como Tolstoi, Dostoievski o Zola, y que en España fue introducida por Emilia Pardo Bazán y cultivada por Galdós y Clarín, entre otros.

Recién terminada la lectura de 'Los pazos de Ulloa' (Pardo Bazán) he disfrutado de esta forma de escribir que me atrae desde siempre y que se caracteriza por una recreación minuciosa de los personajes y del entorno en que se mueven, con especial interés por la descripción de la naturaleza que los envuelve.

Quiero centrarme en Emilia Pardo Bazán, una mujer de familia noble y pudiente de La Coruña, poseedora de inmuebles destacados como el Pazo de Meirás. Desde pequeña recibió de su padre la idea de que la mujer no debe limitar su formación a la música y la economía doméstica, como era costumbre en su época, y la introdujo en el mundo de las humanidades y los idiomas, llegando a manejar con soltura francés, inglés y alemán.

Su triunfo en la literatura fue paralelo a su protagonismo social. Aunque era consciente de la fuerte discriminación que sufrían las mujeres en las instituciones hizo bandera del feminismo y consiguió ser la primera mujer que ingresó en el Ateneo (dirigió la sección de literatura), alcanzó una cátedra de literaturas neolatinas y recibió de Alfonso XIII el título de condesa y el nombramiento de Consejera de Instrucción Pública.

Sin embargo no pudo con la Real Academia Española. Había propuesto infructuosamente a Concepción Arenal y a Gertrudis Gómez de Avellaneda para su ingreso, pero sus candidaturas fueron rechazadas. Ella misma había presentado la suya propia en dos ocasiones sin éxito. Pero ahora era distinto. Habiendo entrado en Ateneo y Universidad, y teniendo el reconocimiento de las más altas instancias, volvió a presentarla en 1912.

Entonces el escritor y académico Juan Valera se puso en contacto con el Secretario de la RAE y le propuso que contactase a su vez con Pardo Bazán y la invitase a visitar la Institución, le enseñase los sillones que utilizaban y le explicase que eran muy tradicionales y muy estrechos, y que le hiciese ver que la escritora no podría sentarse en ellos por ser su trasero de mayor tamaño que el del resto de los señores académicos. Que le explicase también que podrían encargarle un sillón especial, pero que eso sería discriminación hacia el resto de los miembros de la Academia. El pretexto formal que se dio a Pardo Bazán fue que los estatutos lo prohibían. No todos estuvieron de acuerdo. Su amante, Benito Pérez Galdós, habría aceptado gustoso su ingreso en la RAE.

Dicen que doña Emilia dijo: «si los señores académicos no quieren verme entre ellos porque dedican sus sesiones a contar chistes verdes, cometen un error; yo me los sé buenísimos».

Ayer fue el aniversario de Emilia Pardo Bazán. Genio y figura.

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