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Una 'estrategia general' para Extremadura

No es un lugar para discutidores ni hábiles regateadores en la corta distancia; es indiferente a la ideología o al credo, pero es absolutamente imprescindible una talla intelectual y humana con visión prospectiva, acompañada de profundidad de razonamiento y grandeza moral, con altas dosis de generosidad, tolerancia, moderación y respeto

José María Molina Mateos

Sábado, 21 de abril 2018, 23:23

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Las reuniones anuales del Club Senior de Extremadura evidencian la utilidad del pensamiento extremeño y nos suscitan una reflexión sobre lo que podría ser el ambicioso marco de una 'estrategia general' extremeña, considerada como la adaptación de recursos, medios y capacidades al entorno cambiante en que se desenvuelve la región, con directa repercusión en el aprovechamiento de oportunidades y eventuales riesgos, en función de unos objetivos marcados previamente, que permitiera crear un punto de vista respecto al futuro.

Sería una 'estrategia' de primer nivel desde una perspectiva autonómica en cuyo seno se inscribirían las 'estrategias' sectoriales, siempre dentro del marco de la Constitución y el Estatuto de Extremadura.

Constituiría un instrumento de gran valor para la visualización de las líneas de actuación en escenarios futuros con horizontes a largo plazo, que dada su importancia y transcendencia, una vez realizada, requeriría para su desarrollo un amplio consenso social y político. Sería una hoja de ruta que recogería las grandes líneas para lograr el despegue definitivo de Extremadura en el proceso de adaptación a la contemporaneidad y marco de referencia para el desarrollo cierto y continuado de políticas concretas. La importancia de una estrategia de esta naturaleza radica, entre otras cosas, en la selección del esfuerzo político, económico, tecnológico, cultural e intelectual y, sobre todo, emocional e ilusionante, de tal forma que logre una síntesis que permita resolver las cuestiones presentes con clara visión de escenarios futuros resultantes de las mismas. Lo que demanda un esfuerzo conjunto y multidisciplinar, caracterizado por la complejidad de elementos interrelacionados y la incertidumbre.

La jerarquización de 'estrategias' conlleva la necesaria subordinación de estas siguiendo los ordinales correspondientes lo que se traduce en que han de estar configuradas en coherencia con los mismos y no pueden estar en oposición a ellos, en términos sistémicos, lo que implica que han de actuar en el sentido de actuación marcado desde el ente de nivel superior.

En definitiva una 'estrategia' de esta naturaleza no solo recogería la Extremadura que se desea a largo plazo, sino los medios y capacidades necesarias, el esfuerzo requerido para conseguirlo, y la 'ambición de Extremadura' que se tiene, lo que es de un valor incalculable para el progreso y desarrollo de la región.

Una estrategia autonómica para Extremadura ofrecería la posibilidad de diseñar los grandes vectores de acción que pueden requerir décadas o incluso generaciones para implementarlas, necesitan ser diseñadas con mucha antelación y ser desarrolladas de forma sostenida en el tiempo.

Esta gran tarea (entendemos, es una necesidad de Extremadura) debe estar desprovista de electoralismo, no estar limitada por la temporalidad de las legislaturas, ni contaminada del cortoplacismo tan presente en los tiempos actuales.

Sería una gran obra de reflexión conjunta participada por quienes tengan la formación, capacidad y voluntad para ello, cuyo beneficiario directo sería Extremadura, los extremeños más jóvenes y los de las próximas generaciones, a los que se les proporcionaría un camino sobre el que realizar la andadura hacia el futuro.

La entrada en la civilización de la tercera ola, de la información y el conocimiento, el tránsito a la era digital, es una gran oportunidad que se abre, y permite a Extremadura, por primera vez en su existencia, la posibilidad de coger a tiempo el tren de la Historia.

Este no es un proyecto para oportunistas, ni para quienes quieran ganar minutos de cámara, busquen el brillo social o hacer méritos en sus particulares carreras. Menos aún, para obtener beneficios económicos. Será una tarea gris, discreta, casi anónima, cuyos resultados se verán a largo plazo y cuya autoría no debe ser atribuida a partidos, individualidades geniales, medios de comunicación, ni grupos de poder. Es una tarea para quienes encuentren en el análisis, en el estudio, en la reflexión, en definitiva, en el pensamiento y el amor a Extremadura, el estímulo suficiente como para dedicar parte de su tiempo y materia gris a esta gran obra.

Sin duda el peso recaería en pensadores e intelectuales acreditados de todas las disciplinas, con mentalidad estratégica, que comprendan y compartan esta necesidad, tengan la capacidad de ver y pensar con la profundidad y altura de miras que Extremadura requiere, y posean las dotes necesarias para ello. No es un lugar para discutidores ni hábiles regateadores en la corta distancia; es indiferente a la ideología o al credo, pero es absolutamente imprescindible una talla intelectual y humana con visión prospectiva, acompañada de profundidad de razonamiento y grandeza moral, con altas dosis de generosidad, tolerancia, moderación y respeto.

Esta estrategia general, libro verdinegro o como se le denomine, una vez concluida, podría ser fuente de inspiración, referente y 'carta de navegación' para quienes aspiren a surcar las aguas ignotas del futuro, a bordo de la nave Extremadura tripulada por la sociedad extremeña.

Para ello, se requiere un diagnóstico preciso, un diseño inteligente y un gran impulso modernizador. Lo que demanda una mentalidad amplia, una visión y un conocimiento de la realidad nacional e internacional, cauce por donde transcurre la ruta que lleve a Extremadura desde donde está hasta donde debería estar, y exige que el producto resultante sea capaz de imbuir a la sociedad extremeña de un espíritu de conquista, esperanzador y realista, sobre las posibilidades efectivas que tiene en el futuro.

Ante un reto de estas características tal vez procedería recordar la frase de Bernardo de Gálvez:

«¡El que tenga honor y valor, que me siga!».

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