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Lo que esconde el silencio

La gran decepción llegaba hace unos días cuando se ha sabido que el trayecto Badajoz-Madrid o Madrid-Badajoz supondrá «cuatro horas de viaje»

teresiano rodríguez núñez

Viernes, 6 de marzo 2020, 23:41

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Hay temas, asuntos, problemas –llámense como se quiera– que en determinados momentos parecen tan «de rabiosa actualidad» que acaparan la atención de los medios de comunicación –prensa, radio y televisión– día sí, día también, como si fueran cuestiones de vida o muerte. Pero un buen día, sin saber muy bien por qué y sin que el problema se haya resuelto, desaparece de las páginas de los periódicos y de la programación de televisiones y radios. Pienso, por ejemplo, en las comunicaciones en Extremadura y, más concretamente, en la línea del ferrocarril Madrid-Badajoz, que tanto ha dado que hablar por la frecuencia con que se quedaba averiado en medio del campo... teniendo los viajeros que esperar las horas muertas a que otra unidad viniera a recogerlos, cuando no un autobús, para dejarlos en su punto de destino.

No hace falta repetir aquí lo que ya es bien sabido: que se está trabajando, tratando de poner al día las comunicaciones ferroviarias en Extremadura, para que no se sigan produciendo las paradas obligadas por las averías en medio de la nada. Otra cosa es que se haya dado desde el principio una información clara tanto del tipo de trenes que van a circular por semejante vía, como de las fechas que se barajan para la entrada en servicio de un nuevo tren: porque, en definitiva, eso es lo que le interesa a los ciudadanos, tan pacientes ellos, confiados en que por fin tendrán un ferrocarril a la altura de los tiempos que corren. Pero la gran sorpresa –o la gran decepción– llegaba hace unos días cuando se ha sabido que el trayecto Badajoz-Madrid o Madrid-Badajoz supondrá «cuatro horas de viaje». Nuestro gozo en un pozo. ¡Con la ilusión que se habían hecho muchos de que por fin nos llegaría a Extremadura la alta velocidad! Claro que el que no se consuela es por que no quiere. ¿Por qué no pensar en las fatigas del pasado, cuando el viaje te exponía a verte detenido las horas muertas en medio del campo, esperando la llegada de otro tren o un autobús que te llevara adonde fuera. Y encima... hasta con la vergüenza de contarlo, como si la culpa fuera nuestra.

Mucho pájaro suelto (II). En el titular que encabeza este comentario hay una palabra clave: silencio. Actitud que se guarda cuando no se tiene nada que decir. O respeto ante alguien con autoridad moral, que tiene algo importante que comunicar y se le escucha. Silencio también frente a asuntos que muchos prefieren evitar. O silencio ante alguien que en tono grandilocuente suelta una sarta de tonterías, frente a las que es preferible el «ver, oír y callar». Sin embargo y por fortuna, también hay quienes, con conocimientos bastantes para opinar, defienden paladinamente lo que consideran acertado y justo.

Esto es lo que ha hecho el profesor de nuestra Universidad, el doctor J. Mora Aliseda, en torno al controvertido tema «Marina, Isla de Valdecañas», la urbanización construida en un paraje junto al mencionado pantano, declarada en su día «zona de especial protección de aves». La urbanización se hizo con la correspondiente licencia. Los líos vinieron luego, tras la denuncia de una asociación y un grupo de 'ecologistas'. Es entonces cuando el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura tuvo la ¿feliz idea? de encargar un informe al equipo técnico del Parque de Doñana, informe que este hizo se supone que según su leal saber y entender y por el que cobró un «módico precio» próximo al medio millón de euros.

El profesor J. Mora Aliseda, catedrático de estos temas en nuestra Universidad y buen conocedor del complejo urbanístico de marras y su entorno, ha analizado la situación y ha llegado a conclusiones interesantes. La primera es que, de las 14 conclusiones a que llegaron en su informe los 'técnicos' de Doñana en contra del complejo turístico, nuestro profesor ha puesto en cuestión, cuando no negado, la objetividad de trece de ellas. La segunda es que las aves siguen tan ricamente asentadas en las 7.400 hectáreas no afectadas por la urbanización y que incluso han llegado algunas especies que antes ni asomaban por la zona. Y la tercera, que si se llevara a cabo la demolición del complejo turístico sería ¡un palo mortal!, pero no solo para el complejo turístico y toda la zona del entorno, sino para la credibilidad y rigor científico que se le supondrá a Extremadura. ¿Con qué ánimo y determinación invertiría nadie en una región donde te permiten construir hoy lo que te pueden obligar a derribar mañana? Y menos cuando, en base al «sostenella y no enmendalla», se desoyen voces autorizadas y evidencias que demuestran que no se han seguido los daños que apuntaban los denunciantes, sino lo contrario, han aumentado las especies y el número de aves que hoy pueblan aquellos parajes.

Y el campo (III). Sí, el sufrido campo extremeño, cada día más abandonado, en el que frente a los gritos de socorro de los campesinos, solo retumban como un grito en la noche los silencios de quienes algo tendrían que decir y hacer, más allá de mandar a 'los grises'. ¿O pretenden que todo acabe cubierto de placas solares?

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