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Placa conmemorando la hazaña de Hernando en Alcántara. :: HOY
Que no se entere Cucurull

Que no se entere Cucurull

Hoy hace 500 años que un extremeño partió a dar la vuelta al mundo

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Viernes, 20 de septiembre 2019, 09:01

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Hoy, 20 de septiembre de 2019, se cumplen 500 años de la partida desde Sanlúcar de Barrameda de la expedición de cinco barcos al mando de Fernando de Magallanes que dio la primera vuelta al mundo. Comenzaba así la primera globalización, se revolucionaba la economía y todo cambiaba. Pero de los 265 marineros que partieron, solo 18 arribarían a Sanlúcar tres años después.

Hace unos días, Francisco Donoso, un amable lector de Badajoz, me animaba, a través de Messenger, a escribir sobre Hernando de Bustamante, «nuestro paisano, que también terminó la vuelta al mundo como marinero y médico-barbero. Ya es hora de que los extremeños rindamos honores a los nuestros».

Para recordar al único extremeño que dio la primera vuelta al mundo, debemos imaginarnos el puerto de Sevilla en la mañana del 9 de septiembre de 1522: el muelle está lleno de autoridades y público contemplando una nave desvencijada que había arribado la tarde anterior. De pronto, desembarcan 18 hombres harapientos, descalzos, demacrados y sucios con un cirio en la mano y en procesión. Entre ellos, el extremeño Hernando de Bustamante.

Este cirujano y barbero había nacido, según las últimas investigaciones, en Alcántara en 1494. A la edad de 25 años, embarca en la nave Victoria, enrolado en la expedición de Fernando de Magallanes para llegar a las Molucas y traer especias navegando hacia el Oeste. En la Victoria, Hernando convivirá con 44 tripulantes, uno de los cuales es Juan Sebastián Elcano, capitán del barco.

El portugués Magallanes era el jefe de la expedición. Su intención de abrir una nueva ruta de las especias había sido rechazada por su rey, Manuel I, que no veía la necesidad de explorar nuevos caminos cuando Portugal ya tenía 'ruta propia' rodeando sus territorios africanos. Pero el rey español, Carlos I, sí necesitaba ese viaje para poder traer especias sin depender del control luso.

Ese era el motivo de un viaje que comenzó con escalas en Tenerife, Cabo Verde y Sierra Leona antes de aventurarse en el Atlántico y empezar los problemas: tempestades, motines, equivocaciones como la de creer que el estuario del Río de la Plata era un estrecho, averías, deserciones rebeldes como la del barco San Antonio, que regresó a España... Solo tres barcos se aventuraron el 27 de noviembre por lo que luego sería el Estrecho de Magallanes.

En ese punto, aparece nuestro paisano aventurero, que desembarca con otros tres marineros, suben a un cerro para ver si al otro lado del estrecho hay mar y así descubren el Pacífico. Cruzar este océano será penoso para la expedición: han de comer serrín, ratas, galletas con gusanos o cuero de vaca y beber agua putrefacta. El escorbuto diezma la tripulación, pero ellos no se detienen. Llegan a Filipinas y allí, Magallanes, que era buen amigo de Hernando de Bustamante, se aventura en una isla para derrotar a un caudillo local llamado Lapulapu. El portugués se confía, creyéndose todopoderoso, y lo acribillan a lanzazos en una playa. Lapulapu es hoy un héroe de la independencia de Filipinas.

Al sucesor de Magallanes, Duarte Barbosa, le pasará como a los Stark de 'Juego de tronos' en la Boda Roja: un rajá lo invita a un banquete trampa en su honor con 30 marineros y se los cargan a todos. Ya solo queda Elcano al frente de la Victoria, llegan a las Molucas, cargan 381 sacos de clavo, un tesoro, y regresan a España, dejando por el camino a unos compañeros en un barco averiado, que arribará meses más tarde, y a otros, en prisión.

Ya en casa, Hernando de Bustamante, que debía de ser buen orador, acompaña a Elcano ante Carlos I para narrarle la expedición recibiendo como premio un escudo de armas y 4.000 reales. Todo un héroe extremeño este Hernando de Bustamante. Pero que no se entere Cucurull porque enseguida dirá que en realidad se llamaba Ferrant de Bustamant y no era de Alcántara (Cáceres), sino de Alcarrás (Lleida).

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