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Playa de La Antilla desde el Hotel Marlin.

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Playa de La Antilla desde el Hotel Marlin. JLG

Extremeños que emprenden junto al mar

Manuel y Marina son de Valencia del Ventoso, pero estos días hacen el agosto en su papelería-bazar de una avenida del pueblo onubense. Guillermo y Carmen han exportado su modelo de tienda en Mérida a La Antilla

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Miércoles, 9 de agosto 2017, 23:20

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A Guillermo Sancho lo conocen como 'Willy' y en estos momentos, literalmente, está haciendo el agosto. Es de Mérida, tiene 48 años y recuerda que cuando era pequeño había en la capital extremeña una tienda de caramelos cerca de su casa que se llamaba Minibon, «probablemente la primera que abrió en la ciudad», dice.

Ese mismo nombre lo ha recuperado para abrir junto a su mujer, Carmen Paredes, una tienda en la calle Santa Eulalia de Mérida el pasado mes de noviembre. Pero antes han ensayado el modelo de negocio en La Antilla, el pueblecito costero de Huelva donde Guillermo veraneaba de pequeño con sus padres y donde también han pasado cinco años trabajando haciéndose cargo de la concesión municipal de un servicio de alquiler de bicis y patinetes eléctricos. Lo han dejado ya, pero como emprendedores han visto que el negocio sigue estando donde hay gente y la gente está ahora en la playa.

Ahora su local, una extensión del Minibon emeritense, es de bebidas, golosinas y frutos secos al peso. Es pequeño, pero muy bien situado, en la concurrida avenida Castilla de La Antilla, la típica calle peatonal que al caer la tarde es el lugar de paseo de los veraneantes y que termina en un mercadillo con productos artesanales que completan la oferta de tiendas y restaurantes. Allí observaron antes de emprender que no había ninguna otra tienda de este tipo que ofreciera chucherías a los niños y por eso el año pasado buscaron un local y se lanzaron a una aventura empresarial prácticamente a pie de playa.

«Las playas se llenan cuando a los niños les dan las vacaciones y se vacían cuando empieza el cole»

«Este año hemos abierto el 30 de junio porque el anterior vinimos antes y había poca gente. En este país las playas se llenan cuando le dan a los niños las vacaciones y se vacían cuando empieza el cole», dice antes de que irrumpa en su local una extremeña, algo habitual.

Se llama Celia, es de Coria y conoce la costa de Huelva desde hace décadas. «Es que mis cuatro hermanas tienen todas apartamento por aquí. Yo llevo cuarenta años veraneando en La Antilla», dice mientras recuerda la época en que eran adolescentes y estaban todas enamoradas de los Hombres G, por eso era una suerte que la familia Summers (David es el vocalista del grupo) se dejara ver por este pueblecito.

Pero antes que Guillermo y Carmen hubo otra pareja de Extremeños que vio las posibilidades de negocio de la avenida más transitada de La Antilla. Manuel Burrero y su mujer Marina Romero viven en este pueblo desde hace 29 años. Regentan la papelería-bazar Roma desde el año 1984 y son de Valencia del Ventoso.

«Mi mujer vino de pequeña y yo al casarme. Trabajaba en el campo, así que me vine para La Antilla porque mi mujer tenía esta tienda heredada de sus padres. En realidad cuando llegué me dedicaba al campo y a la construcción y cada vez empezamos a pasar más tiempo en el bazar-papelería. Al principio solo abríamos en verano, después también en Semana Santa y en cuanto llega junio abrimos todos los días, explica antes de hacer una cuenta mental para concluir que allí tienen casi mil referencias distintas de revistas. Por supuesto, también venden el HOY, lo que les da la ocasión de saludarse cada mañana con decenas de paisanos.

A tope estos días

El verano es época de vacas gordas, se emplean a tope, cada año meten más artículos playeros como hinchables, cubos, palas, sillas plegables, chanclas o el típico juguete de moda e incluso incorporan algún empleado extra en el mes de agosto.

Tanto Manuel como Marina reconocen que en invierno el ambiente del pueblo decae hasta el punto de que la inmensa mayoría de los negocios echan el cierre. Ellos también y entonces aprovechan para estar con sus hijos, bien con la pequeña, que tiene 23 años y está haciendo un curso de turismo en Valencia del Ventoso, o bien con el mayor, de 27 y que trabaja en Sevilla. «En verano no vienen a vernos porque saben que estamos a tope. Les tira más Extremadura, prefieren el pueblo».

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