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Elementos químico-políticos

Midiendo las palabras ·

Ana Zafra

Lunes, 20 de mayo 2019, 13:03

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Pertenezco a aquella generación que aprendió matemáticas basándose en la teoría de conjuntos. Intersección, conjunto vacío, subconjunto. nunca entendí cómo aplicar eso a comprar el pan, más allá de dedicarme a hacer conjuntos con las monedas y distribuirlas por mis bolsillos en el camino de casa a la panadería.

Me costaba comprender las matemáticas. Los límites y su tendencia al infinito mientras mis límites eran bastante limitados. La estadística, cuando lanzabas tres monedas y tenías que averiguar decenas de combinaciones para que, finalmente, siguieran cayendo tres. O la teoría del pollo por la que, restando el número de veganos, animalistas y gente a quien no llega el sueldo para comprarlo, debe de haber alguien comiéndolo constantemente para mantener la media.

Mi confusión es mayor si junto números y política. Si, por ejemplo, intento entender los barómetros preelectorales que, dependiendo de quién los cocine, lo mismo dan ganador a un señor con barba que nombran una alcaldesa por sorpresa.

Sin embargo, en lo referente a química, hace poco tuve una revelación. Tras la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba -licenciado en Química- escuché que, en sus años de político, decía ver el Congreso como la Tabla Periódica. Me lo imaginé elucubrando con sus grupos en colores, sus elementos o sus enlaces y pensé que, visto así, igual podía retomar mi momento 'Quimicefa' infantil y, aunando ambos mundos y siempre desde mi ignorancia, sacar algunas conclusiones.

Por ejemplo, las similitudes. Así, el lugar que ocupan sus elementos está relacionado con su número, la configuración -de sus «electrones» en uno y de sus «electores» en otro- y sus propiedades internas. Ambos, también, se denominan con letras y se encuentran agrupados por tendencias periódicas, lo que en química será fijo, pero en política esta periodicidad puede variar por un quíteme allá esa moción.

Luego están los enlaces. Es decir, cómo se unen para formar compuestos, ya sean moleculares ya gubernamentales. En mi juventud, cuando alguien no se comía una rosca solíamos decir «ligas menos que los gases nobles», ya que estos son bastante reacios a combinarse. En política, encontrar un gas noble -y no solo por lo de «noble»- es bastante difícil. Aquí se juntan todos con todos con tal de obtener una parcela de poder. Así, tras el «Pujol, enano, habla castellano», el PP se combinó con los catalanes; tras las autonómicas del 2011, la reacción -aunque fuese por omisión- de Izquierda Unida extremeña dio la presidencia al PP; el PSOE se une a izquierda o derecha, según convenga. Y luego está el grupo naranja que suele moverse por la tabla en constante busca en enlaces, ya sean iónicos, covalentes o, simplemente, convenientes.

Me hubiese gustado preguntarle al Rubalcaba profesor cosas como: ¿Se ha producido una oxidación de los viejos partidos al entrar en contacto con la nueva política o han sido los recién llegados los que se han transformado en submoléculas de los ya existentes?, ¿varía el punto de ebullición de los elementos según se acercan las elecciones?, o ¿pondría nombres a los elementos gubernamentales, tipo 'riverio', 'sanchonio', 'casadicio' o 'iglesio'?

Un estudio determina que si se fusionasen todos los elementos químicos resultaría un 'plasma quark gluón', es decir, la materia anterior al Universo. Si aquí fusionásemos todos los elementos políticos ¿explotaríamos?, ¿seríamos plasma?, o ¿seguiríamos, simplemente, formando ese compuesto, maravilloso e indescifrable, que alguien llamó España?

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