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Elecciones en la UEx: un debate imprescindible

La UEx fue y sigue siendo un proyecto de futuro continuo en el que sobran egos y ocurrencias y hace falta más realismo, creatividad y pensamiento crítico

Víctor López Ramos

Sábado, 3 de noviembre 2018, 23:48

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Esperemos que las elecciones rectorales que se celebrarán próximamente en la UEx ofrezcan un debate riguroso y profundo entre los candidatos acerca de la universidad que necesita nuestra región, y que sea útil para tomar una acertada decisión sobre quién debe liderarla en los próximos cuatro años. Un debate sin ambages que huya de discursos autocomplacientes y de promesas imposibles, porque nos jugamos el sentido mismo de la institución, no solo para cuatro años, sino, seguramente, para los próximos decenios. Porque, últimamente, la UEx es una institución bastante desnortada, con grandes desigualdades en su estructura académica, en su plantilla de profesorado y hasta entre sus campus, con una errática gestión que nos ha llevado desde la China hasta Miami sin solución de continuidad pero que, lejos de pesimistas sensaciones, continúa siendo un indiscutible agente vertebrador de la sociedad extremeña. Un debate que debe partir de una palmaria evidencia: en Extremadura tenemos la universidad que podemos tener. Si pretendemos medirnos con otras universidades debemos hacerlo desde el realismo al que nos obliga nuestro presupuesto y nuestros recursos.

Ahora bien, no todo es disponer de mucho dinero, sino saber gestionarlo con eficiencia y equidad. A veces, políticas erróneas para la institución pueden dar lugar a superávits o equilibrios presupuestarios, o también, se pueden generar déficits por políticas especialmente acertadas. Hoy, estamos más cerca de lo primero que de lo segundo. Igualmente, mucho se habla del «modelo de universidad que queremos», aunque, deberíamos hablar más sobre los modelos de universidad que tenemos según a quien se pregunte. Están quienes consideran que la universidad debe dedicarse prioritaria –casi exclusivamente– a la investigación y que todo lo demás es secundario, incluso eso de «dar clases»; hay quien ve la universidad como un cómodo trabajo mientras se dedica a proyectos, negocios o promociones personales de todo tipo; tenemos quien la entiende como un lugar de elitismo intelectual y cultural, aunque eso implique su lejanía social.

Éstas y otras arraigadas visiones suelen aseverar con cierta jactancia lo que debe o no debe ser la institución, olvidándose, casi siempre, del primero y más importante de sus sentidos: la formación superior de ciudadanos y profesionales que sirvan a un interés común de progreso y convivencia colectiva. Todo lo demás, universitariamente hablando, debe estar supeditado a ese fin. En mi modesta opinión, lo primero que la UEx necesita urgentemente es un auténtico equipo de gobierno formado por buenos gestores. Un equipo coordinado con eficacia por alguien que conozca la realidad de toda la universidad y que sea sensible a las grandes diferencias y a las situaciones que atraviesan todos los centros, departamentos, servicios, etc. Necesita una planificación académica rigurosa y realista, con una política de títulos basada en análisis con perspectiva profesional y social y que no sea fruto de ocurrencias o de otros intereses; una política de grados que revise en profundidad los existentes, planteando su oferta en función de datos objetivos y de costes en recursos, sobre todo si limitan el crecimiento de otros títulos con éxito estable o la implantación de otros con mayor futuro; y, junto a ello, una potente política de posgrados que se base en la calidad, la captación de alumnos y el interés socio-profesional y que nos haga olvidar la desastrosa gestión de los másteres en los últimos años.

La UEx tiene que revisar su política de profesorado, con procesos de contratación ágiles y sencillos, teniendo en cuenta el número de alumnos por títulos, una petición largamente reivindicada por departamentos y centros sobrepasados de docencia.

Necesita también una transformación digital del conocimiento y una virtualización de la formación, como instrumentos para la externalización y la captación de alumnos, dentro y fuera de Extremadura, dirigiendo el foco especialmente a América Latina y a los egresados que se han marchado de la región y cuyo talento es obligado recuperar. Necesita implementar programas como la 'Formación Profesional + +', que conecte la especialización de los alumnos de FP con la universidad y el empleo y que den sentido práctico a las desperdigadas iniciativas sobre emprendimiento que se llevan a cabo.

Necesita mucha más investigación y posgrados en Ciencias Sociales, que coadyuven a mejorar nuestro sistema educativo, a mejorar la convivencia, a impulsar la economía social, a superar desigualdades de todo tipo y a construir una sociedad más evolucionada, más solidaria, más cívica y más tolerante. Necesitamos, pues, un debate que enfatice el excepcional servicio público que supone para Extremadura su universidad, un servicio que debe ofrecer la mayor calidad posible y en el que la inmensa mayoría de sus recursos humanos (profesores y personal de administración y servicios) trabajan comprometidos con la institución, asumiendo, en muchos casos voluntariamente, docencia o cargas de trabajo que exceden sus obligaciones. Una institución que merece mucho más respeto del que, en ocasiones, se le tiene por parte de algunos agentes sociales en nuestra región.

Porque la UEx es mucho más que sus gestores y mucho más que la opinión de algunos de sus miembros, por mucho poder, batallitas, categorías y antigüedades que tengan. La UEx fue y sigue siendo un proyecto de futuro continuo en el que sobran egos y ocurrencias y hace falta más realismo, creatividad y pensamiento crítico.

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