Elecciones contaminadas

Ha llegado la hora de las cábalas. La época en que politólogos, periodistas y espontáneos elaboran teorías políticas más o menos afortunadas. Se hacen apuestas sobre quién va a ganar las elecciones y, sobre todo, quién va a gobernar España dentro de un par de meses.

Lo único seguro es que pronto descubriremos si los ocho meses fulgor y gloria de Pedro Sánchez han sido un paréntesis en un ciclo de gobiernos de derechas, o si esta etapa de gobierno inestable catapulta al líder socialista, maestro en resistencia, según su propia autodefinición, hacia un mandato más largo. Si Pedro Sánchez ha sido un cometa fugaz o una estrella de la política.

Nos enfrentamos a un panorama político nuevo, con una fragmentación del voto nunca vista en España. Con cinco partidos nacionales en liza, además de las fuerzas nacionalistas, (que mandan mucho, como ha podido ver Sánchez) la formación de gobiernos estables es una quimera. También en Extremadura, donde el peso de los partidos emergentes ha sido menor, se va a ver hasta dónde aguanta el bipartidismo. En las elecciones de hace cuatro años PP y PSOE sumaron el 78% de los votos, un porcentaje elevadísimo si lo comparamos con el resto de España. Pero era 2015 y Podemos y Ciudadanos estaban formándose. Hoy es muy probable que el bipartidismo se encoja en favor de los nuevos partidos. Las mayorías absolutas pasaron a la historia y la incógnita estriba en quién pacta con quién para hacerse con el poder.

Los cálculos que se han hecho en Extremadura son muy sencillos. Si Fernández Vara repite mayoría simple y no le basta con el apoyo de Podemos, que según las encuestas cae en toda España, intentará atraer a Ciudadanos para formar gobierno.

La teoría ya se conoce. Rivera ha jurado que no va a pactar con el 'sanchismo', pero no ha descartado, sin embargo, pactar con otros líderes socialistas. Como Vara o Page.

En el caso de que Ciudadanos obtenga los suficientes diputados para convertirse en el árbitro que decida quién gobierna Extremadura, veremos competir a muerte a PSOE y PP por conseguir su apoyo. Poco importará qué partido es el más votado. Gobernará el que sume más votos en el parlamento, como ha ocurrido en Andalucía con el acuerdo PP-C's respaldado por Vox.

El 28 de abril descubriremos al fin hasta dónde llega el apoyo a Vox y si el pelotazo que dieron en Andalucía tiene eco en otras regiones. Resulta curioso que en pocas semanas el partido de Abascal haya pasado de ser invisible a estar por todas partes. Antes no existía y ahora todo el mundo tiene decenas de conocidos que están deseando que se abran las urnas para votar a Vox. ¿Tantos hay? ¿O es solo que ahora hacen más ruido?

Será bueno medir las fuerzas, tanto de Vox, como del resto de partidos, que parecen estar amedrentados por su empuje y contagiados por su retórica radical. Y es que no solo se contaminan unas elecciones con otras, sino unos mensajes de otros.