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Las diferentes caras de una pandemia

Las diferentes caras de una pandemia

Es conveniente que los equipos interdisciplinares oficiales analicen qué está ocurriendo en cada lugar donde aparece el virus sin perder de perspectiva que, pasado marzo, la epidemia ya no es monomorfa, sino que cada satélite muestra su autonomía

agustín muñoz sanz

Sábado, 21 de marzo 2020

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Un aspecto interesante de las epidemias, aunque sean causadas por especies muy parecidas de microbios, es la gran variabilidad de sus dinámicas. La gripe es el mejor ejemplo. A la luz de los incontables estudios realizados por diversas disciplinas sobre epidemias históricas, recientes y actuales, los patrones de comportamiento epidémico pueden parecer semejantes, pero nunca son iguales. Esto es aceptado para las gripes (en plural) y cabe asumirlo para las coronavirosis: las epidemias de SARS (2002), MERS (2013) y la llamada COVID-19 no son iguales. Si enfocamos la última y actual, casi tres meses después de su nacimiento científico (diciembre 2019) se conocen muchas cosas, pero se ignoran bastantes. Pero la ciencia no descansa, la tecnología y el conocimiento son potentes y el talento investigador es formidable. La ignorancia actual disminuirá a corto-medio plazo (lo hace a diario o casi cada hora).

Se puede decir que la epidemia original de la ciudad china de Wuhan, difundida a la velocidad del rayo a sus vecinos y al mundo, no nos ha mostrado todo su poder. El virus SARS-2 esconde algunas cartas en la ancha manga de su Hanfu (un traje chino histórico). La epidemia sínica se estableció en días. En semanas envió metástasis a distancia, como un microtumor imparable. Cada epidemia a distancia marca su propio perfil según demuestran los modelos matemáticos. Es conveniente que los equipos interdisciplinares oficiales analicen qué está ocurriendo en cada lugar donde aparece el virus sin perder de perspectiva que, pasado el ecuador del mes de marzo, probablemente la epidemia ya no es monomorfa, sino que cada satélite muestra su autonomía. Dicho de otro modo, la pandemia se construye con la suma de diversos brotes epidémicos de ámbito estatal, regional, provincial o local hasta lograr la categoría intercontinental (mundial). Poco más de dos meses después de estallar, en China no se declaran nuevos casos (por ahora), sobran los hospitales fabricados en apenas diez días y prestan ayuda solidaria a otros países. En Japón y Corea del Sur, sus vecinos, los comportamientos varían. Italia ha cogido el relevo y es ahora la mayor secuela, con vocación de epicentro, del terremoto. El número creciente de casos muy graves hace que el país diana de la peste medieval inmortalizada por Boccaccio padezca una variante muy agresiva según la velocidad difusora y el daño físico, económico y moral exhibidos. Si observamos la dinámica epidemiológica en los países de Europa y América, cada una va a su ritmo. África y Latinoamérica, sobre todo en el hemisferio sur, son incógnitas a resolver en los próximos meses. ¿Y España? El peso mayor (la mitad de los casos) recae todavía en Madrid. Extremadura, que nos toca más de cerca, muestra un perfil acoplado a su demografía y gran extensión, baja densidad poblacional, ausencia de grandes nudos de comunicación terrestres y aéreos, y peculiares características socio-económicas (pirámide etaria, patologías cardiovasculares crónicas). Aun así, como era de temer, no se ha librado del mal importado. Pero conviene recordar que, hasta hoy, solo el 1,4% de la población extremeña se ha infectado, aunque habrá más casos futuros. La buena noticia es que más del 80% están en casa porque el daño clínico es tolerable.

Un solo caso de infección por un virus con gran capacidad de contagio interhumano intruso en una comunidad puede originar un brote. La falta de detección y contención inmediata y de inmunidad natural o adquirida puede originar una epidemia local de alcance incierto. Una cerilla de llamita efímera en una gasolinera junto a un almacén de cartones y un pinar será un incendio. Cada brote o epidemia loco-regional (Wuhan, Madrid o Arroyo de la Luz) agrupa elementos del origen chino y propios. El factor humano es clave en las dinámicas y consecuencias epidémicas. No es igual la disciplina prusiana asiática que el individualismo filoanárquico mediterráneo. Difieren los métodos de una dictadura comunista de los comportamientos democráticos occidentales. No responde del mismo modo un Gobierno sólido y una ciudadanía cómplice que una coalición de gobernanza endeble y circunstancial y con un compromiso social manifiestamente mejorable.

Al encarar la pandemia COVID-19, que sigue aportando nuevos datos (contagiosidad de los portadores asintomáticos, vía fecal y por aerosoles, casos ocultos, larga incubación, gravedad clínica en los jóvenes, reinfección, mutaciones virales), los resultados globales y locales dependerán de: la inmediatez de la respuesta (decisión política); el modo de plantear el asunto a la ciudadanía (comunicación); los recursos sanitarios y materiales (dotación económica); la contundencia en la ejecución (firmeza); y el acatamiento ciudadano (compromiso y disciplina) de las medidas tomadas por quienes tienen la responsabilidad histórica y única de encarar el problema. Hay que proteger la salud física y el bienestar espiritual y económico de las personas. Que no deben ser sujetos pasivos. En las manos y en las conciencias de todos está.

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