Lola Dorado, en su casa de Mérida. BRÍGIDO

«Las defensas bajan cuando uno está angustiado, no hay que vivir con miedo»

MI NUEVA NORMALIDAD | Lola Dorado, fundadora de la asociación ELA Extremadura ·

Lleva una década conviviendo con la ELA y ayudando a otros pacientes de Extremadura, ni el virus ni la pierna rota le han frenado

A. GILGADO

MÉRIDA.

Martes, 9 de junio 2020, 08:24

Lola Dorado. Vive entre Mérida y Alange. 71 años. Psicóloga de la primera promoción que se licenció en España. Hace una década que le diagnosticaron ELA. Le dieron tres años de vida. Dice que disfruta la vida a tope. Ni la cuarentena ni la pierna rota han mermado su vitalidad. Hace tres años fundó la asociación regional de pacientes y familiares de ELA. Siempre al teléfono hablando con ellos. Y estos días más.

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–¿Cómo lleva la vuelta a la normalidad?

–Soy una persona afortunada. Vivo en el campo y eso me permite ver el cielo todos los días. También puedo hacer algo de ejercicio, que para los enfermos de ELA es muy importante. Me caí hace mes y medio y tengo la pierna escayolada. Ahora me he metido en la piel de los enfermos de ELA totalmente dependientes. Me ha ayudado a ver cómo es la vida de esos enfermos que no pueden salir de casa. Lo de la pierna me ha perjudicado físicamente, pero mentalmente no. He hecho mucha meditación. Me ha ayudado a crecer y al comprobar una vez más el privilegio de vida que tengo.

–Usted es una firme defensora del voluntariado como herramienta social. ¿Cómo lo vive estos días?

–Con intensidad. Llamo por teléfono todos los días a muchos mayores que viven solos para acompañarles en la distancia. También con enfermos de ELA que no tienen cuidador. Hay gente que en mi situación totalmente sola. Yo tengo a mi marido. Soy una privilegiada y quiero devolver lo que la vida me da ayudando a los demás.

–¿Cómo llevan los enfermos de ELA a los que acompaña la vuelta a la normalidad?

–Con mucho miedo. El virus para nosotros es muy peligroso. Espero que la sociedad se de cuenta que el encierro de una persona con ELA no es por tres meses, es para toda la vida. Lo positivo de todo esto es que ahora veo a muchos recomponiendo sus prioridades. Valoran lo realmente importante. Y para mí. Lo realmente importante es querer y que te quieran. Y yo lo tengo. Soy una afortunada.

–¿Qué le gustaría hacer que no hace ahora?

–Mi madre tiene 95 años. Lo del confinamiento lo ha llevado fatal. Tenía tanto miedo de salir que al permanecer en casa tanto tiempo se ha quedado totalmente inmovilizada. El otro día intentó moverse y se cayó. También tiene la pierna escayolada. Me gustaría poder abrazarla. Pero no puedo. Tengo una hija en Canarias, otra en Madrid y dos en Mérida. También me gustaría abrazarlas más. Ahora todo va a ser difícil. Hay que intentar normalizar la vida. Con precaución, pero dar un paso adelante. Además de ver a mi madre y a mi familia. Lo más importante es retomar el contacto humano, las relaciones cercanas. Creo que al estar aislados nos hemos centrado en uno mismo, pero el contacto y las relaciones sociales son imprescindibles.

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–Hasta qué punto cree usted que influye el ánimo y el optimismo en la salud.

–Las defensas bajan cuando uno está angustiado. No hay que vivir con miedo. No tenemos derecho a perdernos la vida. Hay que disfrutar del amanecer, del paseo, de la sonrisa de las niños. Tengo miedo a que pase un día sin vivirlo de verdad. Soy una disfrutona, cuando me levanto y desayuno pienso, ¡qué privilegio!, ¿sabes cuánta gente con ELA no puede masticar? Para mí el día es un disfrute continuo. No sé que tiempo voy a vivir, pero que me quiten lo bailado. Cada día lo disfruto a tope. Estoy siempre brindado por las endorfinas y por los momentos buenos, que son muchos al cabo del día.

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