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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Aspecto de la planta vacía del mercado de Ronda del Carmen en Cáceres. :: JOrge Rey
Deberes para septiembre

Deberes para septiembre

Siete cines en Badajoz, mercado en Mérida y ansiedad en Cáceres

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Miércoles, 31 de julio 2019, 08:38

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Julio acaba con informaciones que marcan el pálpito y el imaginario colectivo de las tres ciudades más pobladas de la región. Por un lado, Castellana Properties va a instalar siete salas de cine en el centro comercial El Faro de Badajoz. Son salas de una de las empresas punteras en la exhibición cinematográfica en España, Yelmo Cines, que proyecta las películas con lo más avanzado en sonido e imagen, en cines con disposición de anfiteatro, butacas comodísimas y todo lo necesario para que ir al cine sea una ceremonia diferente, especial, única, nada comparable a ver la película en casa.

Los siete cines ocuparán la planta baja, el sótano y los almacenes de la tienda Bricor de El Faro, que pasará a ocupar parte del Outlet de El Corte Inglés. Castellana Properties y Yelmo Cines tienen otras salas semejantes en el centro comercial Bahía Sur de Cádiz.

Otra empresa avalada por la gestión de los centros comerciales Rivas (Madrid) y Mediterráneo (Almería) optará a gestionar el mercado gourmet del Hospital Provincial de Badajoz. Se trata de la multinacional Larry Smith, que deberá invertir tres millones para llevar el nuevo espacio pacense. Esa empresa ya ha invertido otros tres millones en el mercado de Calatrava de Mérida, que abrirá en 2020 y cuya filosofía y planteamiento es la misma que la del Hospital Provincial de Badajoz: alternarán los espacios de mercado tradicional y hostelería con un diseño y una estructura donde primará el buen gusto y el mimo detallista.

Frente a estas informaciones, una tercera nos contaba que el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, había visitado el tradicional mercado cacereño de Ronda del Carmen, un espacio ya remodelado que debería participar de la misma filosofía que el Calatrava emeritense y el Hospital Provincial pacense, pero que no sale adelante a pesar de haber sido reformado hace ya un par de años.

En estas tres informaciones se resumen las sensaciones de prosperidad y avance que conforman el espíritu colectivo ciudadano en Mérida y Badajoz y la sensación de derrotismo y pesimismo que embarga a los cacereños y que está en la base del cambio en la alcaldía. Puede ser que estas sensaciones de prosperidad y estancamiento estén equivocadas, puede ser que la tontería de un espacio delicatessen más o menos y unos cines no sean un motivo serio de orgullo y optimismo, sino meros fuegos de artificio, pero las cosas son como son y lo cierto es que en el autobús urbano, en los bancos de los parques y en las peluquerías, si dices que Cáceres se muere y Badajoz y Mérida avanzan, te darán la razón, aunque luego pidas las causas de esa agonía y no sea fácil concretarlas.

Pero las informaciones son las informaciones y las que rematan julio son las que son: siete cines en Badajoz, multinacionales interesadas en los mercados gourmet de Mérida y Badajoz y varios puestos vacíos en la zona de mercado tradicional y vacío completo en la planta de hostelería en Ronda del Carmen de Cáceres. Y lo que es peor, nadie se interesa por esos espacios, que, todo hay que decirlo, no están en un sitio tan privilegiado y céntrico como Calatrava y el Hospital.

En las ciudades y en las familias, importa mucho la alteridad, el otro, la comparación. Es ridículo, pero es así: tú no sientes la necesidad de un coche nuevo hasta que no se lo compra la cuñada y no te sientes mal por veranear en el pueblo hasta que viene tu primo y te enseña sus fotos bebiendo mojitos en Punta Cana. Lo mismo sucede con Cáceres: la depresión colectiva se ha instalado en la ciudad a partir de que no salió el centro comercial La Calera, abrieron El Faro y Leroy Merlín, Decathlon prefirió Badajoz y Mérida y ahora, cines y mercados.

Simplificando, ese es el punto de partida para cuando volvamos en septiembre. Optimismo en Mérida y Badajoz y ansiedad en Cáceres a la espera de que empiece a concretarse el poético proyecto del alcalde Salaya: llenar la ciudad de colores.

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