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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Estela Sevillano
Cuatro extremeños detrás de las siglas LGTB

Cuatro extremeños detrás de las siglas LGTB

Una lesbiana, un gay, una transexual y un bisexual hablan de la lucha del colectivo por el Día del Orgullo

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Domingo, 1 de julio 2018, 09:06

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Estela tuvo que volver al armario al llegar a la universidad porque notó el rechazo de sus compañeros en novatadas. Ahora trabaja como voluntaria para ayudar a otras mujeres lesbianas. A Álvaro le costó declararse gay al ser de un pueblo pequeño, pero hace unos meses ha adoptado con su pareja. A Laura le tiraron piedras esta misma semana al salir de su instituto en Cáceres por ser transexual, pero está acostumbrada y centrada en su ilusión, ser actriz. Daniel tiene novio, pero también le gustan las mujeres. Es bisexual, pero siente que le juzgan cuando lo dice. Son la L, la G, la T y la B de un colectivo que ha ganado algunas batallas, pero que aún tiene peleas pendientes.

El 28 de junio de 1969 la comunidad gay de Nueva York dijo basta. La enésima redada en uno de los pubs del Greenwich Village que frecuentaban homosexuales hizo que perdiesen la paciencia y, por primera vez, la comunidad se echó a la calle a protestar. Esta semana se ha conmemorado esa fecha en lo que se llamaba Orgullo Gay, que ahora también se nombra cómo Orgullo LGTBI.

CUATRO CONCEPTOS BÁSICOS

  • Sexo biológico el sexo con el que se nace. Puede ser hombre, mujer o intersexual. En este tercer grupo están las personas que presentan conjuntamente caracteres sexuales masculinos y femeninos o alteraciones de los mismos.

  • Identidad sexual no es lo mismo el sexo, marcado por los cromosomas y genitales, que el género (masculino y femenino). Por ejemplo, en el caso de los transexuales, no coincide. Se puede nacer como mujer y sentirse hombre.

  • Expresión de género es la construcción social que identifica un género, por ejemplo, la ropa. Tampoco tiene por qué coincidir con el sexo. Hay travestis. Un hombre que se siente hombre, pero le gusta vestir de mujer, por ejemplo.

  • uOrientación sexual es el deseo sexual hacia otra persona. Las variedades más habituales son heterosexuales (les atrae el sexo contrario), homosexuales (les atrae el mismo sexo) o bisexuales (les atraen ambos sexos).

Detrás de estas siglas están lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales. Colectivos muy diversos que están unidos para luchar, conjuntamente, por la diversidad. Detrás de estas siglas, además, hay historias de incomprensión, de rechazo, de miedo, pero también de mejoras y esperanza. Cuatro extremeños orgullosos de estas letras han compartido con HOY sus alegrías y también sus luchas.

Estela Sevillano 22 años

«Tienes que decirlo. Si no, ocultas una parte de ti»

L es la letra de Estela Sevillano Esquivel. Sospechó que esta era su sigla con 13 años viendo una película en la que se identificó con uno de los personajes, una lesbiana. Aún tardó, sin embargo, en decirlo en alto. «Es complicado aceptarse. Yo me enamoré de una chica, una amiga mía y, bueno, no me creía de primeras que era lesbiana. No quería aceptarlo, pero a la larga no me quedó más remedio. Algo había, un sentimiento y era cuestión de normalizarlo», dice.

Esta joven, que ahora tiene 22 años, nació en Azuaga, pero se trasladó a Don Benito con solo 4 años. Dice que el mayor problema es que nunca le habían dado una alternativa, que no le habían hablado de esa posibilidad. «No me lo creía porque no se me había dado la opción. No me habían dicho, puedes ser o lesbiana o hetero».

A los 15 años salió del armario. Primero se lo dijo a su hermano, que era gay, lo que le facilitó el proceso, y luego a sus padres. Lo aceptaron sin problemas, recuerda, pero en general su entorno se sorprendió. «Debido a mi aspecto, o más bien a los roles que se implantan a las lesbianas, no se lo esperaban para nada. De hecho, muchas veces dicen que cómo es posible que sea lesbiana por mis gustos a la hora de vestir, por ejemplo, cosa que no debería ser importante».

«Me han llamado falsa lesbiana y me han dicho que es una moda porque me gusta llevar vestido»

Estela Sevillano Estudiante

Han llegado a llamarla «falsa lesbiana», añade. «Me han dicho que es una moda porque mi forma de moverme es femenina y a veces me gusta llevar un vestido». Con 18 años se trasladó a Badajoz a estudiar un doble grado de LADE y Economía en la universidad y, a pesar de estar en una ciudad más grande, tuvo que volver al armario. Notó el rechazo de sus compañeros durante las novatadas y decidió ocultar su orientación un par de años.

Finalmente entró como voluntaria en la Fundación Triángulo, para ayudar a otras personas, y decidió dejar las cosas claras. «Me empoderé. Entendí que tenemos que vivir nuestra vida como lo que somos, ser nosotras mismas y que no nos tiemble la voz cada vez que tenemos que contar nuestra orientación sexual. Pero la tienes que contar porque, si no, ocultas una parte de ti a tus amigos».

Álvaro Peraita 33 años

«Siempre lo supe, solo tienes que aceptarlo»

G es la letra de Álvaro Peraita Rosario. Al igual que Estela, este extremeño de 33 años echó de menos un referente de pequeño con el que identificarse para poder saber exactamente qué sentía.

Es de Hinojosa del Valle. «Al crecer en un pueblo pequeño sí que estás muy limitado porque no hay referentes, porque todo es como muy cerrado y muy básico. No hay opciones alternativas a nada. Te tienes que crear tu propio hueco».

Desde siempre tuvo claro que era gay. «No sufrí un proceso de descubrimiento porque siempre lo supe, lo que sí tuve que sufrir fue un momento de aceptación. Me dije: oye, mira, esto es así. Déjate de tonterías y tira para adelante con esto».

Tenía 15 años, pero esperó a marcharse a la universidad para decírselo a su familia. «Quería tener un poco mi refugio». Lo aceptaron. «Sin problema. A ver, cuesta un poco tener que cambiar tu concepción del mundo porque no es solo lo que es tu hijo. Es la sociedad en general, todas las ideas que tenías. Todo tiene que cambiar, pero bien. Hubo un proceso de adaptación y sin problema». Nunca se ha sentido rechazado abiertamente, aunque sí percibe algo de riesgo a veces. «Cuando hay un grupo de chicos muy machitos, y vas tú con tu pareja, te cuidas de vigilar que no pase nada».

Estudió Psicología en Salamanca, pero finalmente decidió dedicarse a la hostelería. Ahora tiene un restaurante vegetariano en Cáceres, Brotes Verdes, y lo más importante: ha sufrido una nueva revolución en su vida. «He sido padre con mi pareja, hemos adoptado. Es como otra situación que te hace salir del armario. Cuando tú sales del armario, sale tu familia. Cuando eres padre, vuelves a salir del armario, como padre, porque lo mismo, es una situación que la gente no se espera».

A pesar de ello, se ha sentido arropado y está feliz. «Todo el mundo fenomenal, contentísimos, lo que pasa es que no están acostumbrados a que un chico gay o una pareja gay sean padres. Dicen: anda, otra vez que rompen los esquemas».

Laura Corbacho 19 años

«Hace unos días me tiraron piedras por la calle»

T es la letra de Laura Corbacho Garrido. Ella sí que ha sentido el rechazo, y de forma reciente. Esta misma semana tuvo que poner una denuncia porque le tiraron piedras. Al salir de su instituto, un grupo de jóvenes la increpó, ella les pidió que se callasen y la agredieron.

Con solo 19 años, sin embargo, afronta la situación con mucha tranquilidad. «Denuncié porque mis amigos me animaron. Me han insultado muchas veces, pero yo ni me acuerdo».

Una sirenita de juguete protagonizó su primer día para olvidar. Tenía 5 años y se la habían traído los Reyes Magos. Era feliz y decidió llevarla a clase el primer día tras las vacaciones. Dice que ha olvidado los problemas que hubo, pero que sabe que tuvo que defenderla el profesor.

Los siguientes años se fue distanciando cada vez más del sexo con el que había nacido. «Me gustaba otro chico y pensaba, a ver si soy gay, pero lo descartaba porque yo no quería estar con un hombre siendo un hombre».

La ropa se convirtió en su forma de expresarse. Ya en sexto de Primaria, los días que no tenía que llevar uniforme, «me ponía mis calzonitas cortas, me las subía hasta arriba, mi camiseta de tirantas que se me marcaba el pecho porque estaba rellenita y una flor en el pelo. Trataba de expresar cómo me sentía». Al llegar al instituto comenzó a maquillarse y a pedirle a sus amigas que la llamasen Laura, pero fuera de casa, se lavaba antes de volver para que no la viesen.

Su madre, sin embargo, se dio cuenta de lo que ocurría «porque le robaba la ropa». «Me dijo: oye, que yo creo que eres una mujer». También fue su madre la que peleó para que el endocrino la atendiese lo antes posible y comenzar el tratamiento. «Intentaba que lo acelerasen para que no me creciese más el pie e intentar no tener la voz grave».

Años después Laura se siente satisfecha, pero no por los tratamientos. Durante mucho tiempo, admite, se obsesionó con tratar de parecer lo más posible una mujer cisgénero (lo contrario a transgénero). «Pero al final dices: no ¿Qué vas a aparentar? Eres lo que eres. Intentas esconderte y que nadie se entere de lo que eres».

¿Qué le diría a un niño que sospeche que su cuerpo no le corresponde? «Que se quiera muchísimo, que no intente aparentar porque cada persona somos distintas y la diversidad es lo más». Ahora esta cacereña va a estudiar Arte Dramático para ser actriz, posa como modelo feliz con su imagen y escribe un blog sobre transexualidad. Su grito es: «Claro que soy XY, pero soy una mujer. El sexo biológico no tiene nada que ver con el género. El género es una construcción social».

Daniel Quijada 30 años

«Los bisexuales salimos del armario al revés»

B es la letra de Daniel Quijada Alcón. Tiene 30 años y es de Plasencia, pero vive en Madrid desde hace un tiempo. Tiene novio y le gustan las mujeres. Una frase completamente natural para él que, sin embargo, le enfrenta a mucha incomprensión.

Es bisexual. Hay pocas personas que se definan con esta palabra, y aún menos hombres, porque no solo están discriminados por la sociedad en general, sino en ocasiones por el propio colectivo gay.

¿Por qué es tan difícil de aceptar? Este joven indica que no hay referentes. En las series o en las películas no hay bisexuales que lleven su orientación con naturalidad y normalidad. Si una mujer que sale con un hombre, por ejemplo, besa a otra mujer, es algo forzado y artificial.

Los bisexuales, además, agrupan a una serie de personas con orientaciones muy distintas. Eso hace que aún sea más confuso y difícil de entender. «Hay hombres casados con mujeres, por ejemplo, que sienten atracción por tener relaciones con otros hombres. No son gais. No lo son. También están los pansexuales (personas que se sienten atraídas de forma sexual y romántica por las personas, independientemente del sexo de las mismas)».

El problema, detalla, es que es un tabú calificarse como bisexual porque casi inmediatamente les tachan de viciosos o desconfían de su forma de sentirse. «Es un estigma contra el que se lucha muchísimo. Generalmente un chico bisexual prefiere decir que es gay», se lamenta Quijada Alcón que lo entiende. «A veces es más sencillo».

«El problema es que los bisexuales salimos del armario al revés». Parece complejo, pero tiene una explicación sencilla. «Muchas veces cuando una persona es gay, para contarlo, comienza por decir que es bisexual y un tiempo después ya se confirma como homosexual», detalla.

Eso les perjudica. «Porque al decir que eres bisexual piensan: bueno, eres gay pero no lo dices. No es así. Te pueden atraer los hombres y las mujeres», protesta.

El machismo también hace daño a este colectivo. «Parece que las mujeres sean bisexuales está bien visto porque a los hombres les atrae la idea, pero un hombre bisexual no es bien recibido».

Daniel tuvo clara su orientación en segundo de carrera. Primero se lo confesó a sus amigos, que lo aceptaron muy bien, y poco a poco, a lo largo de los años, lo fue hablando con su familia. Cuando conoce a alguien, explica, no suele decírselo inmediatamente, pero sí pronto. «Si una noche estás con una persona, pues no hace falta, pero si ves que puede ser algo más serio, a mi sí me gusta decirlo. Soy lo que soy, si te gusta, bien, si no...» Para que las futuras generaciones lo tengan más fácil pide protocolos médicos que tengan en cuenta a las personas bisexuales y «lo más importante, educación».

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