El indulto del crimen de Casas del Castañar
Crónica negra EN Extremadura ·
Un maestro asesinado en 1902. Después de lograr que dos criminales fueran condenados, el abogado cacereño José Ibarrola realizó una campaña para librarles de la horca. Alfonso XIII firmó su indultoEl 5 de agosto de 1902, en Casas del Castañar, pueblo que está a 22 kilómetros de Plasencia, ocurrió un crimen que fue llamativo, porque ... tenía el trasfondo del adulterio de una mujer casada y una venganza política... y se cometió un error importante en la mano ejecutora del crimen: el muerto no era la persona que debía ser asesinada.
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A las diez de esa calurosa noche de agosto, un grupo de personas estaban tomando el fresco frente a la casa de Pedro de la Calle, rico hacendado que era juez municipal y el alcalde por el Partido Liberal. Allí estaba su hijo Hilario, el médico del pueblo, y el maestro Fernando Ramos Esteban, que hacía unos meses había llegado para dar clases a alumnos de primaria. En una manta en el suelo había tres nietos del alcalde.
Oculto en las sombras, acechando al grupo que charlaba junto a la casa de Pedro de la Calle estaba un jornalero de 26 años, Deogracias Martín Garrido. Estaba armado con una escopeta y apuntó a Hilario, el hijo del alcalde. El motivo, según confesaría en el juicio, era que su mujer le estaba engañando con Hilario. Fue el fogonazo, el ruido, y cayeron heridos en el suelo Hilario, pero también el maestro Fernando Ramos.
Hilario recibió tres impactos, dos de ellos en una pierna y el tercero en el muslo, y resultaron afectados sus testículos. No murió, pero le quedaron graves secuelas.
El que murió fue el pobre maestro recién llegado, con el que no iba la guerra soterrada que había en el pueblo. Recibió cuatro impactos, y uno le destrozó el hígado. Dejó viuda y dos huérfanos.
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El autor material del crimen huyó una vez había disparado la escopeta; pero fue visto por varias personas y Deogracias no tardó en ser detenido por la Guardia Civil. Dijo que había disparado con la intención de acabar con la vida de quien se acostaba con su mujer; pero declaró que el arma, ya cargada, se la había dado otro enemigo de Hilario de la Calle, que le aseguró que si acababa con su vida tendría trabajo. El inductor era Agustín de la Calle Vicente, de 29 años, soltero, maestro sin trabajo, que había sido sargento de infantería. Agustín, que tenía el mismo apellido que su enemigo aunque no eran familia, era del Partido Conservador, y por lo tanto adversario político del alcalde de Casas del Castañar y su hijo, que eran liberales. Agustín había decidido matar a uno de ellos cuando le negaron su petición: ser él secretario del Ayuntamiento, y su padrastro, el médico titular del pueblo.
Deogracias y Agustín fueron juzgados en Plasencia en octubre de 1903. Hubo seis sesiones y más de 130 testigos. El juicio fue seguido por la prensa. Son chocantes los comentarios de periodistas como el del 'Diario de Cáceres' al hablar del testimonio de María Talavera: «Es la mujer de Deogracias, y según éste, la amante del Hilario; representa tener unos 27 años y su cara y su tipo nada tienen de particular, pudiendo decirse que es fea. Su declaración es una declaración en extremo cómica, mueve muchos los brazos y hace muchos gestos que producen risas en el público que llena la sala». Ella negó que hubiera sido infiel a su marido.
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El jurado popular encontró a los dos procesados culpables de asesinato. Fueron condenados a muerte, y que pagaran a la viuda del maestro 3.000 pesetas y 300 pesetas a Hilario.
El fiscal había ganado y también el acusador particular, que representaba a la viuda. Este era el letrado José Ibarrola Muñoz, un famoso personaje de Cáceres, que ejerció la abogacía más de 50 años, y fue decano del Colegio de Abogados de 1926 a 1930. Además de hombre de toga, fue escritor, íntimo amigo del poeta Gabriel y Galán.
Ibarrola no era partidario de la pena de muerte, y empezó una campaña para evitar que Deogracias y Agustín terminaran sus vidas penduleando en el extremo de una soga. La pena de muerte no era rara por aquel entonces, en el año 1903 con Deogracias y Agustín ya eran nueve los reos condenados a muerte en la provincia de Cáceres.
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Carta
José Ibarrola escribió esta carta a la viuda:
«Señora Doña Encarnación Guillén Guerra.
Muy señora mía: Como usted sabrá, están próximos a ser ejecutados los matadores de su difundo esposo D. Fernando Ramos (q.e.p.d.) Agustín de la Calle y Deogracias Martín Garrido. Creo realizará usted un acto hermoso de caridad cristiana pidiendo el indulto de esos infelices, que cometieron horrendo crimen, están ya arrepentidos de lo que hicieron, y sin necesidad de que los ahorquen, sufrirán en prisión perpetua el castigo de sus culpas.
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Yo, que fui su abogado defensor (acusación particular), le ruego encarecidamente que lo haga».
Desde Arroyo de la Luz (entonces Arroyo del Puerco), la viuda le escribió diciendo que era feliz, «al perdonar la vida a estos dos hombres que tanto daño me hicieron».
Ibarrola también logró que Hilario de la Calle, el que se salvó de milagro de morir asesinado, pidiera el indulto.
De esta manera, en enero de 1905 el rey Alfonso XIII firmó el indulto, y los dos pasaron a cumplir la cadena perpetua en el penal de Ceuta. De esta cárcel debía ser fácil escaparse porque Agustín lo logró en 1907, cuando tenía 34 años, y nunca más se supo de él.
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Deogracias también se escapó de la misma prisión, en 1911, cuando tenía 35 años; pero fue detenido cuando intentaba tomar un barco con destino a Buenos Aires.
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