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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Ángela Boyero, a sus 84 años, cosiendo una bata
Costureras rurales en la retaguardia

Costureras rurales en la retaguardia

Operación Alpha. 800 mujeres han cosido 12.000 batas para los sanitarios. Son el alma de una cadena solidaria de la que han formado parte el SES, empresas, alcaldes y particulares voluntarios

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Viernes, 15 de mayo 2020

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Los imbatibles precios chinos, la inasumible competencia de la mano de obra de Bangladés y la invasión de la moda de franquicias se llevó por delante en Extremadura a casi todas las cooperativas textiles, que eran el sustento de muchas mujeres rurales. Esas mismas costureras, que un buen día tuvieron que empaquetar sus máquinas de coser, sus hilos y su tijeras, han sido en plena pandemia mundial las que han conseguido proteger a los sanitarios de los hospitales y las residencias de mayores en un momento donde la primera línea de lucha se estaba contagiando y en China solo podía comprar el mejor postor.

Desde la retaguardia, 807 mujeres, cada una en su casa cumpliendo con el confinamiento, han cosido 12.000 batas, la armadura con la que médicos, enfermeros, celadores y personal de las residencias de ancianos han combatido a la COVID-19. Ellas han sido el alma de la operación Alpha, una cadena solidaria inédita, que se ha montado en tiempo récord, y en la que se ha implicado el SES, voluntarios particulares, empresas privadas y alcaldes de toda Extremadura.

La idea llama a la puerta de la Junta de Extremadura por dos vías. Desde Malcocinado, el pueblo de las famosas patatas fritas, la inquieta cabeza de Jaime Ruiz Peña, quien –entre otros cargos públicos– fue director general del Sexpe y del grupo de empresas públicas Gpex, y hoy se dedica a la consultoría y a dar conferencias que se organizan al otro lado del Atlántico, le daba vueltas a esa ola de gente haciendo mascarillas caseras que, al no estar homologadas, no podían entrar en los hospitales.

Imagen principal - Costureras rurales en la retaguardia
Imagen secundaria 1 - Costureras rurales en la retaguardia
Imagen secundaria 2 - Costureras rurales en la retaguardia

Llamó al director general de Salud Pública y le preguntó: «¿Qué podemos hacer que sea útil?». «Las batas, me dijo». Y en una libreta, tirando de su pasado como militar de intendencia, escribió: 'Operación Alpha'. Ahí empezó a dibujar el esqueleto de una logística que ha llegado a diecisiete pueblos y dos ciudades. Él ha sido el engranaje de una cadena basada en la filosofía: «Cuidar de quienes nos cuidan haciéndoles batas y cuidar la moral de los pueblos».

Casi a la vez, en un despacho del Hospital Universitario de Badajoz, el enfermero Luis Miguel Lara, testigo de la falta de material de protección de sus compañeros, planteó en Mérida una idea similar: tirar de las antiguas cooperativas de costura para hacer batas.

Luis Miguel Lara Godoy | Enfermero. Diseñador de las batas

«Las batas nos han costado menos que las que vienen de China porque la confección ha sido altruista»

Jaime Ruiz Peña | Creador y coordinador

«Cuidar de quienes nos cuidan haciéndoles batas y cuidar la moral de los pueblos»

Él es uno de los dos únicos enfermeros perfusionistas de Extremadura. Su presencia en cualquier cirugía cardíaca es imprescindible porque son los que se encargan de parar los pulmones y el corazón de los pacientes y a la vez de mantenerlos con vida mientras dura la operación. Por eso cuando se declaró la pandemia, se organizaron en turnos separados para entrar en el quirófano. «Me vi metido en un despacho protegiéndome de la COVID», dice, y ese tiempo lo dedicó a madurar su idea y a darle forma. Él es quien ha diseñado las batas y ha validado todas las telas para garantizar que sirvieran de barrera al virus.

«El SES se ha encargado de buscar proveedores de telas y yo las iba eligiendo. Las de mayores calidades para las UCI y los quirófanos y los hilos de menor calidad para los que estaban en la segunda línea», cuenta. Empresas extremeñas como Jaraelsa, logró paralizar las producciones en cadena de industriales textiles para traer a la región 13.000 metros de tela.

Después se puso a dibujar un modelo de bata 'anticovid'. Un único patrón con una talla que sirviera a todos, de material reutilizable, que cubriera todo el cuerpo y que se cerrara atrás con lazadas del mismo material. «Es una bata sencilla que no requiere manipularla mucho porque a la hora de retirarla es donde más riesgo hay de infectarse».

Con el diseño decidido, hizo un vídeo tutorial de cómo había que coserla que ha servido de guía para todas esas modistas que han hecho realidad lo que este enfermero dibujó en un papel. «Ha sido una producción muy rentable y con un acabado profesional. Nos ha costado menos que las que vienen de China, porque la Administración solo ha pagado las telas y la confección ha sido altruista».

El siguiente eslabón de la cadena se ató en Mérida en el taller de Marita Rial, dedicado a la confección de moda infantil y vestidos de comunión que luego venden en España, México, Emiratos Árabes, Panamá o China. «Como las comuniones se nos vinieron abajo, me ofrecí para cortar las batas en mi taller», explica Marco Rial. A él le llegaban las bobinas de telas y el patrón de Lara y una vez que las tenía cortadas salían para los pueblos.

Mensajes de ánimo bordados

Hacia Castuera, Campanario, Quintana de la Serena, Montemolín, Monesterio, Zafra, Valencia del Ventoso, Barcarrota, Medina de las Torres, Maguilla, Pueblonuevo del Guadiana, Villanueva del Fresno, Alconchel, Olivenza, Valverde de Leganés, Jerez de los Caballeros, Arroyo de la Luz y la barriada de El Progreso de Badajoz. De allí son las 807 mujeres que han tejido la protección de los sanitarios, cosiéndoles mensajes de ánimo en etiquetas como 'Después de la tormenta, siempre sale el sol', desde Villanueva del Fresno, o en forma de corazón como las de Quintana de la Serena con el mensaje 'Hay días en los que una palabra puede llegar a emocionarte... Gracias'.

Una de ellas es Ángela Boyero, que a sus 84 años no dudó en apuntarse a la lista de voluntarias que formó su ayuntamiento, el de Arroyo de la Luz. Ella ha dedicado toda su vida a la costura y aún hoy sigue cogiendo dobladillos. Diez de las 12.000 batas han salido de sus manos. «Hemos tenido la necesidad de hacer algo por lo demás, de ayudar desde dónde pudiéramos. Ha sido una iniciativa colectiva muy importante en medio de esta pesadilla», cuenta Maribel, su hija.

El enlace entre el material y las costureras han sido los alcaldes. Ellos han organizado el voluntariado, la recepción del material, el reparto de las piezas de telas por las casas y la recogida de las batas una vez confeccionadas. Lo han hecho con los recursos municipales y a veces con los propios, llevando ellos mismos las telas a sus vecinas e incluso las batas a los hospitales.

«Las han hecho con mucho cariño porque sabían a dónde iban a llegar», Juna Carlos Contrera, alcalde de Zafra
«Las han hecho con mucho cariño porque sabían a dónde iban a llegar», Juna Carlos Contrera, alcalde de Zafra

Uno de esos alcaldes es Antonio Garrote, de Monesterio. En su pueblo, cien mujeres –las mismas que hace 25 años cosían en cooperativas para firmas como El Corte Inglés–, han hecho 700 batas, en las que les han bordado con hilo amarillo el nombre de su pueblo. «Ha sido un movimiento solidario excepcional».

En Zafra, en una sala del ayuntamiento, su alcalde José Carlos Contreras y el resto del equipo de gobierno separaba cada pieza de las batas para hacer los lotes que luego han entregado a las 150 mujeres del pueblo que las han cosido, 900 en total. «Parecían de confección profesional. Las han hecho con mucho cariño porque sabían a dónde iban a llegar», relata su alcalde.

Una vez que las batas estaban listas, se mandaban al centro logístico que el SES tiene en Badajoz. «El reparto entre hospitales y residencias de mayores lo hemos hecho teniendo en cuenta el volumen de población y el número de ingresos por COVID-19», apunta Luis Miguel Lara.

Para los traslados, el último eslabón ha sido el transporte solidario de la empresa extremeña Integra2. «Hemos redoblado esfuerzos para aportar nuestro granito de arena», dice María Ramón, cuyos camiones han hecho 200 trayectos para que la operación Alpha culminara con éxito.

«Como las comuniones se nos vinieron abajo, me ofrecí a cortar las batas en mi taller», Marco Rial, cortador
«Como las comuniones se nos vinieron abajo, me ofrecí a cortar las batas en mi taller», Marco Rial, cortador

Rescatar las cooperativas para hacer material de protección

«La puerta a la esperanza». Eso es para Jaime Ruiz Peña la operación Alpha, un presagio de lo que podría significar el trabajo anónimo de las 800 costureras en un futuro. «El material sanitario es estratégico, ¿por qué no reactivar las cooperativas textiles para que se produzca en Extremadura. Voy a pedirle una reunión al SES para que lo apoye». Lo mismo cree el enfermero Luis Miguel Lara a la vista del éxito de la iniciativa. «Aunque sea más complejo, si tenemos nuestros propios recursos aquí tendremos menos problemas para disponer de material sanitario de protección. Las administraciones públicas tendrían que replantearse que el material crítico de uso hospitalario debe tener proveedores y fabricación local». Para los alcaldes esta posibilidad es futuro para sus pueblos. «Me parece interesantísimo recuperar las cooperativas y que el SES se comprometiera a comprar a proveedores que trabajaran con ellas. Ojalá esto sea el embrión, porque tendría un potencial tremendo de empleo en el mundo rural. Si una mujer tiene trabajo en su pueblo, la familia vive en el pueblo», valora Antonio Garrote.

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