La Constitución: lo que piensan de ella los extremeños según su edad

Según explica desde Cáceres este profesor de Filosofía jubilado, «solidaridad viene de sólido y significa que nadie puede desgajarse del conjunto. Hay que hacerlo por ley a través de los impuestos y de esto se encarga el Estado. Por eso me molesta mucho que haya que estar pidiendo limosna todo el rato».

Estos tres extremeños de tres generaciones distintas están de acuerdo en que en los últimos meses se habla más de política debido al proceso catalán. También reconocen que en las tertulias es frecuente invocar la Constitución y coinciden en que este documento es necesario para la convivencia. «Ha servido para mejorar el país», afirma tajante Juan Verde.

El pacense Pedro Carrillo, de 23 años, se aproximó a la Constitución a través de los estudios universitarios. Antes admite que era algo ajeno a él, pero ahora cita todas sus modificaciones y las valora: «la última fue en 2011 para conseguir la estabilidad presupuestaria, algo normal en época de crisis», afirma. Y añade que «aunque parezca vieja porque la hicieron mis abuelos, en realidad es relativamente nueva si la comparamos con la de Estados Unidos, que es de 1787. Y ahora que se habla de modificarla en lo territorial considero un desajuste y gasto innecesario permitir que haya 17 legislaciones diferentes. No sé hasta qué punto esto sería bueno o malo», reflexiona este estudiante de Administración de Empresas y Derecho.

Vanesa es natural de Barcelona, pues sus padres, extremeños, fueron emigrantes que retornaron hace treinta años. Vive en Badajoz, es doctora en Biología y trabaja como comercial de equipos de laboratorio. Nació en 1978, así que tiene la misma edad que la Constitución. «No se me olvida la fecha porque coincide con mi nacimiento. Pero más allá de esto no la conozco en detalle, solamente tengo un concepto general. En los últimos meses se habla más de ella y yo soy una de esas personas que ha buscado el artículo 155 (que ha permitido la intervención del Estado en el gobierno autonómico de Cataluña) para leerlo».

Pedro Carrillo está en cuarto curso, precisamente uno de los más intensos en materia jurídica. En clase se habla de la actualidad, también del 155. «Muchos opinamos que no hubiera sido necesario recurrir a un artículo de la Constitución. Ante un delito de sedición basta con el Código Penal», señala.

Dice Vanesa Casas que «ahora se ven muchos artículos como lógicos, pero en 1978 había que ponerlos por escrito porque algunas cuestiones no estaban tan claras. Me refiero a la libre reunión o a la libertad de pensamiento», señala antes de sugerir que habría que reforzar el artículo 27: «Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza», reza. En su opinión, «esto es muy importante porque el conocimiento es lo que permite a las personas poder elegir con criterio».

En este punto, el profesor Juan Verde va más allá. Preguntado sobre qué modificaría en la norma de mayor rango en España él desea «que se reconozcan unas ideas generales sobre cómo tiene que ser una ley de educación, y no decir únicamente que exista». Y ya puestos –añade– que la Carta Magna recoja la obligación de un presupuesto básico para el control de la corrupción y la regulación de paraísos fiscales.

Según Pedro Carrillo, la Constitución parece algo muy simple, pero es bueno recordarla cada año y reflexionar sobre ella. Según les comenta un profesor, contiene muchos derechos, pero pocos deberes. Para Vanesa Casas, «faltan muchos asteriscos. La sociedad ha cambiado mucho desde 1978».