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Dramatización de Hernán Cortés en la parte antigua de Cáceres. Armando Mëndez
Los conquistadores no son progres

Los conquistadores no son progres

Alejarse de Hernán Cortés y de otras figuras históricas en un intento de separarse de lo que hoy representan algunas formaciones políticas de nuestro país no tiene sentido

Pablo Calvo

Cáceres

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Domingo, 7 de abril 2019, 13:25

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Hernán Cortés desembarcó en 1519 en las costas del actual México con menos de 600 hombres. Dos años después se daba por derrotado al Imperio azteca. La conmemoración del quinto centenario de estos hechos históricos ha comenzado de tapadillo, con la sensación de que la figura del conquistador extremeño resulta hoy más un marrón que un orgullo.

No se entiende de otra forma que el Ministerio de Cultura, con la pobre excusa de que los presupuestos prorrogados no contemplaban una partida económica, haya obviado la efeméride entra las citas a recordar durante este año 2019. Menos aún se comprende que una comunidad que con entusiasmo y rigor conmemoró el 92 por sentirse protagonista relevante, haya bajado la cabeza ante el aniversario. La comunidad autónoma que incluye el vínculo con Iberoamérica en su Estatuto de Autonomía, en cuyo texto se define como «Extremadura fronteriza, europea y americana», ha rebajado su presencia a un tercer nivel institucional en el congreso internacional que ha examinado durante tres días, con sus luces y sus sombras, la figura de Hernán Cortés.

El conquistador de Medellín es, como mínimo, un personaje sobre el que merece la pena debatir, y hacerlo desde la premisa de que la Historia común de los pueblo es un elemento de unión, no de separación. Tratar de silenciar o esconder la leyenda negra que envuelve a la Conquista española de América solo consigue engordarla. Hacerlo desde Extremadura resulta aún peor. Antes al contrario, debemos analizarla, afrontarla y, si es pertinente, rebatirla.

Como se han dedicado a subrayar esos días los expertos convocados en Medellín y Trujillo por la Federación Extremadura Histórica y la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, resulta anacrónico juzgar cualquier hecho ocurrido hace cinco siglos con la mentalidad de hoy. Una sociedad que en 2007 eliminó del Código Civil el amparo del cachete correctivo de padres a hijos, cómo va a comprender a hombres que cargaban todo el día con espadones a la cintura. Lo realmente dramático sería que todavía hoy tuviéramos que defender de ese modo nuestra integridad física, que nuestra mentalidad no hubiera evolucionado.

Los conquistadores no son progres. No lo son si como tal entendemos la defensa de valores como igualdad o tolerancia, conceptos que ni siquiera se verbalizaban en el siglo XVI y que afortunadamente son parte de nuestra sociedad desde hace tiempo pero, ojo, que sigue siendo necesario recordar y pelear por ellos cada día en pleno siglo XXI.

Tampoco es necesario elevarlos a los altares. Cualquier acercamiento histórico debe ser crítico. En caso contrario, no tendría sentido por incompleto y parcial. Pero la postura que parece haberse impuesto entre las instituciones culturales con el quinto centenario de la llegada de Cortés al actual México es el silencio vergonzoso.

Identificar unos acontecimientos que cambiaron el rumbo de la Historia con nacionalismos identitarios y exacerbados, como también puede resultar en ocasiones el nacionalismo español, y reducir lo que ocurrió hace 500 años a los episodios violentos, es mirar el pasado con ojos muy estrechos y simplificar lo que significa Hernán Cortés para Extremadura, España y América. Alejarse del conquistador como un intento de separarse de la política actual y de lo que representan algunas formaciones no tiene sentido.

Hace unos días este diario publicó el testimonio de un extremeño residente en el país latinoamericano. Aseguraba que el llamamiento del presidente López Obrador para que España pidiera perdón por la Conquista había pasado desapercibido entre el pueblo mexicano, reducido a una expresión de la más genuina política populista.

Ese populismo es la otra cara de la moneda del aprovechamiento que se intenta hacer desde determinados sectores en nuestro país, y al que los partidos considerados de izquierda responden con un silencio injusto de la obra de Cortés y de otros conquistadores.

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