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La otra conjura de Cortés

La otra conjura de Cortés

El tambor ·

Alfredo Liñán Corrochano

Domingo, 31 de marzo 2019, 09:07

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«Recuerdo que, hace ya bastantes años, durante una cena en la ciudad de México, la anfitriona cometió la inaceptable descortesía de arremeter contra Hernán Cortés ante el estupor de los invitados, casi todos españoles. Cuando se terminó su alegato repliqué, no sé si educadamente: «Señora, gracias a ése a quien tan gratuitamente insulta, ustedes pasaron directamente del paleolítico a la imprenta». Claro que, por aquel entonces una ilustre personalidad, extremeña por supuesto, con más rudeza que rigor declaró refiriéndose a la asombrosa gesta de la conquista de América que lo primero que habría que hacer sería apear a los conquistadores de sus caballos a lo que un venerable y respetado profesor americanista apostilló: «En tal caso, el señor quedaría muy descansado» hábil forma de llamar jumento al prenda. Nada nuevo. En Extremadura somos especialistas en escupir hacia arriba y menospreciar nuestra historia con reiteración inexcusable.» He entrecomillado lo anterior porque es cita textual de una columna mía en nuestro HOY el 14-8- 2010.

Que el tal Andrés Manuel López Obrador haya decidido hacer un ridículo mundial por complacer a su encantadora y quince años más joven esposa, es hasta enternecedor. Beatriz Gutiérrez se llama la criatura y mire por donde, le ha dado por la historia emocional. «Mi amor lo que tú digas. Ahora mismito escribo al Rey de España y hasta al mismísimo Papa de Roma, para darles tu recado. I love mi cielo». Cherchez la femme. Nada nuevo. Al menos, el Papa es apuesta segura cuando se trata de pisar charcos. Y uno que es un sentimental ha decidido colaborar a su felicidad enviando a tan sin par señora el 'Hernán Cortés' de Salvador de Madariaga y, por supuesto el libro de mi admirada María Elvira Roca Barea: 'Imperiofobia y leyenda negra', a ver si acaso leyendo se orienta la primera dama de México.

Pero el problema no está en tierras de la Nueva España. Está aquí, en la vieja. El solar en donde cualquier tonto progre que se precie se siente realizado (a) vomitando bilis en la historia común. Una historia memorable cuyas luces nos empeñamos en apagar, por no sé qué estúpido complejo de culpa, hasta convertirlas en sombras. Y no es sombra pequeña intentar reescribir la historia en tiempo presente. Menos mal que aún quedan personas como nuestro Tomás García de la Asociación Histórica Metellinense que, aunque no ha conseguido que ni la Junta, ni la Diputación, ni casi nadie le ayude en su afán de recrear la «casa de Cortés» en Medellín, ha sido capaz de organizar, en los primeros días de Abril, un congreso 'Hernán Cortés en el siglo XXI' en única conmemoración nacional del centenario de su llegada a México.

En la plaza de las Tres Culturas de ciudad de México -donde el palacio presidencial- se lee grabado en piedra: «El 13 de Agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy». Nada que agregar. Que Cuauhtémoc sea contigo, aunque te llames López. O Gutiérrez.

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