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La ciudad curva de Extremadura

Con facilidades administrativas para el asentamiento y un transporte público que pusiera al alcance de todos el desplazamiento tendríamos el modelo urbanístico más atractivo de la historia para fijar una primera o una segunda residencia en la región y reforzar la calidad de vida y las oportunidades de empleo

josé miguel lópez

Sábado, 13 de julio 2019, 00:22

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Entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX Arturo Soria diseñó y ejecutó uno de los proyectos urbanísticos más revolucionarios y exitosos: la Ciudad Lineal, un modelo de trazado urbano rectilíneo cuyo lema era «cada familia una casa y, en cada casa una huerta y un jardín».

Su proyecto iba más allá del concepto urbanístico, profundizando en la igualdad social al crear tipologías de vivienda asequibles a todos los niveles sociales. También era una punta de lanza el 'higienismo' tan de moda en la época: casas luminosas y bien ventiladas, se acaba con el concepto «arriba y abajo» donde las clases humildes padecían las peores condiciones de salubridad y confort.

Algunas de las casas originales de Arturo Soria aún se conservan en Madrid a lo largo de los más de 5 kilómetros de trazado, una zona que, a día de hoy, mantiene la esencia de amplitud de espacios, densa arboleda, zonas verdes y tranquilidad. Cuando cesa el horario de oficina se pueden escuchar los pájaros en lo que hoy es uno de los mejores barrios de la capital.

El modelo de Arturo Soria se basa en tres premisas:

1.- Un tranvía eléctrico y muy económico que recorría la totalidad del eje central para compensar las distancias que impone el modelo lineal de ciudad. 2.- Disponibilidad y precio asequible de los terrenos que eliminaba la especulación (la ciudad podía crecer sin límite hasta comunicar incluso con otra población). 3.- La facilidad y rapidez de la construcción una vez aprobada la venta.

Ahora que conocemos la esencia del modelo de Ciudad Lineal ¿no se parecería bastante al concepto de comarca que propugnamos desde Somos Sierra de Gata, donde planteamos que cada pueblo sea considerado como un barrio de una única ciudad? ¿No sería un modelo aplicable a muchas comarcas –especialmente del norte de Extremadura– donde las condiciones de clima, patrimonio, seguridad, servicios, disponibilidad y precio de terreno son de las más óptimas de Europa? ¿No estamos bien servidos de huertos y jardines y no tenemos acaso una vía central que nos comunica?

Solo hay tres aspectos que nos alejan de la revolución urbanística de Arturo Soria y la primera no tiene la menor importancia: nuestra 'ciudad' no es una linea recta sino curva, serpenteando por un paisaje idílico a través de una magnífica carretera escénica. En cualquier caso es una línea que comunica población, bienes y servicios.

La segunda diferencia es importante pero no insalvable: el transporte público. Cuando Soria diseñó su modelo no había prácticamente coches y por eso puso en el centro de la avenida principal un tranvía eléctrico a precios muy asequibles para facilitar el acceso de los vecinos a todos los bienes y servicios. Hoy es igual de necesario pues, aunque todas las familias dispongan de coches, hay multitud de sectores y situaciones que lo hacen inviable: jóvenes, mayores, personas sin carnet o salidas de ocio en las que el uso –aunque sea moderado– del alcohol hacen impracticable el transporte privado. Un transporte público que recorra las comarcas es la diferencia clave entre un entorno habitable para todos y un modelo de pueblo cerrado que se convierte en una 'cárcel' para el habitante y que obliga a un enorme gasto público por la necesidad de multiplicar en cada municipio los mismos servicios públicos. Estos 'pueblos cárcel' sin transporte público también generan la falta de masa crítica de clientes para los negocios privados. El transporte público es la mayor diferencia conceptual entre el modelo 'pueblo' y 'ciudad'. Con transporte público nuestros pueblos serán las ciudades del siglo XXI en un entorno y calidad de vida sin competencia. Por el precio de un kilómetros de AVE tendríamos transporte público que comunicará todo el norte de Extremadura durante un año.

El tercer problema que nos aleja del concepto 'Arturo Soria' es la inmediatez del asentamiento, y no precisamente por la falta de terreno o de inmuebles a muy bajo precio: Extremadura cuenta con miles de casas vacías en sus preciosos cascos históricos que piden a gritos ser rehabilitadas; también con innumerables construcciones agrícolas como casas de campo, molinos, tenadas o caseríos que permitirían el asentamiento sostenible de familias de medio mundo en un entorno de ensueño. Sin embargo, las tramitaciones jurídico administrativas son una auténtica pesadilla que en el mejor de los casos retrasan las licencias más de 2 años y en muchos hacen directamente inviable la repoblación de una de las zonas con menor densidad demográfica de Europa. Es imprescindible cambiar el concepto de que el constructor o rehabilitador es un presunto eco-delincuente, hay que agilizar los plazos, disminuir el número de organismos involucrados y por qué no, establecer un sistema de pre-concesión de permisos para facilitar el asentamiento del comprador final. Eso sí sería luchar contra la despoblación.

En resumen: con facilidades administrativas para el asentamiento y un transporte público que pusiera al alcance de todos el desplazamiento tendríamos el modelo urbanístico más atractivo de la historia para fijar una primera o una segunda residencia en la región y reforzar la calidad de vida y las oportunidades de empleo de los extremeños.

No dejemos –como comenta el profesor Julián Mora Aliseda– que nos conviertan en el 'Serengeti' de Europa cuando podemos ser el Shangri-La del mundo.

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