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Las cigüeñas blancas ya no se pirran por pasar el invierno en Extremadura. O al menos, no tanto como lo hicieron durante décadas. Lo acaba de constatar el III Censo nacional de cigüeña blanca invernante, elaborado por SEO (Sociedad Española de Ornitología) /Birdlife y que adjudica a la región 2.670 ejemplares, una cantidad alejada de los 6.900 del inventario anterior, realizado en el año 2004. Esto equivale a una caída del 61%. A escala nacional, la población ha crecido un 16%, lo que deja claro que algo preocupante ha sucedido en la comunidad autónoma durante la última década y media en lo que tiene que ver con estas aves y sus inviernos.
«El dato no nos sorprende, porque llevamos tiempo notando que en Extremadura tenemos muchísimas menos colonias invernantes, aunque quizás no esperábamos que la caída fuera tan elevada», sitúa Marcelino Cardalliaguet, responsable regional de la organización que ha hecho el censo, en el que han participado alrededor de dos mil personas. Ellas se han encargado de revisar más de mil puntos de observación repartidos por el país, desde zonas típicas de alimentación hasta dormideros, áreas de cría o nidos que la especie suele ocupar en estas fechas. Y la conclusión en el caso de Extremadura es clara: la especie invernante está en clara regresión.
La caída es del 82% en la provincia de Cáceres (tenía 2.300 en el año 2004 y ahora suma 420) y del 51% en la de Badajoz (ha pasado de 4.600 a 2.250), y las causas que explican este descenso son variadas. «La eliminación de basureros parece ser un factor determinante», introduce Cardalliaguet, que recuerda que «la normativa europea obligó a cerrar los vertederos a cielo abierto, que son los lugares donde se concentran las poblaciones más grandes». Esos espacios donde se acumulaba la basura han sido sustituidos por los ecoparques, donde se seleccionan y tratan los residuos en naves cubiertas, un cambio que ha dejado a las cigüeñas sin esas montañas de materia orgánica que para ellas eran atractivas despensas.
Marcelino Cardalliaguet | SEO/Birdlife
«Pero puede haber también otras causas –abunda el responsable regional de SEO/Birdlife–, entre ellas el cambio climático, que ha hecho descender las temperaturas medias invernales, o la tendencia a evitar que estas aves aniden en edificios». «Antes se las trataba de forma más amable, pero en los últimos años es más habitual que los dueños de los edificios tiren los nidos e incluso coloquen objetos para evitar que se instalen». El argumento que suelen esgrimir quienes actúan así es que estos nidos llegan a pesar cientos de kilos, porque estas aves los agrandan cada año, y acaban suponiendo un peligro para los inmuebles y también para los viandantes, por el riesgo de desplome.
«Otro motivo que puede influir en esta caída de la población es que ha disminuido mucho la población de insectos, que son uno de los alimentos principales de esta especie», añade Marcelino Cardalliaguet. En su opinión, buena parte del censo de cigüeñas blancas invernantes que ha perdido la región o Andalucía, que ha registrado también un descenso importante, lo ha ganado África. Visto el resultado de este tercero inventario, él cree que el próximo que se haga sobre la especie en general reflejará otro descenso preocupante. «Está previsto para el año 2024, y mi pronóstico –vaticina– es que también recogerá un descenso importante de la población regional, porque llevamos ya tiempo comprobando que en Extremadura hay menos cigüeñas que antes, no solo en invierno, sino durante todo el año».
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