Chema, extremeño que hace 'tours gastronómicos' en Japón: «La comida japonesa es mucho más sosa, este país no es lo que parece»
De un pueblo de poco más de mil habitantes hasta Japón: Chema Guillén guía 'tours gastronómicos' y ha publicado dos libros donde la cocina extremeña viaja con él
Lo tiene claro: «Japón no es lo que parece», pero siempre fue su sueño y así lo está cumpliendo. Conocido en redes sociales como 'CocineroenJapón', Chema Guillén ha decidido dejar de romantizar Japón y escribir su propio destino en el país asiático, y es que aunque comenzó trabajando para los japoneses, le parecen «demasiado cuadriculados» y ha preferido tomar su propio camino. Durante años trabajó como cocinero para otros, pero ahora Chema hace 'tours gastronómicos' por libre y le va de maravilla.
Ha escrito un libro de cocina 'Al pie del fogón en Japón' donde se puede encontrar una fusión entre dos gastronomías: la japonesa y la española, además de una guía de productos japoneses conocidos y no tan conocidos por los turistas. Cómo preparar un ramen de sopa de ajo, onigiri de arroz con leche, tsukune de albóndigas de la abuela, takoyaki de tortilla de patatas o el yakionigiri de paella.
Además, ha publicado una guía para celíacos donde recopila más de 100 restaurantes y otras consejos útiles «para que no se intoxiquen en Japón», cuenta a este diario.
Chema dedica su día a día a enseñar a turistas los mejores rincones gastronómicos de Tokio y asegura que son muy diferentes a lo que ofrecen otros: «En mi tour gastronómico te voy a llevar a probar snacks, dulces y comidas típicas de Japón, y a su vez te voy enseñando las costumbres y tradiciones de los japoneses en el barrio más tradicional de Tokio. Y además, como cocinero que soy, también te explico lo que vas a comer, lo que integra lo que comes y además cómo se prepara, que eso no te lo va a explicar ningún guía», asegura, «lo mejor de todo es que mis tours son aptos para celíacos, veganos y cualquier tipo de intolerancia o alergia. Esa es la ventaja de viajar con un cocinero que es guía», señala.
En Chema, confiesa, «encuentras un carisma extremeño que no tiene nada que ver con el resto, un carácter muy directo y un humor extremeño con ese arte que tenemos nosotros para contar las cosas».
Gastronomía extremeña en Japón
Uno de sus objetivos, entre otros, es dar a conocer la gastronomía de su tierra, de la que presume orgulloso. «Sobre todo los ibéricos, las cocinas de nuestras abuelas de campo o por ejemplo el gazpacho extremeño, la sopa de ajo, que es algo que a los japoneses les encanta. En definitiva, toda nuestra gastronomía. Incluso he enseñado hasta cómo nosotros comemos el pan con tomate en Extremadura, y no le llamamos catalana, le llamamos extremeña».
De Extremadura echa de menos muchas cosas, desde las tapas, el mosto o los cocidos de garbanzos extremeños hasta la vida desacelerada «la tranquilidad, el campo, el aire limpio, que se vean las estrellas por la noche», apunta. «La verdad es que echo de menos la vida un poco de pueblo, pero también estoy muy a gusto aquí en Japón», confiesa.
«Los japoneses son demasiado cuadriculados»
«Yo dejé atrás el trabajar para japoneses porque es algo que odio y que no me gusta nada, porque son demasiado cuadriculados», confiesa Chema, que a través de sus redes sociales se muestra completamente sincero sobre Japón y su gente, sin «romantizar» el país.
Extremadura por bandera
Chema presume orgulloso de ser el único extremeño que hace este tipo de tours en Tokio. «Aquí me dicen ¿eres de Barcelona, Sagrada Familia? Y yo digo no, de Mérida, Acueducto de los Milagros», nos cuenta. »Promociono mi tierra, ¿si no quién lo va a hacer?», añade.
Para quienes desde Japón se preguntan qué ver o hacer en Extremadura, él tiene claro que la lista es larga, pero es parada obligatoria su pueblo, Usagre. «La primera parada obligatoria sería en la tienda del Pollo, en Usagre, para comprar caldillo del bueno y untarlo en una tostá con café por la mañana. Después, probar el jamón ibérico de la Dehesa de Extremadura, que para mí es el mejor del mundo».
También menciona el bar Café Pámpano en Zafra, «donde con cada cervecita te ponen un montadito de pringá de chorizo o de salchichón», y no duda en recomendar vivir una matanza del cerdo extremeño o pasear por el casco antiguo de Mérida, con su acueducto y el anfiteatro romano. «Y, por supuesto, rematar con un buen cocido de garbanzos extremeño», añade entre risas.
Sobre las diferencias gastronómicas entre España y Japón, Chema no se muerde la lengua: «La comida japonesa es mucho más sosa. Aquí miden los gramos de sal; nosotros le echamos amor y lo hacemos a ojo. Para mí, la cocina es arte, no matemáticas». Además, señala que en Japón «la fruta y la verdura son carísimas» y que los dulces japoneses «no son dulces de verdad».
«Cuando me como un dulce, quiero que me tapone alguna arteria», bromea. Y si hay algo que echa de menos, lo dice sin dudar: «El pan de leña de pueblo. El de Japón es chicle, no cruje. Las teleras de mi pueblo y de Badajoz son gloria bendita».