Borrar
Mercedes Real con su hijo Emilio, de Plasencia, en su negocio de la Calle Ancha de Punta Umbría. Es su primer verano como hosteleros aquí.

Ver fotos

Mercedes Real con su hijo Emilio, de Plasencia, en su negocio de la Calle Ancha de Punta Umbría. Es su primer verano como hosteleros aquí. JLG
TÚ AL PUEBLO, YO A LA PLAYA

Carne de la tierra contra el pescaíto

La familia Arroyo Real, de Plasencia, cambió la cocina de la sierra por el pescado para prosperar en Punta Umbría, pero el plato estrella es el choricillo al infierno

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 13 de agosto 2018, 07:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En un lugar de playa los negocios florecen por doquier en estos meses. La hostelería es una apuesta segura casi siempre, un sector que no deja de reinventarse porque durante el periodo vacacional nadie quiere pasar las horas metido en la cocina. En Punta Umbría, por ejemplo, te llevan la comida o la cena hasta la misma arena de la playa, donde una empresa ha dispuesto hasta 26 puntos de recogida a los que llevan menús que van desde hamburguesas de todo tipo a burritos, sandwiches o pollos asados.

En este clima de competencia brutal los extremeños se van abriendo hueco como pueden. Es el caso de la familia Arroyo Real, de Plasencia, donde se dedicaron una larga temporada al sector inmobiliario, hasta que llegó la crisis. Lo siguiente fue la hostelería y ahora son propietarios desde hace ocho meses de la Tapería del Convento, situada en la Calle Ancha, la principal arteria de este pueblo de costa del litoral onubense, en pleno meollo de Punta Umbría.

El ambiente es fabuloso cada tarde y clientes no faltan, pero en realidad ellos no querían estar aquí. Sin embargo, las circunstancias en Hervás, donde han trabajado diez años porque allí tenían su anterior negocio, les obligaron a emigrar.

«El pescaíto aquí está muy bueno, pero la tierra es la tierra», dice una clienta de Almendralejo

Emilio Arroyo y Mercedes Real se quejan amargamente del trato administrativo que recibieron del Consistorio, que según dicen, les impidió disponer de una terraza en su bar-restaurante, lo que cercenaba las posibilidades de crecimiento de su negocio. Hartos de batallar, hicieron las maletas y se plantaron en Punta Umbría.

El lugar lo conocían de anteriores veranos y aquí se han instalado con sus dos hijos mayores, Emilio y Roberto, que junto a dos personas más suman los seis empleados de la Tapería del Convento, que es el nombre que tenía su bar de Hervás porque allí estaban en la plaza del mismo nombre. «En realidad no queríamos cambiar de aires, pero no nos dejaron otra opción y aquí estamos. Nos llamaba la atención que había mucho turismo y que las playas son bonitas», dice el padre mientras sus hijos terminan de montar la terraza para afrontar una tarde más.

«En Extremadura poníamos, sobre todo, carne como el secreto, el lagarto o el lomo envuelto -explica la madre, que trabaja en la cocina-. Ahora la especialidad son las puntillitas, el pez araña y por supuesto las coquinas, pero hay una cosa que nos hemos traído de la tierra y que aquí tiene mucho éxito, es el choricillo al infierno, que se termina de hacer en la mesa al gusto del cliente en un cerdito de barro», explica Mercedes Real, para quien lo mejor de su nuevo destino son las playas de Punta Umbría.

Extremeños haciendo valer los productos de la tierra hay muchos a lo largo de la costa. En estas páginas se explicó hace un año que el almendralejense José Miguel González tiene la única tienda de ibéricos de Punta Umbría que vende productos de Extremadura, cuando todo el mundo sabe que Huelva (Sierra de Aracena, Jabugo) tiene un gran potencial cuando se habla de jamones, lomos y chorizos, un territorio hostil que un extremeño ha sabido conquistar poco a poco. Esta temporada se ha mudado además a un lugar de más paso, la avenida de Andalucía.

Un público seguro es el de los extremeños, muchos de ellos saturados con tanto producto del mar durante la vacaciones. Frente al mostrador, dos paisanas suyas, Carmen Silva y Ana Bravo hacen acopio de ibéricos para pasar mejor los días junto al mar. Ambas son muy conocidas en Almendralejo porque la primera es la esposa del exfutbolista Lolino que tantas tardes de gloria dio al Extremadura como defensa y la segunda su hija, que trabaja de enfermera en el Hospital Tierra de Barros. «Hace seis años que venimos porque es un lugar tranquilo y ahora mi hija se ha comprado aquí un apartamento hace poco», explica la madre.

«Hace ocho años que lo tengo. Decidimos por Punta Umbría porque vinimos al Barceló un verano y nos encantó y como teníamos la vivienda pagada pues decidimos invertir aquí. Tengo tres hijos varones y el mayor, de 21 años, cuesta ya traerlo. Él ya me dice que le de la llave cuando nosotros no estamos, o sea, que el sitio también le gusta», dice Ana Bravo mientras José Miguel, al que llaman 'padre', esa expresión tan común en el pueblo de ambos, les despacha la carne que acaba de cortar. «Aquí el pescaíto está muy bueno, pero la tierra es la tierra, no sé si me entiendes 'padre'», se despide la veraneante.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios