«Cáceres será tierra sagrada»
Empresaria cacereña. Lleva cinco años luchando por levantar en Cáceres un complejo budista
Pilar Acosta Llera (Mérida, 1963) llegó con su padre y sus cinco hermanos a Cáceres en 1970. Su padre era constructor y en 1986 fundó ... la empresa Viassa. Los Acosta compraron en 2003 el edificio del colegio San Antonio de Cáceres, que convirtieron en 2009 en el hotel Don Manuel. Pilar es conocida por liderar el proyecto del complejo budista de Cáceres.
–¿Cómo conoce lo de Buda?
–Manuela Carmena había encargado a José Luis Vilanova, empresario turístico que llevaba 15 años trabajando en Asia, un proyecto para convertir Madrid en Ciudad de la Paz. Él la pone en contacto con Lumbini, la ciudad natal de Buda, y fragua un proyecto para instalar un Buda colosal cerca de la Castellana en un espacio de 6.000 metros cuadrados. Yo conozco a Vilanova cuando la delegación asiática que iba a firmar el proyecto se entera de que Almeida, nuevo alcalde madrileño, lo rechaza. Lo vi claro: esto se queda en Extremadura. Hablé con Fernández Vara, vinimos a Extremadura, el 7 de enero de 2020 viajamos a Nepal y nació el proyecto del monte Arropez.
Que luego fracasó.
–Era zona ZEPA e iba a tardar en modificarse así que Nepal dice que se lleva el proyecto. Japón lo quiere y lo financia entero, también Portugal, pero nos movemos, salen los terrenos del Cerro de los Romanos, se reduce el proyecto inicial de 108 hectáreas a 65 y adelante.
–¿Cómo es el nuevo proyecto?
–Se ha mejorado el anterior. La estatua de Buda no alcanzará 47 metros, sino 57 porque debajo tendrá un museo de 8.500 metros cuadrados y 10 metros de altura con 'capillas' para los monasterios que participan en el proyecto. Cada país involucrado tendrá un espacio. Habrá pequeños monasterios con zonas residenciales para los monjes, espacios de meditación, de formación, de servicios…
–¿Los implicados?
–Templos budistas de 15 países de Asia. Nos dicen que, si lo aprueba la Unesco, Cáceres será la quinta tierra sagrada del budismo con Lumbini y tres ciudades de la India.
–¿Plazos?
–En septiembre se presentó el proyecto básico de construcción, Medio Ambiente lo ha aprobado y espero que se ponga la primera piedra en el primer semestre del año que viene. No harán falta modificaciones del Plan General ni recalificaciones de suelo.
¿Quién paga todo esto?
–No hay inversores, sino budistas donantes como Nuraj, multimillonario empresario nepalí. Entre otras cosas, los budistas deben donar para estar mejor en otra vida, en su reencarnación. La Fundación Lumbini, con sede en Cáceres, comprará los terrenos con estas donaciones y se los cederá a los países que se instalarán aquí.
–¿Usted dona?
–Nosotros aportamos trabajo de gestión.
–¿Y qué saca de todo esto?
–Construir un gran proyecto en mi ciudad, Cáceres, y convertirla en un polo de atracción turística, cultural y religiosa. Que Asia mire a Cáceres tiene un valor incalculable. Este proyecto puede mejorar la vida de muchos extremeños. No, no voy a construir viviendas ahí, pero sí que habrá que levantar más hoteles en Cáceres. El turista asiático viene 15 días y viene con dinero. Asia crece, es el futuro y de allí viene el turismo de calidad.
-¿Cansada?
–He estado a punto de abandonar varias veces. Parte de la sociedad cacereña no ha sabido ver el proyecto, aunque los empresarios sí lo apoyan. Llevamos cinco años con esto y es duro. Tenemos cierta edad, es el último gran proyecto profesional de nuestras vidas. Se pasa por fases de hartazgo, pero mi marido me dice que no me puedo echar atrás ahora. En fin, todos los problemas tienen solución menos la muerte.
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