Cáceres y Badajoz se reencuentran
Ya se puede volver a viajar entre las dos provincias extremeñas. Estaba prohibido desde que se decretó el estado de alarma, lo que ha mantenido separados a familiares, amigos y parejas durante tres meses, hasta que este lunes se levantó el veto
Martes, 16 de junio 2020, 08:08
La pandemia ha robado tiempo y abrazos a enamorados, padres, nietos, abuelos, hijos... La distancia que separa las dos provincias extremeñas se ha hecho más grande que nunca por culpa del coronavirus. Desde que se decretó el estado de alarma, hace tres meses, estaba prohibido viajar entre ellas y este lunes eso cambió. Aunque Extremadura pasó a la fase 3 el lunes 8 de junio, esta región no había autorizado la movilidad interna, una restricción que finalmente se ha eliminado después de varias idas y venidas con la fecha. El 24 de mayo el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, anunció que había solicitado a Pedro Sánchez que autorizase ya la movilidad entre Cáceres y Badajoz. Sin embargo, luego la Administración regional rectificó y señaló que esta medida podría darse, pero en la fase 3, es decir, el lunes 8 de junio, como en otras regiones. Finalmente hubo un nuevo cambio y se fijó el día 15.
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La movilidad entre regiones se podrá hacer al final del estado de alarma. Si no hay cambios, se podrá salir a otras comunidades el 21 de junio y para ir a Portugal habrá que esperar al 1 de julio.
Fernando Sánchez, cacereño
«Ha sido mucho tiempo, llevaba sin abrazar a mi novia desde el 8 de marzo»
Fernando Sánchez lleva diez meses con su novia. Sin embargo, los últimos 100 días ha estado sin poder verla en persona. El confinamiento les ha obligado a estar separados. Sin besos, sin abrazos y sin caricias. Nunca la distancia que separa Cáceres de Mérida, apenas 75 kilómetros, fue tan grande. La pandemia les ha robado parte de su tiempo y han tenido que vivir su amor pegados a la pantalla de sus móviles. Ayer, por fin, eso cambió. A las 10.55 Clara González se bajó del tren en la estación de la capital cacereña y allí le estaba esperando él.
Cuando se reencontraron no pudieron evitarlo. Con sus mascarillas, se fundieron en un fuerte abrazo. A ella se le cayeron las lágrimas. «Ha sido mucho tiempo, llevaba sin abrazar a mi novia desde el 8 de marzo», decía Fernando. «Hemos hablado todos los días por videollamadas, pero el encierro ha sido duro», reconocía el joven, que asegura que sin duda lo peor de todo ha sido no poder ver a Clara. «Hoy me he levantado antes de lo normal, por los nervios», aseguraba mientras no paraba de moverse.
Este lunes tuvieron poco tiempo para estar juntos. Ella tenía previsto regresar a su localidad por la noche, pero el fin de semana podrán verse en el pueblo que tienen en común, La Pesga, la localidad situada al norte de Cáceres de la que son los padres de los dos jóvenes, según contaban ayer mientras salían agarrados de la mano de la estación de Renfe.
En ella también estaba Teresa Martín. Ha pasado de ver a su novio todos los días a estar sin él durante tres meses. «Me voy a reencontrar con él, que viene de Mérida. Lo hemos llevado bastante mal porque antes de que pasara todo esto estábamos viviendo en la misma residencia universitaria de Badajoz», cuenta esta estudiante de la carrera de Medicina. Su pareja hace Economía y ADE. «Nos hemos estado llamando todos los días, pero la distancia es dura», reconocía la joven justo un minuto antes del reencuentro.
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Ana Gallardo hizo una comida con su familia
«La tecnología ha facilitado la espera, pero nos hemos echado mucho de menos»
Ana Gallardo, que vive en Cáceres con su marido y sus tres hijos, se reencontró este lunes con sus padres y su hermana, que se desplazaron desde Valdetorres y Don Benito, respectivamente. «Nos hemos echado mucho de menos, aunque las tecnologías han facilitado la espera», reconoce Ana. «Al menos con las videollamadas podía ver la expresión de la cara de mis familiares y si estaban bien», dice.
Antes de que la pandemia llegara se reunía cada dos o tres semanas con sus padres, que tienen 65 años. «No estaba muy preocupada por que se pudieran contagiar, ya que viven en el campo, pero tenía muchas ganas de verlos», cuenta Ana.
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Esa espera terminó este lunes. Pasaron el día juntos y compartieron una comida en el campo. Lo estaba deseando, al igual que sus hijos. Para todos ellos el final de la cuarentena hubiera sido más fácil sin la restricción de movimientos entre provincias. De hecho, sus pequeños preguntaban constantemente durante las últimas semanas cuándo se podía viajar entre Cáceres y Badajoz. «Para ellos nunca ha estado tan presente el concepto de provincias hasta ahora. Tenían muchas ganas de ver a su tía y sus abuelos», comenta Ana.
Belén Marín viajó de Cáceres a Ahillones
«Podremos celebrar el cumpleaños de mi sobrina toda la familia junta»
Belén Marín ya ha visto a sus padres, su hermana y sus sobrinos después de tres meses de confinamiento. Se desplazó desde Cáceres hasta Ahillones, la localidad pacense en la que vive su familia y muchos de sus amigos. «Antes de que se decretara el estado de alarma solía ir una vez al mes a mi pueblo», afirma esta extremeña de 37 años antes de reconocer que ha llevado mal estar separada de sus seres queridos. «Cuando te prohíben visitas y está en juego la salud te preocupas más», comenta. Además, su hermana es sanitaria y eso ha aumentado el miedo.
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Con la movilidad entre provincias permitida, este lunes se juntaron todos. «Mi madre ya me ha preparado un cocido. No es que me encante, pero dice que hay que comer un plato de cuchara de vez en cuando», comentaba entre risas al llegar a Ahillones. Allí estaban esperándole. Además, hoy será un día muy especial. «Podremos celebrar el cumpleaños de mi sobrina toda la familia».
José Emilio Gómez, emeritense
«Vivo en Mérida, pero esto me pilló en Cáceres y no he podido ver a mis hermanos»
Cuando se decretó el estado de alarma José Emilio Gómez estaba en la capital cacereña cuidando de sus tres tías. «Vivo en Mérida, pero esto me pilló aquí y he estado sin ver a mis dos hermanos y mi tres sobrinas durante tres meses», comenta desde la estación de trenes de Cáceres. Su hermana estaba a punto de llegar en un vagón procedente de Mérida para verle.
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«En este tiempo he echado de menos a la familia y a los amigos. Nos hemos llamado por teléfono, pero por ejemplo no hemos podido ir al campo juntos, que nos gusta mucho y nos solemos reunir. No hemos podido disfrutar de la primavera», decía José Emilio, que esperaba que el movimiento entre las provincias extremeñas se permitiera antes. «Pensaba que la semana pasada ya se iba a poder», reconocía mientras llegaba el tren en el que iba su hermana.
Lo hizo a la hora prevista. Al bajar se saludaron con una sonrisa y un choque de codos. Son conscientes de que si alguna de sus tías se contagia puede ser peligroso. «Ya son mayores» contó José Emilio.
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