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CELESTINO J. VINAGRE
MÉRIDA.
Jueves, 21 de mayo 2020, 08:09
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Primero surgieron las plantas termosolares y ahora es el momento de expansión de las fotovoltaicas pero un tercer tipo de instalación para generar energía 'verde' en Extremadura, la de biomasa, ha alcanzado ya un peso notable en la región. En la comunidad extremeña funcionan dos plantas de biomasa, una en Miajadas, en funcionamiento desde 2010 y otra en Mérida, que arrancó en 2014. Entre ambas producen energía anualmente capaz de abastecer a 270.000 habitantes, es decir, una cuarta parte de la población extremeña.
La planta miajadeña, de Acciona, y la emeritense, de Ence, generar cada año 288 gigavatios/hora (GWh). Una cantidad suficiente para satisfacer las necesidades energéticas de 90.000 hogares de la región (para cada hogar se calcula una media de tres personas). Cada una de ellas tiene particularidades. En lo que coinciden es en el volumen de empleo directo e indirecto que generan: cada megavatio de potencia instalado propicia 27 puestos de trabajo.
La de Miajadas, de 15 megavatios de potencia instalada, es una planta mixta. Quiere decir que el tipo de combustible usado para generar electricidad es por un lado leñoso, y por otra parte herbáceo. Por leñoso se entienden los restos de pino, eucalipto, encima y chopo. Por herbáceo, la paja de cereal de invierno (cebada, trigo, avena, triticale), la paja de cereal de primavera (maíz) y la de otros cultivos como la colza o el algodón.
De esta forma permite diversificar el suministro de combustible. Con una inversión inicial de 50 millones, la planta de Acciona fue desarrollada como proyecto de I+D en colaboración con empresas y centros tecnológicos de España, Finlandia y Dinamarca, con el respaldo del programa apoyo a la investigación de la Unión Europea. Está en funcionamiento desde noviembre de 2010.
Otras cifran apuntalan la relevancia de esta instalación renovable. Así, cada año puede tratar unas 110.000 toneladas de biomasa, a partes iguales generada de cultivos leñosos y herbáceos. Cuando se inauguró hace diez años fue la primera planta europea con biomasa herbácea y leñosa. Aparte de generar una media de 128 GWh, equivalentes a la demanda de 40.000 hogares, su actividad evita la emisión anual de 123.000 toneladas de CO2.
Mientras, la planta de Ence, de 20 megavatios de potencia, permite alcanzar una producción anual de 160 gigavatios/hora año. Supone, según la empresa papelera, aproximadamente el suministro de energía de más de la mitad de la demanda anual de la capital de Extremadura. Empezó a funcionar en abril de 2014.
La instalación renovable, con una inversión inicial de 80 millones, consume biomasa procedente en su mayoría de subproductos agrícolas (paja, sarmientos, arranque de cepas y frutales, podas de olivar, etc.), forestales (tocones de eucalipto, limpieza de montes, podas de encinas,..) y subproductos de orujillo.
A diferencia de otras tecnologías renovables, la generación de energía a partir de biomasa es permanente. Puede operar las 24 horas del día, 365 días del año, superando las 8.000 horas de funcionamiento anuales, se recalca desde Ence.
Su planta emeritense participa en el proyecto Life Icirbus, que busca aprovechar las cenizas producidas en la caldera como fertilizante para cultivos. «Estamos en la última fase del proyecto y se están analizando los resultados de las cosechas recogidas», se explica en su memoria de gestión del año pasado.
Ence Mérida también participa en el proyecto de construcción sostenible Life Renatural que tiene como objeto desarrollar edificios de consumo de energía casi nulos con baja huella de carbono utilizando materiales y productos naturales y reciclados. La empresa invirtió 1,4 millones en 2019 en diferentes mejoras.
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