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Carlos Saiz moviéndose en bicicleta por las calles de Cáceres. :: Jorge Rey
Las bicicletas no estorban

Las bicicletas no estorban

Gracia Querejeta y Rosa Montero van más allá de la parte antigua en su visión de Cáceres

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Martes, 19 de febrero 2019, 08:05

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El jueves pasado estuve en la entrega del premio de periodismo de la fundación Mercedes Calles-Carlos Ballestero y me senté detrás de Rosa Montero, la periodista premiada. En un momento determinado, la escritora agachó la cabeza y dejó al descubierto un tatuaje marcado en la base de su cuello, justo donde comienza la espalda. En letras muy bonitas, pude leer: «Ni pena ni miedo». La máxima me recordó a otra famosa de Camilo José de Cela: «Quien resiste gana». A primera vista, los dos lemas no tienen nada que ver, pero en el fondo, vienen a decir lo mismo: ¡Adelante!

Sin pena ni miedo, Rosa Montero acabó su discurso con la anécdota de la noche, que alimentó después las tertulias del cóctel. Contó que ella, cada vez que se echa un novio extranjero, lo trae a Cáceres, donde un paseo nocturno por la ciudad monumental obra maravillas. «Y como ya tengo cierta edad y he viajado mucho, pues he tenido varios novios extranjeros». La anécdota la aprovechó la alcaldesa cacereña, Elena Nevado, para redondear su discurso. Había mucha expectación por saber si Elena comentaría algo sobre sus primeras palabras criticando algunos puntos del artículo premiado cuando se publicó, pero salió airosa del envite, no mencionó su extraña primera lectura y remató la faena elegantemente deseándole a Rosa Montero que se echara muchos novios extranjeros.

Carlos Saiz no es extranjero, pero lo parece. Carlos es de Cuenca, aunque cuando lo veo cada mañana pedalear por la avenida de España, me parece estar en Amsterdam por el aire holandés del joven y, sobre todo, porque va en bicicleta a clase. Allí, en Amsterdam, donde estudió durante un tiempo, Carlos aprendió las ventajas de trasladarse en bicicleta por las ciudades y cuando se vino a Cáceres para estudiar Arte Dramático, aplicó aquí el concepto holandés de la movilidad.

La experiencia de Carlos Saiz pedaleando por las calles y avenidas de Cáceres es saludable y gratificante, pero muy dura. Varias veces he visto cómo los conductores le pitan indignados. «¿Cómo es posible que este iluso pretenda trasladarse en bicicleta por el centro de Cáceres?», parecen extrañarse. «Las bicis son para el campo», se escucha en cada berrido de claxon.

Espero que ninguno de los novios extranjeros de Rosa Montero fuera holandés porque la noche en la parte antigua de Cáceres obraría maravillas, pero en cuanto dejara la protección renacentista para trasladarse al ensanche moderno, se espantaría: aquí, cogemos el coche para todo y las bicicletas estorban.

Cáceres es una ciudad ensimismada con su parte antigua, que emocionó a Rosa Montero cuando lo conoció por primera vez a los 24 años en un viaje a Lisboa. Los articulistas que han escrito sobre Cáceres y han ganado el premio de la fundación Mercedes Calles-Carlos Ballestero centraron su artículo en la vieja ciudad monumental. Rosa Montero lo abrió a la ciudad en general y escribió un texto de lo que llaman 'opinión inglesa', es decir, buena literatura periodística trufada de datos informativos.

Los escritores y los cacereños utilizan la parte antigua para emocionarse, pero Cáceres es mucho más. Por ejemplo, una ciudad moderna muy verde de avenidas agradables y parques preciosos. No valoramos esa parte de la ciudad ofuscados por la almendra monumental, aunque de pronto, como por sorpresa, la directora de cine Gracia Querejeta se ha sentido fascinada por ese otro Cáceres tan poco relatado y va a situar en él su película 'Invisibles'.

Efectivamente, más allá de Santa María, San Jorge, San Mateo y el Arco de la Estrella con su famosa escena en 'Juego de tronos', están El Rodeo, el Parque del Príncipe o esa avenida de España por donde cada mañana pedalea, no estorba, Carlos, mostrándonos el futuro de un Cáceres moderno, en bici, sin pena y sin miedo.

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