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Lorca.
La belleza

La belleza

FELIPE SÁNCHEZ GAHETE

Sábado, 8 de agosto 2020, 09:40

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LA novela es un espejo paseado a lo largo del camino» es una frase atribuida a Stendhal, espejo que el escritor pasea según sus preferencias. Algo así intenta uno con sus artículos sabiendo que el mejor artículo de hoy envolverá el pescado de mañana, como recordaba Lippmann.

Hoy paso el espejo y quiero hablar de la belleza, pero el burka impuesto me impide calibrar qué se esconde tras él. No es curiosidad de viejo verde, es, entre tanta tribulación, un intento de soltar lastre.

Las memorias de Luis Escobar me han llevado a Carlos Morla. Su obra, Trapiello dixit, es «imprescindible para conocer la vida, las intrigas, calamidades y miserias políticas, militares y diplomáticas de la guerra en Madrid», y en su vertiente más personal conocer a Lorca, sufrir con los celos de Cernuda por Serafín Fernández Ferro, confirmar la jeta de Neruda o Alberti...

Hemos pasado de Morla a Jorge Javier Vázquez, de Gabriela Mistral a Belén Esteban y en política, como dice Rubén Arranz, «las deducciones de Adriana Lastra no son de mayor calado que las de esa Ylenia»

Desde el primer momento, dice Trapiello, Lorca y Morla, tan teóricamente distintos, congeniaron. ¿Por qué? ¿El amor a los bellos, como Sócrates?

En 1970, de crucero por el Mediterráneo, Escobar coincidió con la Callas y Passolini. A diferencia de lo que Morla escribe de Serafín, «en la bonanza que significa en este mundo poseer lo que yo llamo una fisonomía favorable. El chico la tiene en grado sumo, chispeante, simpática y agraciada», Escobar, magnífico connaisseur, sólo reseña de Passolini que «es tímido y con cara de pobre».

A quién no sacude el bellísimo «Como leve sonido», –¿te acuerdas, Ana?–, de Cernuda a Serafín: «Como todo aquello que de cerca o de lejos/ me roza, me besa, me hiere, / tu presencia está conmigo fuera y dentro, / es mi vida misma y no es mi vida, / así como una hoja y otra hoja/ son la apariencia del viento que las lleva».

Por el salón de los Morla desfilan todos los que son: Lorca, Salinas, Guillén, Alberti, Neruda, Azaña, D'Ors, María de Maeztu, Fernando de los Ríos, Victoria Ocampo, Ortega, Huidobro, Neruda, Martínez Nadal, Gabriela Mistral, Rubinstein, Cernuda, Montes, Mourlane... «Es divertido –dice Trapiello al leer a Morla– asistir hoy a la vida jaranera de personajes que se han hecho tan célebres y oír a Lorca declararse 'del partido de los pobres' mientras flirtea cada noche con la encopetada y reaccionaria aristocracia...».

Salvando distancias, tras la guerra, Escobar recibe y agasaja en su casa como Morla en la suya. En ambos casos importa lo bello, algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Hemos pasado de Morla a Jorge Javier Vázquez, de Gabriela Mistral a Belén Esteban y, en política, como dice Rubén Arranz, «... las deducciones de Adriana Lastra no son de mayor calado que las de esa Ylenia».

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