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Los pantalones bombacho son ideales para combatir el calor. :: HOY
El bazar de los bombachos

El bazar de los bombachos

En Cáceres, ha abierto una tienda de ropa italiana con precios chinos que arrasa

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Jueves, 11 de julio 2019, 08:51

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En la calle Gil Cordero de Cáceres acaba de abrir un bazar de ropa que es el colmo de los colmos: lo han montado empresarios chinos, pero buena parte de la ropa es 'Made in Italy'. Lo nunca visto, diseño italiano con precios chinos. Como Cáceres es tan así, aquí no era fácil encontrar esos pantalones bombacho tan cómodos que usan mucho en el Magreb y en los países árabes.

Mi mujer, que lleva ya siete meses con la pierna fastidiada, los estaba buscando para andar cómoda en verano, sin que la tela le rozara la piel, y se los ha tenido que traer una cuñada desde Don Benito. Es que Cáceres es una ciudad un poco rara para la ropa desenfadada. En lo 'pijito' arrasamos, en lo 'hippioso' hay que rebuscar mucho.

El caso es que rebuscando en ese nuevo bazar chino, mi mujer y mi mamá política han encontrado unos pantalones bombacho de fabricación italiana y andan por casa tan cómodas y tan encantadas de la vida proclamando orgullosas que ahora visten como moritas, que son quienes saben combatir el calor.

El nuevo bazar es una fiesta: cientos de personas revuelven, escogen, desechan, prueban, vuelven a escoger, vuelven a desechar y acaban llevándose, caso de mi mujer y mi suegra, media docena de pantalones de morita 'Made in Italy' de distribución china a siete euros la pieza. Otra de las particularidades de este macro bazar de moda es que la mayoría de las prendas son de talla única. Así, los bombachos tienen una amplia goma en la cintura y te los bajas o subes dependiendo de la estatura. Todo fácil, todo barato.

Quién les iba a decir hace medio siglo a nuestras madres, suegras y abuelas que algún día vestirían con chándal, con pantalones de morita o con calzonas, que ya saben que la calzona es en Cáceres lo que los pantalones cortos son en el resto de España y de Europa.

Hablando de Europa, en esto del vestir, nos hemos vuelto muy europeos del norte: ropa cómoda y desenfadada a diario y ropa de alta ceremonia con todos los complementos si toca boda, bautizo, comunión, graduación, cena de empresa, fiesta o salida nocturna especial. También en ese punto, el nuevo bazar 'italochinocacereño' es una pasada. Por menos de 40 euros te conviertes en la reina de la boda más encopetada. Por ese precio, te llevas a casa un vestido largo historiado y empedrado, una pamela que ni la Kennedy-Onassis en sus mejores momentos, un bolso redondo con remates de perlas falsas que parece de piel verídica, bisutería variada para cuello, orejas, muñecas y tobillos, maquillaje, laca de uñas de colores refulgentes y, por un poco más, hasta sales calzando unas sandalias coloradas de taconazo que no te tose ninguna de las estrellas de la boda de Pilar Rubio y Sergio Ramos.

Poco a poco, vamos normalizando el estilo. Aún quedan quienes visten cada mañana como si fueran de bautizo, pero lo corriente es optar por lo cómodo a diario y lo muy especial para salir, ir de compras o asistir a saraos. Claro está que una cosa es vestir especial y a la moda y otra muy distinta que el hábito haga al monje.

El viernes pasado entré a los lavabos de El Faro y había allí un muchacho bien maqueado con polo, pantalones y calzado a la última, pero toda su gracia se fue al garete cuando escupió al suelo dos gargajos seguidos. ¡Con lo limpio que está el suelo de los baños de El Faro!

Cuando admiras a alguien por atildado y bien puesto, has de aguardar antes de emitir un veredicto. Fíjate en los detalles (¿escupe, se rasca en salva sea la parte, vocea, se hurga en boca, orejas o nariz?) y espera a que hable. Después, podrás definir con expresiones como las de mi suegra: «Es un muchacho muy finito» o bien... «Es un poco de escopeta y perro».

Ella, mi mamá política, y su hija, son ahora señoras de bombacho y camiseta. Me parece una evolución razonable y me encanta que se hayan liberado de trajes, faldas y estrecheces siempre que no se desmelenen y se encasqueten una vieja gorra publicitaria de una película de Manuel Gómez Pereira que no sé de dónde habrán sacado y en la que se puede leer: «Entre las piernas». Dónde iremos a parar.

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