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Las aves cantoras siguen en peligro

Las aves cantoras siguen en peligro

En 2011, la Comisión Europea advirtió a España para que se adaptara a la legislación europea y se ciña a la cría en cautividad La caza furtiva de fringílidos continúa debido a su alto valor

ALBERTO ARANDA

BADAJOZ.

Domingo, 8 de septiembre 2019, 08:59

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El pasado 21 de agosto, agentes de la Guardia Civil detuvieron a un vecino de Badajoz por cazar más de un centenar de jilgueros, al que intervinieron además artes de caza ilegales y un reclamo digital.

A pesar de estar completamente prohibida, la caza de fringílidos (la familia de aves a la que pertenecen entre otros muchos los canarios, los jilgueros o los pinzones) se sigue produciendo de manera furtiva. «Algunas de estas aves tienen un gran valor en el mercado negro, además de ser cazadas para consumo», explica Marcelino Cardalliaguet, delegado en Extremadura de la Sociedad Española de Ornitólogos.

El 6 de junio de este año, la Guardia Civil detuvo en Valencia a una persona por transportar más de 400 ejemplares de aves cantoras. Según fuentes policiales, ese número de aves podría alcanzar los 60.000 euros en el mercado negro, lo que equivaldría a 150 euros por ejemplar.

La Federación de Caza opina que las trabas de la UE son las que están fomentando las capturas ilegales

Sebastián Redero es el técnico en silvestrismo de la Federación Extremeña de Caza. Asegura que «todas las trabas que ponen desde la Unión Europea para capturarlos están fomentando el furtivismo en lo que a aves cantoras se refiere. La captura de estos ejemplares está muy regulada, se necesitan varios permisos y al pájaro se le anilla para que sea mucho más difícil para el furtivo darle salida a las aves que capturen».

En cuanto a las técnicas que usan estos cazadores ilegales, Blanco afirma que una de las más usadas «se realiza con una especie de pegamento casero, conocido como liria, que se impregna en las ramas para que el pájaro se quede pegado cuando se pose. Esto está totalmente prohibido en la actualidad. También hay individuos que estudian dónde anida el ave y cuando nacen los polluelos se los llevan para que los críen otros pájaros. Condenamos profundamente este tipo de prácticas».

En julio de 2011, la Comisión Europea inició una serie de investigaciones con las que pretendía aclarar cuál era la situación de la captura irregular de fringílidos en España, ya que no se ajustaban a las condiciones impuestas por la Unión Europea.

A raíz de estas investigaciones, el Gobierno español solicitó una prórroga hasta el año 2018 para cumplir con las obligaciones de la Directiva de Aves, además de proponer la captura de cerca de dos millones de estas aves para garantizar la cría en cautividad de estas especies.

La Comisión Europea aceptó este acuerdo, pero entre 2013 y 2017 los gobiernos autonómicos autorizaron la captura de más de un millón y medio de aves como el jilguero, el verderón, el pardillo o el pinzón.

En enero de este año, la Comisión Europea instó a España a garantizar el cumplimiento de la prohibición en lo que a la caza de fringílidos se refiere.

Motivos culturales

Desde la Federación Extremeña de Caza señalan que, hace un año, en la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, se introdujo el concepto de otorgar dichas autorizaciones por motivos culturales y tradicionales, siempre y cuando no afecte a la población de los ejemplares.

Cardalliaguet cuenta que «actualmente la caza de fringílidos está completamente prohibida en España. El Gobierno pidió una prórroga a la UE para adaptarse a sus condiciones. Lo que se hizo fue promulgar unas autorizaciones a nivel regional para la caza de estas aves por motivos excepcionales, como plagas o sanidad. El problema ha sido que desde las comunidades autónomas se han concedido demasiadas autorizaciones de este tipo».

Uno de los motivos que argumentan desde las instituciones a la hora de conceder estos permisos es el de garantizar la cría en cautividad de estas especies, pero como asegura Cardalliaguet, «no es necesario sacar a las aves de su entorno».

Juan Carlos Blanco es el presidente de la Unión de Canaricultores Extremeños (UCE). La canaricultura es una rama de la avicultura que se ocupa de la cría del canario doméstico y sus métodos, aunque también se ocupan de otras aves.

«Nosotros nos ocupamos principalmente del canario doméstico, aunque sí es verdad que tramitábamos muchas licencias de silvestristas. Hablo en pasado porque han disminuido de forma notoria».

Blanco defiende el silvestrismo pero también cree que «ha pasado el tiempo suficiente como para formar una amplia comunidad de este tipo de aves».

Según datos oficiales, tanto el pardillo común (67%) como el verdecillo (47%) han sufrido disminución en sus poblaciones desde 2015. En los últimos años, el número de ejemplares ha caído el 14%.

Sobre el papel, las capturas de estas aves han ido reduciéndose en la región. En 2012, el cupo fue de 4.956 ejemplares, en 2015 se pasó a 2.974 y en 2018 tan solo 496.

El dictamen de la Comisión Europea dice sobre Extremadura que esta comunidad apuesta por la cría en cautividad como alternativa a la captura de fringílidos del medio natural. E informó de que al menos 14 silvestristas en 2014 y 11 en 2015 lograron con éxito la cría de estas aves cantoras.

El problema se produce al no aclarar si la reserva de población actual en cautividad (1.542 ejemplares en 2015) se considera insuficiente y por qué razón.

En mayo del año pasado, la Junta de Extremadura explicó a HOY que «en la comunidad autónoma se entiende que la cría en cautividad es la única solución satisfactoria para evitar la extracción del medio natural de aves fringílidas, y por tanto, si a requerimiento de la Comisión Europea se determinara la eliminación del procedimiento de captura de este tipo de aves en el medio natural, la Dirección General de Medio Ambiente tendrá en cuenta lo que diga la comisión y se estudiará y buscará la mejor solución».

Desde la Federación Extremeña de Caza respaldan la labor de las autoridades frente a las prácticas furtivas, ya que en varias ocasiones han colaborado con el Seprona. «Hace dos años colaboramos con ellos en varias operaciones. Las asociaciones de silvestristas somos los primeros que queremos erradicar estas prácticas. Tenemos datos de que algunos tipos de pesticidas provocan más daños en el medio y en los animales que las capturas controladas», sentencia Redero.

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